-Porque: “La dificultad viene de nuestra falta de confianza”.
-“Nada tiene poder sobre ti si tú no lo quieres. Piensa en esto en cada ocasión que se presente”. Bucay.

Continuando el tema de la pasada semana sobre nuestra creencia de que los políticos y solo los políticos son los llamados a dirigir nuestro destino, aun sea obligándolos a ser los primeros de preocuparse por la ejecución de las leyes y ser los primeros en cumplirlas, parte de nuestra mente legalista y justa, que podría inclusive, hacernos sentir una asquerosa repugnancia contra cualquier tipo de violencia contra la autoridad legalmente constituida. 

En la actualidad tenemos temas espinosos como ese de la inmigración ilegal de los ciudadanos del Oeste, con el cual no se puede jugar a la irresponsabilidad política y menos, al miedo a tomarlas por el qué dirán, y más, cuando como en este momento, que supuestamente no se deben tomar decisiones por fines políticos proselitistas, ya que, quien dirige a manifestado su clara intención de no volver a intentar una desgraciada nueva postulación, definitivamente, es el momento de expresar, tal y como en una situación muy semejante, en el África cercana para ellos pero lejana para nosotros, referente a la seguridad nacional y hasta la existencia de la propia nación, un militar expresó que; “es mejor que nos separemos -en este caso, permanecer separados-, un poco y sobrevivamos, porque es peor que nos aproximemos más y perezcamos en la colisión”. 

En tanto, existen ese tipo de problemas, los políticos se preocupan más por ejercer un clientelismo político absurdo y corrupto, el cual arrastra un grave problema moral y ético, que incita a la vagancia y la creación de falsos valores, encabezados por algunos faranduleros, narcotraficantes, y, sobre todo, lavadores de la narco-farándula, pero que, a los políticos les importa un bledo el codearse con esas crápulas públicamente, y, hasta llegan a  glorificarlos, lo que conlleva a enviar un falso mensaje a la juventud desprotegida, y, todo, por el sucio dinero producto del narcotráfico. 

Pero, la degradación de principios y normas ha llegado a tal extremo, que lo peor ocurre con las empresas mal llamadas sindicatos, y el gran poder político que han adquirido y aplican, sin siquiera hablar del manejo de sus “dineros”, los cuales, son declarados patrimonio personal de sus “líderes”, donde solo uno de estos, declaró que sus recursos monetarios alcanzaban la módica suma de unos tres mil millones de pesos. 

Otro de esos que componen los tentáculos con los cuales ahogan a sus afiliados en busca de supuestos o reales beneficios para sus miembros y para los cuales no han existido jueces o gobiernos que les pongan el cascabel, lo constituye el Colegio Médico Dominicano (CMD), anda pal caray, no, no, nooo, me quise referir a la millonaria Asociación de Profesores (ADP) como otra cabeza perversa de esa medusa que manipula tanto a profesionales como obreros y, las Asociaciones -todas- que tienen que ver con el transporte público. 

Son, precisamente, estos “líderes”, que al igual que los narco-políticos, en base a “su” dinero, han podido revertir sus destinos hasta llegar a dejar de ser y convertirse en “onorables” y dignos dirigentes, para los cuales -reitero-, no hay ley alguna que les haga mella, ya que, al llegar a estas categorías, son como los políticos, es decir, se convierten en una ecuación que nunca cierra. 

Vale decir, que vivimos en tiempos de una increíble turbidez, donde las realidades y verdades son difíciles de cernir entre tantas pajas regadas en el medio. Y, por qué no decir que el desarrollo sin reglas claras de las redes se han llevado por delante la profesión de periodista, cualquerizando una profesión digna de mejor destino, pero que, el narcotráfico, los lavadores de dinero sucio y hasta abogados que primero sirven a los narcos como tales y luego como seguidores acérrimos y, otros tantos que han elevado el evacuar heces por la boca en un arte, no es de extrañar, que en vez de vivir como humanos, nos desempeñemos como fieras salvajes, en medio de una jungla. ¡Sí señor!