Orlando: Te fuiste y no pudiste avisar. No te dieron el chance de hacerlo. Te lastimaron duramente. Ni tú mismo pudiste preverlo. Creías imposible que un amigo te lacerara de la forma en que lo hizo, quitándote la vida y rematándote, con premeditación y demostrada alevosía.
Pienso que probablemente no tenías conciencia de cuánto te admirábamos, de qué dolor tan inmenso éramos capaces de sentir porque alguien te dañara tan despiadadamente y te desapareciera de la faz de la tierra. Es bueno que te enteres de todo lo que hemos llorado, del dolor que hemos sentido al saber que rompieron tu vida, que frenaron tus éxitos y que troncharon tus proyectos.
Quiero dar el testimonio de mi dolor, el de Guillermo, el de mis hijos y el de toda nuestra familia, amigos y allegados.
Te vimos crecer junto a Dilia Leticia, te vimos siendo estudiante, apreciamos tu caminar despacio y sin tregua, de manera prudente y altruista, en cada escenario en que tanto profesional como políticamente te movías.
Siempre teníamos latente mucha admiración para ti, porque de una u otra forma nos hemos sentido en el deber de protegerte al igual que a Dilia, aunque fuere con el pensamiento y la energía, como consecuencia de una sociedad y unas circunstancias que los lastimaron duramente en su infancia y adolescencia. Siempre hemos sentido que la vida fue dura para ustedes y que de alguna manera los que habitamos esta tierra, teníamos un compromiso aunque fuere sentimental con esos dos hermanos que seguían caminando a pesar de los pesares.
Fuiste tan grato conmigo, tan respetuoso, tan cálido; al igual que con Guillermo. Siempre hemos hablado de ti, con cariño, con respeto y admiración por tu buen hacer y la proyección que tenías de un hombre que había decidido abandonar el dolor del pasado, para ser un ente de luz, armonía y concordia con todo el que te relacionabas.
Gracias Orlando por ese ejemplo que le diste a este país, en el cumplimiento de tu deber. No dejaste que la política tradicional doblara tu muñeca y a pesar de las amistades, de los afectos, del dinero aportado, de las presiones, te portaste como un honorable caballero y un funcionario impecable que no se dejó doblegar y que el chantaje no lo venció y hoy nos enorgulleces, nos das esperanzas de que es posible, que sigue siendo posible separarse de las inversiones que los negociantes hacen en las campañas, para luego cobrar con creces a través de negocios sucios, en violación a la ley. Ojalá y que tu cruda experiencia sirva también para que no siga justificándose que para llegar al poder hay que pactar hasta con el diablo. Esas son partes de las consecuencias de tu injusta y dura muerte y de toda la inequidad en nuestra sociedad, porque no es verdad que en política todo se justifica y el poder hay que ejercerlo con prudencia y con límites.
Viví la muerte de una hermana muy amada y sé que es demasiado duro soportar su ausencia. Por eso estoy muy triste con Dilia Leticia, la abrazo con mi corazón y le digo que en este país ella tiene un espacio en el alma de cada gente. Que la ausencia de Orlando es muy fuerte, pero que ella no está sola. Que ella tiene muchos hermanos de solidaridad, del recuerdo, del dolor y de la admiración por la vida digna de Orlando que no sale de nuestros recuerdos.
La vida es un lapso en el que crecemos no solo materialmente y cuando se va se abre un nuevo espacio de vida que desconocemos en sus profundidades, pero de la que de alguna manera y por experiencias vividas, algunas nociones tenemos. En esa vida nueva habita Orlando, de seguro que en paz y nosotros nos encargaremos de mantenerlo presente aquí en esta materialidad, porque él se lo ganó, porque él lo merece. Dicen que muere quien no tiene quien lo recuerde, eso dicen, pero Orlando tiene todo un pueblo que lo quiere, que desea emular su ejemplo y que no lo olvidará jamás.
A su esposa, nuestra Patricia, persona buena y de fe; a sus hijos, a los que no tengo el gusto de conocer personalmente, a Dilia Leticia y a toda su familia quiero decirles que estamos con ustedes en alma, corazón y vida. Que Dios les fortalezca y les consuele. Que Orlando descanse en paz.