El dictador Vladimir Putin argumenta que Ucrania ha sido parte integral de la madre Rusia desde los tiempos de Pedro y Catalina la Grande. Se alega que al preguntarle a Serguei Lavrov, canciller ruso, sobre quiénes eran los asesores de Putin este contestó: “Pedro el Grande, Catalina la Grande y Alejandro II”, emperadores rusos de los siglos XVIII y XIX. Pero los ucranianos plantean que son un país independiente. Olvidémonos de lo ocurrido en el siglo XIX para atrás y concentrémonos en los sucesos del siglo XX.
En 1917 se dio inicio a la Revolución Bolchevique y la instalación del comunismo, lo que dio origen a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), que fue una confederación de antiguas repúblicas y que incluyó a Ucrania, todo bajo la égida del comunismo. Después de la Segunda Guerra Mundial ese comunismo se extendió a repúblicas independientes como Polonia, Checoslovaquia y Hungría. Esta situación perduró hasta la caída del Muro de Berlín a finales del año 1989, cuando las antiguas repúblicas soviéticas cercanas a Europa se independizaron de la nueva “Rusia” y del comunismo. Tal ocurrió en Estonia en 1988, en Lituania en 1990 y en Ucrania en 1991. Consecuentemente, entre 1917 y 1991, durante 74 largos años, Ucrania fue una república, pero parte integral de la Unión Soviética y del régimen comunista.
Pero una vez Ucrania devino independiente a partir de 1991 se tuvo que reconocer que en su región más al este, colindante con Rusia, comúnmente conocida como el Donbas, un 48% de su población es rusa étnica, es decir que hablan ruso o ruso y ucraniano. En el 2014 Putin decidió, utilizando soldados mercenarios sin insignia, tomar el control del Donbas.
La península de Crimea, al sur del importante puerto de Odessa, de donde sale el grueso de las exportaciones de cereales de Ucrania y donde siempre ha estado la estratégica flota rusa del Mar Negro, fue parte integral de Rusia por lo menos desde el 1917 y el triunfo comunista.
Sin embargo, en 1954 Nikita Kruschev, el mismo que ocho años después estableció la base de misiles en Cuba, entregó Crimea y su base estratégica de Sebastopol a Ucrania, alegando razones económicas, dada la necesidad de coordinar las actividades comerciales entre la costa sur de Ucrania y la península de Crimea. Pero un referéndum auténtico en aquel año evidenció que solo un 54% aprobaba la anexión a Ucrania, pues Crimea es el único territorio ucraniano con etnia mayormente rusa. En el 2014, coincidiendo con la invasión al Donbas, Putin anexó a Crimea, enviando también allí soldados sin insignias. Un falso referéndum aprobó dicha anexión. Consecuentemente, Crimea perteneció a Ucrania entre 1954 y el 2014, es decir unos 60 años.
En febrero 2022 Putin ordenó la invasión para tomar el control de toda Ucrania para reincorporarla a Rusia y esta ripostó defendiéndose, con el apoyo norteamericano y europeo y hasta atacó a la flota rusa del Mar Negro e instalaciones en Crimea. Se trata de una guerra inspirada en conceptos del siglo XIX, con tácticas del siglo XX, copiadas de la Segunda Guerra Mundial con sus tanques y trincheras, pero utilizando armamentos modernísimos y tecnologías del siglo XXI.
Hoy, geopolíticamente hablando, el mundo sigue bipolar, pero ahora entre Estados Unidos y China pues Rusia ha dejado de ser el otro polo y es más débil económicamente (a pesar de su petróleo y gas), militarmente y tecnológicamente que China.