Negar lo que somos es una expresión aberrante para no afirmar nuestro verdadero ser. La afirmación viene a cuento porque somos afrodescendientes, marcados por la negritud. Pero, muchos lo niegan hasta hasta la muerte.

Se han estudiado y difundido las expresiones culturales de las personas negras originarias de África cuando es parte de nuestra identidad. Sin embargo, enfrentamos serios prejuicios.

Si lo heredamos, no lo podemos negar. Aun en el país conservamos y se visibilizan diferentes expresiones de nuestra cultura originaria. Unas religiosas y otras músicales, danzarias, culinarias, peinados y narraciones orales.

El pasado 28 de agosto nos recibió con singular alegría y sincera sorpresa, propias de seres humanos que entienden su origen, Erika Álvarez Rodríguez, embajadora de la República Dominicana en Sudáfrica, concurrente con más de una decena de países africanos. Álvarez nos representa ante naciones con quienes compartimos parte de nuestra memoria histórica. Lo hace junto a José Ortíz, ministro consejero, y Samir Sansur, consejero, funcionarios de dicha representación diplomática, con quienes también compartimos, con su especial calidez, propia de los mejores dominicanos.

Si bien heredamos expresiones de la esclavitud, muchos aberran de los aspectos religiosos y musicales, por ejemplo, del gagá dominicano, parte de nuestro patrimonio cultural inmaterial, de la memoria histórica de nuestra afrodescendencia y culto dominicano de Semana Santa para la resurrección y la fertilidad, maravilloso aporte de nuestra diversidad, que, además, contribuye con la reafirmación de nuestra verdadera identidad.

No es nuestra riqueza material, sino la espiritual y las más diversas expresiones religiosas y ritmos musicales, con los instrumentos como los palos, atabales, flautas de bambú, cornetas de hojalata y el sagrado tambú que acompañan dicha expresión musical, que pudimos ver y escuchar en vivo y que tantos anhelan eliminar, son las que hacen parte de nuestra herencia cultural y de nuestra bandera tricolor, la que exhibía en su pecho con especial amor patriótico nuestra embajadora en Sudáfrica.

Histórico encuentro en una nación donde apenas hay registrados en la legación unos 5 dominicanos. Mujeres que conviven en el lar que forma parte de nuestros orígenes africanos, casadas con norteamericanos y europeos, en coincidente recordación de nuestros antepasados de la negritud y europea, que se abre al mundo y que constituyen expresiones de nuestra historia y ser dominicanos, formados por un ser y pensar variopintos que, más que disminuirnos, nos engrandecen.