Acaba de trascender, o de filtrarse, la información que da cuenta de que la Organización de las Naciones Unidas, está organizando una invasión o intervención militar en la República de Haití. No debe sorprender a nadie, si en las oficinas del organismo multilateral se han hecho reuniones acerca de Haití y su crisis permanente, a puertas cerradas y sin invitar a los representantes de nuestro país.
La misión de paz, en este caso a cargo de tropas militares y técnicos de la República de África oriental de Kenia, supervisados y supuestamente acompañados de fuerzas militares y técnicos de los Estados Unidos, habrá de estar contenida en una Resolución de la Asamblea General relativa al caso, con arreglo al Capítulo 7 de la Carta de la ONU, que es la que autoriza el envío y empleo de fuerzas con armamento y municiones con capacidad letal.
La República Dominicana no puede participar, dando cumplimiento al capítulo 2, de la Carta, en lo relativo a las misiones de paz de la ONU, donde dice que ningún estado limítrofe, es decir fronterizo, con el país intervenido por las misiones, no puede participar en la fuerza de tarea multinacional, o la coalición de cascos azules, que sea creada al efecto, por el carácter intervencionista que podría tener, o que se le podría dar.
Lo que si puede, y debe hacer la República Dominicana es reforzar las tropas militares destacadas en la frontera, ante la reacción y el estado de situación que podría desencadenarse, con oleadas de ilegales , que deben ser recibidos en calidad de refugiados, tomando en cuenta los millones de nacionales haitianos que viven de este lado, ilegales o no, además de la ausencia de gobernanza y estado de derecho en Haití, unido al cóctel explosivo de las, al menos, nueve bandas criminales que son las que ponen cierto orden al controlar el caos permanente y el colapso de los servicios, suministros de alimentos y combustible, e infraestructura mínima, con que cuenta la República de Haití.
Las Misiones de Paz de la Organización de las Naciones Unidas tienen como fundamento la misma declaración de principios de la Organización de las Naciones Unidas y el artículo 24 y 25 de su carta constitutiva, a la par con los postulados contenidos en la Carta constitutiva de la Organización de Estados Americanos.
El espíritu de dichos artículos de las cartas constitutivas de ambos organismos internacionales es el de ayudar, de manera conjunta por parte de los Estados miembros, al mantenimiento de la paz mediante la solución pacífica de conflictos.
Para ambos organismos, la agresión de un Estado hostil contra otro Estado, es considerada como una agresión contra todos los Estados miembros de la organización. Es un principio de solidaridad obligatoria también consignado en el TIAR o Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca.
Las Misiones de Paz de las Naciones Unidas, “se encargan de prevenir posibles causas de dificultades y aseguran la solución pacífica de controversias y organizan la acción solidaria de los Estados miembros en caso de agresión “Esto suena muy lógico y hasta tal vez poético, pero la cruda realidad de Haití, rebasa la razón y el nivel de entendimiento mínimo que deben observar, partes en conflicto permanente.
Antes de citar las misiones de la ONU en Haití, es preciso definir el concepto Misiones de Paz u OMPs, a saber “Las operaciones de paz son aquellas operaciones auspiciadas por la Organización de las Naciones Unidas, de conformidad con el mandato aprobado por resolución del Consejo de Seguridad y que, normalmente, cuentan con el consentimiento de las partes implicadas. Se establecen para ayudar a controlar y resolver conflictos, se realizan bajo el comando y control de la ONU, y se financian colectivamente por los Estados Miembros quienes proporcionan de forma voluntaria, el equipo y el personal tanto civiles como militar que se considere necesario.
La intervención que se está gestando, estaría a cargo de tropas de la República de Kenia, país que tiene 582,646 kilómetros cuadrados de superficie y una población actual de unos 54 millones de habitantes, con el puesto 74 del PIB global, que logró su independencia el 12 de diciembre de 1963 y que tiene solo un 1.1 por ciento de su Producto interno bruto, en gasto militar, según datos de la CIA Factbook.
Las misiones de paz tienen como sustento los principios de legitimidad, consentimiento de las partes, imparcialidad, uso mínimo de la fuerza, credibilidad, negociación y mediación.
Para que el envío de una misión de paz sea aprobado se requiere un mínimo de 9 votos a favor de los 15 miembros del Consejo de Seguridad, organismo superior de la ONU, y ningún voto en contra de los cinco miembros permanentes del Consejo, mientras que el financiamiento debe ser cubierto por todos los Estados miembros.
Las misiones de paz conllevan el suministro de tropas, fondos, equipos, asesores y técnicos. Las tropas tienen un carácter necesariamente multinacional para poder fortalecer el principio de imparcialidad de la misión.
Las Misiones de Paz de las Naciones Unidas tienen como objetivo fundamental el mantenimiento de la paz, o Peace Keeping, pero también la construcción de la paz, o Peace Building. Los Peace Keeping o mantenimiento de la paz, consiste en todas las acciones para manejar conflictos dándole salida pacífica y negociada. Los Peace Building, o constructores de paz, más complejos, conllevan el fortalecimiento o creación de instituciones, mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos, entre otros aspectos de solidaridad internacional.
El envío de tropas militares multinacionales implica, necesariamente, el uso de la fuerza con un carácter disuasorio y en misión humanitaria, para restablecer la paz en el país intervenido, hasta tanto se comience a consolidar el proceso democrático y la paz retorne ante el cese de hostilidades y conflictos.
La misión humanitaria tiene, en la mayoría de los casos, que encargarse del desplazamiento seguro de refugiados, que podrían, en este caso, ser recibidos en campamentos construidos a cuenta de nuestro país, dando cumplimiento al Plan de contingencia firmado por la República Dominicana, en 2019, con la Organización Internacional de Migraciones, OIM, y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados, ACNUR, y la construcción de alojamientos seguros para ellos y sus familias, así como también el suministro de alimentos, educación, medicinas y atención médica, ropa, y servicio de Internet gratis, entre otras facilidades. Parece ser inevitable que carguemos eternamente con Haití.
El aspecto militar es delicado por el uso de la fuerza para imponer la paz, para ser mediadores en la solución arbitrada de los conflictos, sin llegar a ser vistos como una fuerza militar de ocupación pura y simplemente.
Esta muy probable intervención multinacional en Haití, abre un nuevo capítulo y un nuevo escenario y, nos muestra, como una herida abierta, la grave y terrible situación de Haití, por ello, la llamada comunidad internacional, que en el caso haitiano, encabeza Estados Unidos, Canadá y Francia, deben comenzar inmediatamente se tome algo de control, comenzar la construcción de infraestructura, hospitales, viviendas, escuelas, centros de servicio ciudadano, suministro de alimentos, medicina y combustible, entre otras carencias apremiantes que golpean al vecino Haití, que ya está mudado en nuestra casa.