Cuando supe que era psicóloga de profesión, me pregunté, "¿y es que ella se ha equivocado de carrera?" Después, indagando sobre su vida, supe que ella también es pianista y una doctoranda de Humanidades, estudios sociales y culturales del Caribe, en la -UASD, entonces, reconocí que valió la pena equivocarme, porque, al ver su pintura, pude percibir la policronía y el misterio de vivezas que van simbolizando las imágenes de esta artista o de esta humanista, sobre el lienzo.
La naturaleza, el mar, los ríos, el horizonte y la cotidianidad, se adueñan de sus trazos pictóricos, haciendo de su pintura la viva imagen de lo visto, de la imaginado y de lo sentido, por parte del sujeto espectador.
El mar, el horizonte, las barcas y la cotidianidad de la vida, de su y de nuestra vida, asumen el punto del pincel que avanza en la búsqueda de la multiplicidad de sentidos, desde el esplendor de las metáforas cromáticas sobre el lienzo y los misterios que se anidan en la pintura de esta artista del pincel y del pentagrama.
Las flores, aquí no son flores, son signos, metáforas y simbologías que se engarzan en procura de representar lo que el ojo de la artista procura trascender. Es lejanía y cercanía,a la vez, la que, desde la pintura, en este caso, nos
atrapa, como ruta del disfrute estético que, desde estos cuadros, emana.
Aquel amarillo ocre, adquiere el valor estético que, desde el pincel, la humanista ve y proyecta desde su creación pictórica, lo cual es lo mismo decir, desde su poesía cromática. Miro sus flores y es la naturaleza expresada desde el pincel, hecha signo y sentido, la que nos envuelve, desde la estética sincelada en misterio y color, ante nuestros ojos.
El campo, tu campo o mi campo, como espacio geográfico vital, también es trabajado aquí por esta pintora, desde el trazado convertido en símbolo, en imágenes que nos dicen o nos comunican, desde sus tonos.
Es esta una práctica pictórica que está fundamentada en el potencial creativo de la humanista y que se expande desde sus cuadros, en búsqueda de aquellos mundos que la pintura nos entrega o que ella nos aguarda, desde su acción estética.
La figuración del camino, desde la puntura de Mádelin Martínez, es el trayecto hacia la casa o el hogar, marcando el espacio familiar, desde la imagen de techos en rosado y paredes blancas y distancias y nubes, y tierra y paredes.
El agua en movimiento, desde el río, adquiere vida, rebazando el atajo de las piedras, para caer hecha sonido, deslizamiento y espuma.
Hay que tener temple y mirar artístico o estético, para hacer brotar fuerza y vida, al dibujar un río entre piedras. Esa acción sólo es posible cuando el pulsor y el tino del creador o de la creadora, en este caso la pintora Martínez, se sabe poseedora de pertinencia y dominio de su arte pictórico, en procura de la plenitud, como tributo al espectador.
La pintura, en este caso, es un discurso de luz y color que comunica mundos policromáticos que se anteponen y traspasan la realidad tangible e intangible que nos circunda.
Es esta una producción creativa que, desde los códigos de los colores, expone ante el mundo el universo creativo y recreativo de esta artista del pincel, de la cual esperamos organizar su exposición pictórica ante el país y el mundo, como tributo a un público espectador que aguarda por sus producciones, como acto creativo, desde su arte y desde sus partituras musicales, esta vez, convertidas en expresión de colorido y en esplendor de lo estético, desde el pincel.