Queridos jóvenes de la promoción 2024. Hoy todos te felicitamos. Te toca a ti ahora agradecer a tus padres, has llegado hasta aquí gracias a su entrega, cuidado, consejos y aliento. Agradece a tu centro educativo, los maestros y todo el personal que durante años te ha servido. Agradece a la vida, perteneces a la minoría de República Dominicana que ha recibido una educación básica e intermedia. Si eres creyente, la mejor manera de agradecer al Señor es poner a rendir los talentos recibidos en bien de otras personas y trabajar por una sociedad más justa.

Estás saliendo del puerto de los estudios secundarios para adentrarte en el mar de la universidad. La universidad es una experiencia fascinante, pero ni siquiera en ella desplegarás todas tus velas, ellas solo se hincharán al viento de la vida. La universidad te servirá para aprender algunas maniobras cruciales, empezar a orientarte en el mar de la vida y de las profesiones, sus vientos, tormentas y oportunidades.

Hasta ahora, otros te han trazado rumbos, ahora te toca a ti responsabilizarte de lo que quieres ser en tu vida.

¿Hacia dónde quieres orientar tu vida? Te va a tomar tiempo saberlo. Esa es una de las preguntas más difíciles: ¿qué quieres ser? ¿Qué buscas, qué te hace plenamente feliz?

No te asustes por no saber todavía lo que quieres, pero no sueltes esa pregunta; respondiéndola irás poniendo felicidad en tu vida. Para eso, cultiva tu mundo interior. Adéntrate en ti misma, en ti mismo, cuáles son tus grandes aspiraciones en la vida.  Poco a poco se te irán aclarando.

Todos quisiéramos darte nuestros mapas, pero enfrentarás un mundo diferente al nuestro. Nuestros mapas no te van a servir para orientarte, pero te puedo señalar las estrellas que han guiado nuestra ruta, esas siguen brillando en la noche de la vida y también te pueden orientar a ti.

Un libro famoso para principiantes en la universidad lleva este título: “Where you go, it’s not who you will be”, “La universidad en la que estudies, no determinará quién serás”.  No es la fama de tu universidad la que hará de ti una profesional, un profesional competente. Solamente el estudio diario, organizado y ejercitado te capacitará. Me toca avisarte de este peligro real: se pueden cursar cuatro años de universidad y adquirir un título sin verdaderamente ser competente en nada. ¿De qué te sirve pasar por la universidad si la universidad no pasa por ti?

No padezcas pasivamente la universidad. Participa activamente en tu formación. Desde ahora, define dónde querrás estar de aquí a cuatro años y enfócate para lograrlo. La carrera y la vida profesional se parecen a un maratón: para correrlo exitosamente hay que practicar todos los días. Las competencias profesionales de la cuales depende el éxito de tu vida hay que sudarlas y solo se adquieren paso a paso. Fui corredor y montañista. Con entusiasmo, cualquiera cruza la Boca de los Ríos y se baña en los tablones. Subir la Cotorra en una tarde de sol requiere haber descubierto el propio paso, mantener el ritmo y haber construido pacientemente los músculos con los que se empieza, se dura y se termina la ruta. Una vida profesional dichosa es un Pico Duarte exigente.

Desde ahora, este mismo verano, decide tu ritmo de vida para los años de universidad. Los tarzanes y las mujeres maravilla que estudian mientras saltan de bonche en bonche, aprenden poco. Los aprendizajes serios exigen ritmo, sueño, orden, nutrición adecuada, descanso, ejercicios, amistades sanas y sobre todo, someterse a la evaluación de educadores y colegas.

Si tu talento lo permite, consíguete un trabajito en tu área de interés y deja que también la vida te enseñe algo.

Aprovecha las oportunidades del internet. Fácilmente puedes cursar varias materias de tu carrera sometiéndote a las exigencias de una universidad extranjera. No te preocupes si aquí no te reconocen esa participación. No te duelas si no te dan crédito. ¡No hay mejor reconocimiento que aprender y saber!

Te comento una enseñanza ampliada de mi amigo economista, el recordado padre José Luis Alemán, S.J., decía: si en tu vida universitaria te limitas a luchar contra ratones, los vencerás y levantarás el triste trofeo de ser un campeón de ratones. Si peleas con leones, perderás parte de la ropa y de la existencia:  te dolerán todas las partes del cuerpo que te queden, pero los arañazos y las mordidas de los leones son una excelente preparación para luchar en la vida profesional.

Toma en serio la carrera universitaria. Dobla con cuidado y esmero ese paracaídas con el que te vas a lanzar al espacio de la vida profesional. Cose despacio sus rotos y evita los enredos de las cuerdas que garantizan su funcionamiento.

