Las relaciones personales suelen ser un rompecabezas. Siempre se dice que son difíciles. Cuando mi esposa y yo empezamos a conocernos, prometimos construir una relación consciente; que no partiera del hecho en que políticamente, militáramos en el mismo nicho.

La historia nos dice que siempre buscamos gente que cumpla nuestras expectativas, que nos hagan felices; y esta perspectiva no realista activa infinidad de conflictos. Es como si renunciáramos a ser dichosos por nuestras propias cuentas, y en su lugar pusiéramos en manos ajenas las propias esperanzas de ser felices. Por eso, no es de extrañar que las relaciones personales se conviertan en una fuente de problemas y un rompecabezas indescriptible. María Teresa de Calcuta nos decía: “Si juzgas a las personas no tienes tiempo para amarlas”.

El amor romántico, o inconsciente, como dice mi amigo y hermano Ricardo Fajardo*, poco tiene que ver con el amor verdadero. Esa confusión es la causa de la mayor parte de los conflictos en las relaciones de parejas. El romanticismo es una idealización, un apego o pura necesidad del otro; y la necesidad es una falta de amor severa hacia la persona que dice amar.

La concepción romántica del amor es una mutilación del amor verdadero; y es el autor de la mayor parte de los conflictos entre hombres y mujeres que han sido victimas de sus propias fantasías. Esto no implica que no sea beneficioso ser afectuoso, cariñosos, atentos, tiernos, detallistas, cálidos, suaves entregados…. con las personas con las que nos entregamos o relacionamos. Quiere decir que únicamente siendo consciente de en qué queremos convertir las relaciones; podremos construirla sanas y conscientes. Pero, eso suena tan sencillo, ¿Como se consigue?, ¿cómo podemos crear vínculos que funcionen?

Dejar de buscar y convertirse en la clase de persona que se busca, después de una ruptura, hacer una “dieta de relaciones”, darse tiempo y espacio, como ha hecho el profesor Bartolomé Deschamps.

Efraín Sánchez Soriano (Pocholo) en un compartir en casa de Manuel Castro en Nueva York, me llama y dice: “Camarada, dejó su media naranja; yo le respondí, “mi media naranja no, mi naranja completa”. Desde que hice conciencia y asumí cierta madurez en las relaciones personales, desde el punto de vista emocional, he creído que las personas son “completas, no creo que le falte su media naranja; son una naranja completa”. Por supuesto, esto no significa que no quieran tener una pareja, (o una amistad), la desean; pero no la necesitan, son cosas muy diferentes.

Las personas conscientes comparten a plenitud, no se relacionan para completar sus supuestos vacíos, ni para mitigar la necesidad de estar acompañados. Y entonces, de alguna manera, dice el refrán popular, lo que está completo atrae lo completo y lo que está incompleto a lo incompleto. Los que intuitivamente entendemos cuando dos personas se encuentran y se reconocen completas en sí mismas y no necesitadas, las relaciones empiezan y fluyen con suavidad.

¿Cómo encontrar una persona completa en sí misma, no necesitada?, Pudiera parecer extraño, pero la clave es reflejar las cualidades que buscamos en la pareja ideal.  Si alguien quisiera tener a su lado a una persona cariñosa, lo mejor será mostrarse cariñoso(a); si desea conocer a alguien educado, lo propio es mostrarse formado… Cuantas veces olvidamos esta sencilla regla: Se tu la persona que quisieras tener a tu lado…, y tarde o temprano aparecerá y se fijara en ti (como no iba a hacerlo si se verá reflejada).

Las personas conscientes que reconstruyen una relación en realidad no la buscan, aunque tal vez la esperaban.” Buscar pareja” ideal, o amigo(a) ideal sería tanto parecido a la predica de la película “Pasión de Cristo, buscar una aguja en un pajar.” Porque buscar, por definición, significa implícitamente carencia, ausencia, necesidad… No puede buscarse una relación, todo lo que se puede “hacerse es construirla”.

Los seres humanos a veces no siempre entendemos, ¿por qué nos llega a nuestro entorno, un mismo estereotipo de persona, ya sea de parejas o de amistades? Una y otra vez sus relaciones parecen fotocopias siguiendo el mismo patrón; parecería que no haya otra clase de persona disponible para ellas.

No sirve de mucho buscar a alguien con tal o cual cualidad. Lo que se requiere en su lugar es ser uno mismo adecuado y estar en posesión de esas facultades, sí se es útil, como dice el “refrán popular, citado más arriba, como los iguales se atraen,” aparecerá alguien con esos atributos”. En el proceso por construir una relación consciente con mi esposa, no quiero decir que todo ha sido perfecto, todo no ha sido color de rosa, ha habido momentos difíciles con algunos exabruptos; pero “hemos seguido una estrategia mucho mejor que el ego y se basa en el amor consciente, algo así como “amor sabio;” pero no una sabiduría de la cabeza; sino del corazón”.

1)Ricardo Fajardo fue sacerdote por 35 años.