Para un segmento importante de la población es el pan con mantequilla un componente de la dieta diaria, ya sea para el desayuno o la cena, pero para otros es una entrada que se sirve en los restaurantes.
Uso esta analogía para comentar sobre un fenómeno que se esta dando actualmente en nuestro país, donde un señor apodado como “Mantequilla”, le promete a personas que tienen dinero ahorrado, multiplicárselo como por arte de magia, por encima de las posibilidades del mercado financiero.
Y no es para menos, pues Mantequilla le promete a quienes le confían su dinero una tasa de rendimiento o de interés mínimo mensual de 20% (igual o mas de lo que cobran por prestamos los prestamistas usureros), que es lo mismo decir 240% de interés anual sobre dineros de la gente que quiere multiplicar su dinero fácil por la vía rápida, cuando los bancos actualmente pagan sobre depósitos a plazo fijo 5.75% promedio anual y prestan sobre préstamos personales 14.95% promedio anual.
Los prestamistas informales al “módico” 5% mensual o lo que es lo mismo 60% anual y con relación a este último la magia de Mantequilla le permite multiplicar por 4 en un año lo que cobra dicho prestamista informal (que debería entonces entregarle a Mantequilla el dinero que presta actualmente, para que éste se lo multiplique mínimo por 4 y dejar de coger lucha cobrándole a gente que en ocasiones resultan ser mala paga).
El problema comienza, dicho en una buena expresión ganadera, cuando a la vaca se le comienzan a secar las tetas
¿Pero dónde está la magia de “Mantequilla”, que ha prometido darle catedra a los economistas y al sector financiero con su fórmula matemática mágica de multiplicación del dinero por encima de la racionalidad económica?
Existe en la economía y en las relaciones de mercado lo que se denomina efecto demostración y “Mantequilla” parece ser un genio en este aspecto y se hace famoso. ¿Como aplica entonces su fórmula mágica?, contrario a lo que él ha dicho por los medios, que se llega a interpretar que la misma supera a cualquier magia desarrollada por cualquier brujo o mago del mundo.
¿Como se explica todo este proceso con esta fórmula que por encima de la econometría ha desarrollado, pero que no revela, porque al parecer quiere ganarse el próximo Premio Nobel de Economía al descubrir tan brillante modelo, que “Mantequilla” sin ser economista ni nada que se parezca ha desarrollado?
Pero esa fórmula mágica en otras experiencias dulces en principio y amargas al final del drama (porque no es una película con final feliz), no tiene otro nombre que no sea un sistema de negocios piramidal que les suma a unos y les resta a otros, pero al final les resta a todos (una fórmula aritmética elemental).
Es decir, los primeros que llegan al negocio declaran que están muy conformes porque han recibido como mínimo el 20% de rendimiento mensual sobre su dinero, entonces otros que quieren vivir la misma experiencia también confían su dinero al faraón de la pirámide financiera y siguen otros y otros llevando dinero hasta por sacos para que le sean multiplicados. El problema comienza, dicho en una buena expresión ganadera, cuando a la vaca se le comienzan a secar las tetas y ya dan menos leche; pues llega un momento que son tantos los intereses que debe pagar y los nuevos depósitos no llegan con la velocidad del principio, porque la gente comienza a desconfiar en el sistema de financiamiento desarrollado, pues van descubriendo que no hay tal multiplicación de los panes, sino que se le quitan parte de los panes a los que llegan para dárselos a los que ya estaban.
En buen cristiano, el dinero nuevo que entra se va entregando como intereses ganados a los que ya se les ha cumplido el tiempo de pago, hasta que comienza a fallar la cadena y tanto los viejos depositantes como los nuevos depositantes se quedan como perico en la estaca: Sin intereses ni capital.
Finalmente, la Mantequilla se derrite y desaparece y hasta el pan desaparece, como por arte de magia.