Si algo ya debe quedar fuera de dudas entre la paciente sociedad de Pedernales, en el extremo sudoeste de la frontera con Haití, es la decisión definitiva del Gobierno para ejecutar los eternamente esperados planes, programas y proyectos turísticos, vistos como panacea del desempleo y de la profunda incertidumbre social sembrada por interminables promesas gubernamentales.

“Obras son amores, y no buenas razones”, sentencia el refrán. Las autoridades ya pasan de la palabra a los hechos. Hay evidencias a la vista que deberían motivar tal actitud positiva de la población.

Una de ellas es la creación del Fideicomiso Pro Pedernales. A mediados de enero de 2021, la Fiduciaria Reservas y la Dirección General de Alianzas Público-Privadas echaron a andar la iniciativa que “regulará y promoverá inversiones e infraestructuras de servicios que muestren potencial para incidir en el desarrollo turístico y económico de la provincia”.

Un gran paso, tras el reiterado anuncio del presidente Luis Abinader sobre el inicio del desarrollo turístico con la construcción de un aeropuerto internacional, 3 mil habitaciones y otras obras.    https://acento.com.do/ecologia/fiduciaria-reservas-y-la-dgapp-impulsan-desarrollo-turistico-de-pedernales-8902848.html-

Otro hecho concreto es la designación del viceministro de Cooperación Internacional del Ministerio de Turismo, arquitecto urbanista Carlos Peguero, como director ejecutivo del Proyecto de Desarrollo Turístico de la Provincia Pedernales.

Él ha estado en una ardua labor de coordinación y, junto a comisiones de empresarios y funcionarios, ha hecho varios descensos a la provincia para evaluar el potencial de los recursos disponibles.

Algo fundamental que ha brotado este jueves 28 de enero durante una breve conversación con Peguero, en su oficina de Turismo, ha sido la información de que el pueblo avanzará paralelo a la ejecución de los proyectos hoteleros, con una visión integral, para evitar la creación de cinturones de miseria.

Como novedad, ha adelantado que Pedernales tendrá su Plan de Desarrollo Urbano, construirán un frente marino y viviendas para los trabajadores; promoverán empresas, enfatizarán en la seguridad de la frontera y en la  modernización de la puerta hacia y desde el país vecino, y así convertir el área en un espacio de intercambio digno para oferentes y demandantes, y atractivo para el turismo.   

Construirán dos acueductos, en vez de uno; el servicio eléctrico de la zona turística será independiente; se establecerá un servicio de transporte moderno y barato, desde Pedernales hasta Bahía de las Águilas y otros atractivos, además de la reconstrucción de las zonas de acceso.    

Muy bien. Pero falta una pata a la mesa. La sociedad de Pedernales, que debería ser la principal veedora, no termina de empoderarse del proceso de intervenciones oficiales y privadas que habrán de repercutir en su historia.

Ella debería integrarse y velar, junto a las autoridades nacionales y provinciales, por el aprovechamiento racional de sus recursos naturales, por un turismo menos invasivo y, sobre todo, por el desarrollo integral de sus municipios mientras edifican infraestructuras en las áreas cercanas a las playas de Cabo Rojo, Bahía de las Águilas y Bucanyé.

Pedernales debe crecer en educación, salud, agropecuaria, tecnología, cultura, viviendas, planeación urbana, empleos de calidad, seguridad pública, deportes, diversión. Y, para lograrlo, necesita zafarse de su viejo conformismo frente a la inoperancia de los gobiernos.

Se avanza rápido y con resultados de calidad cuando empujamos la carreta entre todos, entre gobernantes y gobernados, inversionistas privados y pedernalenses.

Con los brazos cruzados, esperando que otros manejen los procesos, se pierde la moral para luego reclamar por errores.

La integración de la comunidad toda, con espíritu crítico, comprometerá mucho más al Gobierno presidido por Abinader con la promesa de desarrollar un turismo de menor impacto y, al mismo tiempo, modernizar nuestros municipios y sus carreteras. Esa posición, de paso, la elevaría al rol de protagonista en vez de mirona pasiva aferrada a los lamentos.

Intentemos. Es un deber comunitario que trasciende las diferencias políticas. Se agota el tiempo para ser oportuno.