Tres goticas de sabiduría para la vida.

Primera, aprende pronto a distinguir entre los cohetes y los faros. Los cohetes suben haciendo bulla, estallan en la altura, nos deslumbran con mil luces, adueñándose de la noche por unos segundos, luego hay que salir corriendo, para quitarse de abajo, no sea que te queme la varilla. Los cohetes y montantes sirven para entretener, pero no resuelven nada.

Busca la luz serena, seria y servicial de los faros. No parecen que van para ningún lado, pero siempre están donde tienen que estar: señalando los arrecifes y la entrada del buen puerto, aunque llueva y ventee. Encontrarás faros en tu familia, la universidad y tu país.

Segundo, donde quiera que estés, mantén la comunicación con tus padres. No cometas el error de pensar que quieren robarte tu vida, porque pretendan que les cuentes en qué andas. Con tu respeto, enséñales a respetarte. Los padres aprenden pronto a saber cómo tratar a una mujer o un hombre. Sin llantos de novela venezolana y sin soltar el timón de tu vida, cuéntales y escucha. Tal vez no sepan cómo bajar un archivo de youtube, pero ya le habían bajado 25 años a la vida antes de que empezaras a gatear por la web.  Nadie afilará el acero de tu vida como tus padres.

Finalmente, interésate por tu país. Pertenecemos, tú más que yo, a la humanidad más entretenida que jamás haya existido. Eres de la generación del Facebook, mucho “face”, poco “book”. Mientras estudias, pregúntate cómo lo que aprendes te puede ayudar a construir una sociedad más justa. En lugar de vocear tus grandes planes heroicos para la República Dominicana, durante tus años de estudio, participa en algún pequeño esfuerzo de servicio hacia personas que jamás te lo puedan pagar. A medida que te capacitas, que te duela tu país y lo no resuelto. Si tienes paciencia y no aspiras a subir, milita en algún partido, y pon tus competencias al servicio de algún proyecto político comprometido con una nación más humana. No vegetes en una burbuja engañosa.

Nuestro modelo económico no ha logrado todavía motivar a las grandes mayorías al ahorro, ni crear suficientes puestos de trabajo. Por cada dominicano que ahorra hay diez que peregrinan piadosamente cada noche a una banca de apuesta para sacrificarle su futuro. No mires la pobreza de las mayorías como algo que no te concierne. Mírala como un fuego que ya quema parte de tu casa. Más de un caribeño ha tenido que escapar del fuego de la pobreza con lo puesto encima, con una mano sujetando a la esposa y en el otro brazo, cargando un hijo.

Interésate por tu ciudad. Política viene de “polis”, ciudad, el bien de la ciudad, de la sociedad, el bien común. Recientemente, un amigo profesor de filosofía política en la universidad de Deusto, Bilbao, España, me recordaba estas inspiradoras palabras de Tucídides en su Historia de la guerra del Peloponeso, al relatar la Oración fúnebre de Perícles, cito: “De un hombre que no muestra ningún interés por la política no decimos que sea un hombre que se ocupe de sus asuntos; decimos que aquí no tiene nada de que ocuparse” (Oración fúnebre de Pericles, en Tucídides, Historia de la guerra del Peloponeso, Libro II, párrafo 40). Ten esto por seguro para jamás encerrarte en una cómoda burbuja: no está lejos el día en que aquí se levante una sociedad más justa y se construirá contigo, sin ti o contra ti.

Te has graduado invocando el nombre del Señor. Dios no es un lujo. Si te invitaran al Palacio Presidencia a escuchar al Sr. Presidente y estrechar su mano, irías sin falta. Saca el momento para escuchar la Palabra del Señor y compartir su mesa.  Camina sus caminos que son rutas de justicia, compasión, servicio, paz y solidaridad. Busca su rostro.

Cuando Francia ya tenía 4 años peleando en la Primera Guerra Mundial, le preguntaron a un sargento francés, veterano de la infantería, cuál había sido para él el momento más difícil de la guerra. Todo el mundo pensó que mencionaría las terribles cargas a la bayoneta de las batallas de Verdún o Del Somme. El sargento sorprendió a todos al relatar: — el momento más terrible de la guerra fue cuando caminando hacia el frente, cruzábamos por las poblaciones francesas. Marchábamos con la frente en alto, bajo las miradas afiladas de nuestros compatriotas franceses apiñados silenciosos a ambos lados del camino. Era duro enfrentar su esperanza, porque ¡ellos creían en nosotros!

Amigos y amigas de la promoción 2024, vayan y crucen la carrera y la vida con la frente en alto. ¡Todos nosotros creemos en ustedes!