A finales de la década de los 80, Thomas Kuhn fue invitado con el filósofo Charles Taylor a un debate sobre el carácter hermenéutico o interpretativo de las ciencias naturales. Mientras Taylor defendía que las ciencias naturales no eran interpretativas porque su objeto de estudio eran datos puros no influidos por el contexto histórico y cultural, Kuhn sostenía la inexistencia de datos puros y el carácter histórico-cultural de su conformación.
Para Kuhn toda observación es un acto de interpretación debido a que, en su concepción, los datos son constituidos por nuestros marcos conceptuales y estos están condicionados por la cultura. Es por esto que, en respuesta a Taylor, llega a afirmar que “el cielo de los griegos no es nuestro cielo”. (El camino desde la estructura, pp 257-267). Cuando los griegos observaban al sol no observaban una estrella; como tampoco observaban la luna como un satélite. En otras palabras, lo que observamos está vinculado de un modo inseparable con los conceptos aprendidos y estos forman una red insertada en nuestras tradiciones culturales. Como estas son distintas, el modo en que nuestros conceptos se relacionan dentro de la red difiere y estas diferencias de relación configuran fenómenos distintos (El modo de observar un sistema solar).
Kuhn sintetiza lo anteriormente referido señalando que no tenemos ningún mecanismo para describir objetos o acciones de una manera neutral, toda descripción se realiza a partir de conceptos que nos otorga la cultura. (El camino desde la estructura p. 262).
¿Cómo logran entonces las comunidades científicas el consenso dentro de sus profesiones? Este fue el problema que Kuhn intentó responder al escribir La estructura de las revoluciones científicas. Como ha señalado Joseph Rouse (en Thomas Nickles, Thomas Kuhn, pp. 101-122), a diferencia de otras comunidades humanas -por ejemplo, las religiosas- las comunidades científicas no comparten tanto un conjunto de creencias o una ortodoxia como un conjunto de prácticas adquiridas mediante el entrenamiento y la educación. Esto no significa que Kuhn sea un constructivista social, pues reconoce, como Immanuel Kant, la existencia de un mundo objetivo, independiente de nuestros deseos y creencias, aunque incognoscible.
En su desarrollo intelectual, Kuhn hizo más énfasis en el problema de la transmisión educativa de los conceptos y como estos permiten estructurar los mundos que describen. Es destacable con respecto a este problema que dos individuos pueden compartir un concepto y su aplicación sin la necesidad de compartir una creencia concreta sobre las características del objeto al que se refieren. Esta situación abre el camino a un problema de inconmensurabilidad, pues dos personas pueden estar empleando el mismo concepto sin otorgar el mismo significado, a menos que sean compromisarios de una cultura común.
La ontología kuhniana y el problema de la inconmensurabilidad nos permite trazar una analogía suave con las comunidades digitales actuales, espacios por excelencia de la posverdad. Aunque aquí, los mundos no se constituyen por un proceso de prácticas compartidas similares a las científicas, sino por la ingeniería misma de las plataformas digitales, los círculos cerrados o burbujas que se configuran a partir de su funcionamiento y la “instrucción” que proporcionan.
Pareciera que los usuarios de las redes digitales habitan en mundos donde se van gestando culturas distintas. Así, los conceptos remiten a situaciones problemáticas diferentes, mecanismos de contrastación contrapuestos y observaciones incompatibles. En esta situación, la comunicación se quiebra pues no hay acuerdo en los problemas cruciales del espacio público y sus causas, como tampoco se logran pactos de cómo aceptar o no la refutación de una información o el nivel de realidad atribuido a un video, a un podcast, a un docudrama o a un reel.
Al igual que con las comunidades kuhnianas, el problema no radica en que estas comunidades digitales no compartan una creencia -la vida se alimenta de esta pluralidad- como en el hecho de que no compartan una cultura común de observación-interpretación.