Sin lugar a dudas la muerte del comunicador Manuel Duncan a manos del exdirector de la Dirección Nacional de Drogas (DNCD) Félix Alburquerque definitivamente nos puso a reflexionar si somos una sociedad violenta y agresiva y preguntarnos ¿Qué nos está pasando?
Según se ha establecido los hechos ocurrieron más o menos de la siguiente manera: en un lugar llamado Rico Hot Dog (lugar que yo frecuentaba mucho cuando comía comida chatarra) se coincidieron el exdirector de la DNCD Félix Alburquerque y el comunicador Manuel Duncan, ambos pasados de tragos supuestamente.
Manuel se comía un Hot Dog y se le derramó un poco de Kétchup en la ropa y Alburquerque empezó a reírse. Duncan entendió que la risa era por lo que le había sucedido, se acercó a Alburquerque y le pregunta por qué se está curando con él (burlarse) y le propinó una bofetada (podríamos hacer un análisis sociológico de lo que significa en buen dominicano darle una galleta a un hombre y más si es militar. Un hombre soporta más una trompá que una galleta).
La cuestión es que entre ellos se produjo un altercado que en un primer momento no fue detenido por sus acompañantes. Alburquerque fue a su vehículo, buscó su arma de fuego, persiguió a Duncan y lo asesinó.
La razón por la que se produce el altercado podría ser banal y quizá un titular de la prensa pudiera decir "hombre mata a otro por una discusión por ketchup" y la gente diría "Oigan eso por lo que un hombre mata a otro", pero la cosa no es tan simple, aquí juega un papel importante el tema de cómo estamos manejando nuestras emociones.
Para entrar en la respuesta de la pregunta que encabeza este artículo de entrada difiero con quienes han concluido que somos una sociedad violenta por la siguiente razón.
En epistemología existe la falacia del nivel de análisis equivocado según la cual no se puede definir el colectivo desde los individuos, ni los individuos desde el colectivo.
Si miramos con cuidado la realidad de la “sociedad dominicana” esta no puede ser definida como “violenta”.
No se nos puede equiparar con Estados Unidos donde hay más armas que gente y mueren más de 40,000 en un año por armas de fuego.
No nos podemos comparar con El Salvador, ni con Colombia, ni México y mucho menos con países africanos como Nigeria, Sur África y otros, ni mucho menos con algunos países del Medio Oriente.
Aquí sí hay una proporción, pero no tan grande de personas violentas; en toda sociedad normal las hay. Por lo tanto, en este caso el análisis debe enfocarse en el comportamiento de estos dos individuos, no tomarlos como una caso que pudiera evidenciar que la “sociedad dominicana” es hoy una sociedad violenta.
Lo fuimos en el siglo XIX, sí, pero sobre todo, a partir de los años 70 nos fuimos convirtiendo en una sociedad que gusta más de la negociación, de los acuerdos; es una sociedad sumamente alegre y fiable, algo que los extranjeros no se cansan de repetir.
En conclusión, lo sucedido entre estos dos hombres pudo evitarse si quizá el yo machista no fuese tan vulnerable e irritante que nos lleva a estallar por cualquier pequeña pendejada.
Hace falta trabajar mucho más como sociedad la inteligencia emocional. Ahí está la clave de la situación.