Al Presidente del Senado Ing. Eduardo Estrella
Al Senador de la Provincia Duarte Empresario Franklin Romero
A mi admirada María Cristina Camilo, doña Maíta, decana de la locución dominicana, Soberana por derecho propio como maestra del micrófono
A los representantes del Club de Leones de Macorís
A los representantes de la Organización Social de las Fuerzas
Vivas de la provincia Duarte
Señores Legisladores presentes
Invitados especiales
Señoras y señores:
Después de tan largo exordio debemos condensar las preocupaciones políticas y literarias para corresponder a este Reconocimiento, que en síntesis agradecemos tanto a nuestro senador Franklin Romero (1963) como al asesor cultural del senado el poeta Mateo Morrison (1946) Premio Nacional de Literatura 2010, y al presidente del senado Eduardo Estrella (1963) fundamentado en el Premio Nacional de Literatura 2021, motivo ideal para recordar a los literatos duarteños que nos precedieron, encabezados por la narradora Irma Contreras Castillo (1913-2006), primera mujer ganadora del Premio Nacional de Literatura 2002, escoltada de poetas merecedores como: Melba Marrero de Munné (1911-1962), Alfredo Fernández Simó (1915-1991) y Eurídice Canaán Fernández (1933-1996) que no alcanzaron este siglo y entre los vivos, como futuro merecedor de ese premio: Cayo Claudio Espinal (1955), y como estos, una pléyade actual de poetas y narradores valiosos, recordando precisamente las palabras recogidas por doña María Ugarte (1914-2011), Premio Nacional de Literatura 2006, que en el Caribe el 15 de septiembre de 1979 destacando estas palabras nuestras: «Y cree que hoy en día es precisamente en provincias donde, pese a las precarias condiciones culturales, se están incubando los grandes valores de la literatura dominicana». De todo ello, solo la historia dirá si fue, o no, un vaticinio válido el nuestro sobre la literatura en provincias, si pensamos que entre estos está en Moca el poeta Juan Alberto Peña Lebrón (1931) de la Generación del 48, que el 26 de este mes cumplirá 91 años, sin haber recibido reconocimientos como este promovido por los legisladores mocanos, y mucho menos el Premio Nacional de Literatura, que bien merece. Y como se reconoce una locutora, citamos como ejemplo uno deportivo: El poeta Mendy López (1940), que tanta emoción ha desparramado desde el micrófono, inutilizado por el Covit-19 a sus 82 años, sobreviviendo con una modesta ayuda del Ayuntamiento santiaguero, que bien merecería una justa pensión para pasar sus últimos años dignamente.
Dicho esto sobre literatura y farándula en general deseamos expresar algunas preocupaciones que un día nos gustaría que nuestros legisladores sopesaran.
Pensamos que debería declararse de necesidad nacional la implementación de las carreras de técnicos y administradores de industrias en algunas de las universidades. Luego, sea a intención del Ejecutivo o de algún legislador, declarar por ley la urgente necesidad de industrializar el país con productos nacionales orgánicos, no solo por lo del medio ambiente sino por lo económico por su valoración mundial. Para ello sería necesario procesar la materia orgánica de las basuras junto a los despojos útiles. Conllevando como ayuda institucional tanto para importar las maquinarias necesarias para el proceso industrial como las de elaborar abonos orgánicos después de valorar las propuestas, las solvencias de los solicitantes y demás detalles técnicos, otorgándoles a las empresas industriales que procesen productos criollos y abonos orgánicos, una gracia de cinco a diez años sin pagar impuestos de la renta de acuerdo a las inversiones y las utilidades, calculando además la cantidad del personal que precisen. La consigna sería que nada se perdiera, que todo se transformara. Por espacio y tiempo solo repetiremos algunas sugerencias que hemos hecho en otras oportunidades: Cómo es posible que a nadie se le haya ocurrido enlatar sancochos y asopaos típicos, con tan buenas carnes, sazones y víveres que tenemos para satisfacer una clientela segura de millones en la diáspora y en el país nacional. También jugos, mermeladas y compotas, aparte de productos culinarios con nuestros celebrados mangos o con otras frutas nuestras. Y así iríamos alargando la lista.
Uniéndonos al clamor de los que piden que dejemos la geografía nacional como está, debiéndose evitar cambiar nombres de lugares: En Estados Unidos eso se respeta. Si una comunidad se llama Boca Ratón, así se queda, aunque solo fuese para tener confianza en los mapas. Y finalmente, en cuanto a la política, sugerimos que debería descentralizarse el gobierno aprovechando la división territorial de las diversas regiones nacionales que aglutinan varias provincias, con viceministros conocedores de cada renglón básico dependiendo la producción agraria, industrial, pesquera, ganadera, turística, etc., residiendo en cabeceras o en municipios claves, y de ese modo, rotando la presidencia cada mes, se podrían reunir con las demás autoridades de cada provincia, incluyendo sus legisladores, industriales, comerciantes, institutos tecnológicos, universidades, y otras instituciones, para tomar decisiones que podrían ser aprobados por los ministerios yla presidencia de la República, o convertirse en leyes.
En fin, perdonen que me haya sobrepasado. Pero no siempre se tiene la oportunidad de hablar en este recinto de las leyes.
Finalmente, en cuanto a literatura, como parte interesada, hemos pensado que es necesario que las instituciones estatales se interesen en ese renglón de la cultura, sobre todo de la poesía.
Hemos sugerido la erección del Panteón del Artista Nacional, que en países más pequeños como El Salvador, tiene dos solo para escritores, pensando en atracciones turísticas culturales, con un instituto de filología Pedro Henríquez Ureña (1884-1946) ese que Jorge Luis Borges (1899-1986) llamó Maestro de América, amén de los nuestros escritores, músicos, compositores, pintores y escultores, etcétera.
Si no los he aburrido demasiado, me gustaría en algún momento leer uno de nuestros poemas, agradeciendo a los que propusieron y aprobaron este reconocimiento en mérito a la literatura.
Santo Domingo, Biblioteca Juan Pablo Duarte, 21 de junio 2022