España es actualmente uno de los destinos turísticos más importantes del mundo. El pasado año 2023, recibió 85.2 millones de turistas y espera recibir al cierre de este año, según ONU Turismo, más de 95 millones. Y que mejor que aprender de esa vasta experiencia, emulando las buenas prácticas que los han llevado al éxito que hoy ostentan y evitando las no tan buenas que nos sirven de referencia para definir nuestras oportunidades de mejoras.

Recientemente, en el último Congreso de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (CEHAT), los hoteleros acuñaron el lema que será el objetivo del turismo español en los próximos años: “De más a mejor”, resaltando que el crecimiento en sí mismo no ha de ser el objetivo que se trazarán como estrategia país, sino que, por el contrario, se proponen tener la capacidad de mejorar en múltiples direcciones.

Según declaraciones de su presidente el Sr. Jorge Marichal, resaltó que: “vivimos en un mundo global en el que se nos obliga a competir cada día y donde, a pesar de que España ocupa el primer lugar en el ranking de competitividad turística mundial, mantener ese lugar de privilegio requiere un enorme esfuerzo colectivo, una anticipación a las necesidades de todos los actores implicados en el turismo y llegar a consenso para que el esfuerzo de todos nos permita consolidar esta situación envidiada por el resto de nuestros competidores”.

En los últimos meses hemos visto múltiples manifestaciones realizadas en diversas regiones de España reclamando el creciente malestar que provoca el turismo masivo en sus comunidades receptoras. Una situación que está llevando a muchas zonas del país al límite.

Un informe publicado por la BBC de Londres describe como la masificación turística está afectando negativamente a las comunidades locales.  En el caso de Mallorca, “cada centímetro de playa está ocupado y el tsunami del turismo amenaza con consumirlo todo a su paso”.

El descontento con el turismo masivo no se limita a Mallorca, las manifestaciones contra el turismo se han intensificado en toda España, incluyendo ciudades como Barcelona y Málaga, así como las Islas Canarias. Las protestas en Barcelona, en la que se usaron pistolas de agua para llamar la atención sobre la problemática, es un ejemplo de la creciente frustración entre los locales. La situación actual demanda una reflexión profunda sobre la sostenibilidad del modelo turístico en España y su impacto a largo plazo en las comunidades locales.

Este fenómeno, ya conocido como “overtourism” (sobre turismo en español), no es más que la situación dada en el momento en el que la afluencia de turistas a un destino excede los límites sostenibles y causa impactos negativos en el medio ambiente, la cultura local y la calidad de vida de los residentes. Esta situación puede manifestarse en congestión de calles, contaminación, degradación del patrimonio cultural, aumento de los precios de la vivienda y tensiones entre los residentes y los visitantes.

No tan solo en España encontramos casos de “overtourism”, destinos turísticos como Venecia en Italia, Machu Pichu en Perú e Islas Maldivas en el Asia, han sido símbolos de sobre turismo durante años.

Según Marichal “la tensión que se está produciendo en muchas ciudades y destinos turísticos se debe a un doble factor que acontece de forma simultánea: la falta o total ausencia de la planificación pública y el crecimiento desorbitado de la población residente y de los visitantes”. A estas declaraciones añadió: “debemos dejar de contar cabezas como el gran éxito del turismo español. Lo importante no es cuántos visitantes vienen, sino cuántas noches pernoctan, multiplicado por los ingresos que se quedan en el territorio donde incide”.

Y es exactamente estas declaraciones las que nos mueven a reflexión. Si bien es cierto que nuestro país no ha llegado aún a los extremos del sobre turismo, el constante crecimiento de las llegadas de visitantes al país ha provocado que los expertos  del sector hayan expresado en más de una ocasión su preocupación en las prospectivas del destino, y la necesidad de que se estén implementando las medidas necesarias para una debida planificación del crecimiento, basados en  los parámetros de la sostenibilidad y que asegure una adecuada administración del éxito que hoy celebramos.

El año pasado según múltiples anuncios oficiales, República Dominicana recibió más de 10 millones de visitantes y espera recibir al finalizar este año más de 11 millones de visitantes, es decir turistas (por vías aéreas) y excursionistas (por cruceros).

Punta Cana, nuestro principal destino receptor, atrae cada año a miles de personas de todo el mundo, atraídos por las playas, el clima, la variada infraestructura hotelera, y por supuesto, la hospitalidad de nuestra gente, atributos que, apoyados por la excelente conectividad aérea, nos han posicionado hace ya varios años como el destino de moda en el Caribe.

De igual manera miles de dominicanos han optado por trasladarse de su lugar de residencia, hacia la provincia turística de La Altagracia, sobre todo a la zona de Punta Cana, muchos llamados por atractivas oportunidades de negocios, mejor calidad de vida y por qué no, escapándoles al difícil tráfico de la ciudad capital. Es por esto, que la población residente en la zona de Punta Cana es cada día mayor.

Concomitantemente, cientos de proyectos inmobiliarios se promueven cada día en todos los medios de comunicación, sobre todo en las redes sociales, ofreciendo una impresionante oferta de nuevos proyectos, llegando estos a ser tantos, que nos preguntamos: ¿Cómo será Punta Cana en el momento en el que estén todos construidos y operando?, sobre todo por el hecho de que estos vienen a complementar la gran oferta hotelera que ya existe en la zona.

La existencia de un adecuado plan de ordenamiento y sobre todo la debida implementación y supervisión de este, será crucial para el futuro cercano del destino.

Recientemente, Julia Simpson, presidente y CEO de la World Travel &Tourism Council (WTTC) al referirse al tema del sobre turismo, resaltó que “entender a profundidad la problemática y planificar en consecuencia puede prevenir la necesidad de implementar medidas restrictivas”. Destacó que algunos destinos turísticos son brillantes en utilizar la tecnología para manejar las temporadas de mayor afluencia de turistas y muchos han trazado estrategias de planificación, manejo y comercialización certeras para evitar este fenómeno.

Por lo tanto, los responsables de la gestión del destino deberán de implementar sistemas eficaces que aseguren la sostenibilidad económica y medioambiental de la zona, como es la gestión de residuos que incluyan reciclaje, compostaje y la reducción de desechos plásticos.

Para proteger los ecosistemas se deberán establecer áreas protegidas y limitar el acceso a zonas ecológicamente sensibles, al tiempo que pudiesen fomentar prácticas de basura cero entre turistas y las empresas locales.

Deberán de promover y facilitar el uso de energías renovables en alojamientos, transporte y otras infraestructuras turísticas. Al igual que implementar tecnologías de eficiencia energética.

Uno de los puntos más neurálgicos sería la gestión del agua. Se deberían desarrollar sistemas de gestión sostenible del agua, incluyendo el uso eficiente de la misma, además del tratamiento y reutilización de aguas residuales.

Lo ideal sería que pudiesen implementar el ofrecer programas educativos para turistas y residentes sobre la importancia de la conservación ambiental y cómo pueden contribuir a ella.

Lo que hoy es nuestro destino turístico insigne, necesita ser cuidado con recelo, evitando el crecimiento desmedido de viviendas turísticas para alquiler, lo que a la postre pudiese provocar grandes tensiones y efectos colaterales negativos. Esto puede definitivamente evitarse con una imprescindible y pertinente planificación, supervisión y control.