En sus viajes por el mundo, “Cipangu” o “Jipangu” es el nombre acuñado por Marco Polo, un viajero italiano durante el siglo XIV. Escribió un libro sobre sus aventuras asiáticas y es ampliamente reverenciado como el mejor libro de viajes antiguo hasta ahora. Su mapa de viaje se utilizó como guía para muchos viajeros posteriores, incluido Cristóbal Colón. Viajó durante 24 años y visitó Persia, India y China, Japón, el sudeste asiático y finalmente regresó a Venecia donde murió.
La economía japonesa, otrora una de las más desarrolladas del mundo, siempre estuvo bendecida por la resiliencia de su pueblo y su enorme capacidad de negociación para competir en el exterior.
Sin embargo, desde el año 2021, Japón esta experimentando una inflación galopante alimentada por la escalada en los precios de los hidrocarburantes y el acero; ambos son totalmente importados desde el exterior.
La inflación mayorista japonesa subió a un máximo de 40 años en octubre, saltando un 38% interanual en términos de yenes. Ahora, los precios al consumidor todavía están muy lejos del objetivo del 2% del BOJ (Banco Central Japonés). Su índice de precios al consumidor subyacente subió un 0,9% interanual en octubre. En adición, el yen japonés está en su nivel de convertibilidad más bajo en sus últimos 20 años, frente al dólar estadounidenses.
De ahí que la combinación de costos globales crecientes y un yen en picada, crean en Japón una estanflación económica:
1-Los precios de la gasolina subieron un 21,4%, el mayor salto en más de 13 años.
2- El queroseno aumentó un 25,9%.
3- Los productos básicos globales en general se están volviendo más caros.
4- las interrupciones en la cadena de suministro también están causando estragos en cuanto a la inflación.
Si esta situación persiste podría conducir a una estanflación, una situación grave en la que se produce inflación mientras la economía permanece débil.
Hay preocupaciones aún mayores sobre cómo podría responder el BOJ, si opta por reducir sus enormes compras, de bonos y acciones del gobierno. Esto podría hundir más los mercados financieros de la nación, creando caos e incertidumbre. También podría optar por reabrir al turismo en las próximas semanas para así reactivar la demanda.
Lo anterior nos lleva a comprender por qué Japón quiere ser el primer país que adopte por completo el Gran Reinicio: está a punto de entrar en una "espiral de la muerte" inflacionaria.
Otro factor que esta creando mucha ojeriza es la simbiosis que existe entre la economía norteamericana y la japonesa; la caída del yen podría conducir fácilmente a una caída de los bonos del Tesoro de EE. UU., devaluando más el Dólar estadounidense y la convertibilidad de su deuda. Esta situación podría fácilmente conducir al desplome de los bonos del Tesoro de los estados Unidos.
NOTA: Los japoneses son los mayores tenedores de bonos del Tesoro de EE. UU. en el mundo. Poseen más que China, más que cualquier país europeo, más que cualquier otra entidad excepto la Reserva Federal de EE. UU; ¡Japón tiene 2 billones de dólares de esa deuda!
Esta amenaza tuvo sus inicios cuando la secretaria del Tesoro de EE. UU., Janet Yellen, y la administración de Biden rechazaron la solicitud de intervención financiera del ministro de Finanzas de Japón, Shunichi Suzuki, cuando el yen se tambaleó, lo que obligó a Japón a vender sus bonos del tesoro de EE. UU. para apuntalar su moneda.
Como resultado, la Reserva Federal imprimió más dinero para invertir billones de dólares en la recompra de bonos que ahora estarían en el mercado, lo que hubiera provocado otro aumento en la inflación.
Como podrá apreciar el lector, la situación en Cipangu no está del todo halagüeña y podría arrastrar a los Estados Unidos hacia un laberinto de una deuda insolventable.
PREGUNTO: ¿Cuáles podrían ser las consecuencias para nuestro país?
Se lo dejo de tarea a mis colegas economistas nacionales.