1
Acojo como gajes del oficio, sin sobresaltos ni congojas, los trastornos y las mudanzas que se definen como propios de mi ser.
Asisto de buen o mal grado a la agitación del orden apilado pieza a pieza y a la angustiosa resciliación del ganado confort que, resignado, a la vez rebusco y reniego.
Son persistentes los terribles años que aún no terminan; se me aparecen del lejano y maldito tiempo del olvido como humo y lágrima, negro horizonte, agonizante estancia.
He recibido más de lo que he pedido, que, en realidad, no pedí, lo recibí en donación, y que, a mi vez, he regalado.
¿No se sabe quién es? ¿Nombre? Aún merece una voz imberbe y la busca; merece el delicado canto de la serenata, aun sin dedicatoria.
2
Briznas y rastrojos y con mucho vivo en esta historia del tener quitando la espuma, la paja y el oropel.
Al filo de estos años inestables sin tregua viajo hacia donde se avientan y enjugan las variaciones de las estaciones.
Las olas son los jinetes del mar. Llegan, se alejan, y así todo el tiempo en rumoroso lenguaje de las profundidades.
Sin apego a ti, al pétalo, a la hormiga, muero de inanición, sin luz en mis yoes, en mi inexpugnable soledad.
Allá el fulgor, las olas se han sosegado y en la superficie cristalina se dibuja la sombra agitada de un fascinado espectador.
3
Como en Navidad o un día cualquiera, la vida es una y única aquí y ahora y hay que vivirla resueltamente o se nos va al garete.
Y mi devoción, la humanidad; mi familia, mi iglesia. Altar mayor donde oro y predico, mi biblioteca.
Si de repente los amigos no me ven por ninguna parte en la búsqueda pronto acudirán a mi reencuentro : “El hombre se nos escapó a lo suyo; la biblioteca es su gran escapada."
Cosas puestas en el papel que llaman literatura, sin vida ni espíritu del autor son de por sí írritas y sin destino feliz.
Si en RD echar vainas es un buen negocio, no se quede atrás, mi amigo, invéntese mil vainas y hágase el mejor echador de vainas de la bolita del mundo.
4
Viví y viajé con migrantes, apátridas, gitanos; refugiados de Manila y Haití y dondequiera no vi sino ansias de vida y libertad.
He vuelto mil veces he vuelto sobre la senda quizás extraviada, la de mi reencuentro; en verdad, la posible y única transitada.
Lejos del lar, sintiendo la alteración del descompensado péndulo de mi día a día en un carruaje yo, de mudanza y acarreo.
Soy desplumado azaroso halcón rapaz: importunado en mis propios elementos; abandonando el paisaje acumulado en mis ojos habituales.
5
Si grande es la ilusión de anclaje a mi vivir en cada puerto, mayor gozo respiro en la búsqueda sin destinos a la vista, en la partida o la llegada.
Pero yo, hecho de brincos de estaciones, llevo siempre en mí un tornado de sueños y desencantos que apenas puedo descubrir.
Para salvarnos de nosotros mismos: arrimar autenticidad al verbo, templanza a la razón, dulzura al corazón, fuego al espíritu .
Procedo de caminos enteros, descubriendo, sin quisondas ni atajos, junto con las penas, los tesoros del viaje.