En cierta ocasión un pariente medio longevo me acompañó a una finquita, él se propuso quemar las avispas que había por montones en las malezas y arboles frutales, mientras yo me internaba por otro sendero. Le había dicho que en verano no lo hiciera por lo peligroso de una indetenible propagación del fuego; unido a otro bastante obtuso no cumplieron con la advertencia por su vieja hegemonía cultural y en un santiamén ardía todo, a tal punto que un vecino campesino tuvo que venir en ayuda con ramos verdes y cubriéndose de la orientación del fuerte viento pudo apagar el fuego. Su cultura de la hegemonía aplicada le dio a entender que se cometen errores en situaciones distintas.
La anécdota viene al caso porque la comparación resulta muy oportuna y aleccionadora para entender que el escenario mundial respecto a la Guerra de Rusia con Ucrania, iniciada el 24 de febrero pasado, Rusia propuso al país vecino que conforme a los acuerdos de Minsk y otros documentos no entrara Ucrania a la OTAN porque era pisar su área geoestratégica, que jamás permitiría Rusia, y más bajo la dirección de Putin; hubo en principios algunas escaramuzas en la frontera entre ambos países, pero Ucrania se presto finalmente al juego geopolítico de la elite gobernante estadounidense y la Unión Europea, entonces los acontecimientos se fueron intensificando en los territorios autoproclamados de Donbass, sitiados por milicias prorrusas y con ayuda político militar de la gran Nación.
Posteriormente desatada la Guerra de Ucrania, esta última quedo atrapada en el juego geopolítico de Eurasia, dado a que estos territorios albergan la mayor cantidad de cereales y granos que suplen 50 % a Europa y otras naciones, tanto como el gas y petróleo por medio de un gasoducto que penetra a Alemania mediante un acuerdo internacional en su construcción; montado en el caballo de la hegemonía USA derivada de la Guerra Fría, y U.E puesta a la cola de la OTAN decidieron apoyar a Ucrania y darle entrada a la Unión, como hacerles cuantiosos prestamos y ayudas que van finalmente a engrosar las arcas de los fabricantes de armas norteamericanos. Queda Ucrania como reo valioso en un situado geoestratégico y la guerra no se detiene, siguiendo su agitado curso, como dijera un locutor en aquel programa radial dominicano. Y lo peor, las sanciones económicas a Rusia por su atrevimiento e intervención destructiva por el presidente Biden, se han convertido en Boomerang, que daña la economía global y la de su propio aliado: la Unión Europea.
¿Qué lección extraemos de esta cruel Guerra? De que ninguna acción política o económica instrumentada no solo salpica al enemigo, sino que enrumba hacia otros lares y naciones porque hoy día la economía esta entrelazada y el comercio exterior es una escalada de cadenas, donde todos estamos encadenados por la tecnología de punta y el transporte por territorios. Nada permanece aislado del comercio internacional y la propia América Latina sufre el daño económico, consecuencia de la Guerra y las sanciones económicas que aplica el gobierno de Biden. Debería USA hacer compensaciones a estos países perjudicados.