-Porque: La política es una adivinanza dentro de un enigma.

-Los políticos tienden a no pensar en los medios, solo en el fin.

Después de haber pasado la tormenta, es decir, nuestra interminable campaña electoral, quizás sea el mejor momento para pensar en tantas cosas que suceden o dejan de suceder en el transcurso de estas, como esa de etiquetar cualquier proposición como asunto político o partidista, todo con el fin de desacreditarla. Esto, a sabiendas de que es poco el tiempo de que disponemos para sugerirlas, debido a que estos políticos, si dejan pasar tres meses sin volver a lo mismo, se constituiría en algo digno de estudio, tenemos que aprovechar ahora.

En otras ocasiones, hemos tratado el tema sobre la oportunidad que se le brinda a un presidente reelegido, y, por demás, con conocimiento pleno de que no habrá otra reelección, de hacer un gobierno diferente, sin ataduras políticas que le impidan hacer el gobierno que en realidad desea. Estar claro de que el poder debe usarse para motivar a la gente a sacrificarse para obtener un progreso, tanto material como espiritual; a empoderarse y hacerse dignos ciudadanos independientes, que no estén subyugados a las miserias a las cuales se han acostumbrado, dadas por los políticos y funcionarios con fines políticos personales y que, obtienen sin ningún esfuerzo sin entender que, estas “ayudas”, solo los convierten en borregos, servidores de las aspiraciones de políticos y partidos.

Pocos se han referido -no por desconocimiento, sino, por intereses políticos-, a la peligrosa situación social a la que hemos llegado, producto de poco a poco, permitir que una parte de la sociedad se haya convertido en un parasito irrespetuoso de las leyes y de los llamados hacerla cumplir. Las señales y hechos están por doquier, pero, en vez de combatirlas, simplemente por una errada política, son incentivadas por las mismas autoridades, que, ante el hecho consumado, las legalizan, aupando de esta manera el crecimiento de estas, olvidando una máxima que en su esencia se refiere a que, una cosa que nace ilegal, ilegal se queda.

Bastaría con algunas referencias para comprender el todo sobre estas manipulaciones de los pobres padres de familia, en las cuales se han hecho expertos y que, además, le han cogido cariño y descubierto el lado flaco de los políticos, es decir, el voto. Por eso, vamos a referirnos a cuando decidieron utilizar las placas privadas en los carros de concho, a lo cual las autoridades respondieron dejando de exigir las placas públicas y hoy, el desorden es tal, que no se sabe cuál es el vehículo de familia; el de concho o el taxi y, ni hablar de las franjas que lo distinguían.

Pero, la peor plaga dentro de este caos la constituye los motoconchistas, verdaderos asesinos en potencia, que transitan por nuestras calles sin respetar ley alguna. Ninguna autoridad, ya sea política o policial osa aplicar la ley en contra de esos sufridos e intocables pobres padres de familia cuyo voto se ha vuelto imprescindible por la cantidad que son. Han llegado a tal progreso, que para ellos los seguros de ley; la licencia para conducir y el respeto a los demás que transitan, es simplemente, inexistente.

Hemos mantenido la esperanza, de ver el respeto del paso peatonal en los semáforos, donde usted se detiene antes de pisarla, pero, a la hora de avanzar, ya hay tantos motoconchistas delante, que arrancan como plaga de langostas, dispuestos a arrasar todo lo que encuentren a su paso y, esa esperanza, se ha convertido, en algo parecido a aquello que siempre se acerca, pero que nunca llega, como lo es el mañana. Son un símil de un hoyo, que mientras más tierra le sacas, más hondo se hace.

Pero, como los políticos nuestros -al parecer-, sufren mucho del llamado sesgo de expectativa, que los hace ver y creer en lo que no es, este tema no puede salir del ambiente y continuar, se ha constituido en un deber de todo ciudadano preocupado por su seguridad y la de los demás, sin olvidar, que, la capacidad de los políticos para negar, supera con creces el intelecto de esa mayoría. ¡Sí señor!