El buen cine es una de las experiencias más gratificantes en las que puedo encontrar placer, especialmente cuando logra despertar en mis reflexiones sobre la existencia humana; donde se resalte el nivel artístico de un buen director. Y fue la impresión que me lleve al ver la película Napoleón. Es una realización de uno de los grandes cineastas, Ridley Scott.
La misma utiliza como argumento principal, no solo las bien conocidas historias bélicas de uno de los hombres más influyentes del siglo XIX y del cómo fue parte integral del proceso de conquista europeo. Empero, refleja la fragilidad de un hombre con una fuerte lucha interna, agobiado por los constantes procesos de cambios de una Europa que le cerraba las puertas a la monarquía y al feudalismo.
Es genial la manera como el cineasta británico navega a lo interno de una mente hambrienta de poder, movida -quizás- por encajar en un espacio-tiempo. La historia muestra al Napoleón dubitativo, sentimental y abierto a profesar un amor incondicional que no le retribuía más que tristeza. Este hombre, parte esencial de la transformación de Europa, que gracias a su legado posiciono a Occidente en una referencia inequívoca en el aspecto constitutivo, académico, jurídico, estatal, etc. En gran medida dejó su impronta en todo lo que nos rodea.
Sin lugar a dudas, el film logra ambientar a la perfección, por medio de la utilización de recursos modernos, la recreación de un personaje histórico; sin ser una tarea fácil. El director británico nos transportó conscientemente -casi- dentro de la mente de este personaje inescrupuloso, que sin pertenecer a un estatus aristocrático; influyente, condujo al actual modelo europeo.
Conocer cada espacio de la psiquis de un personaje que se desarrolla dentro de un ambiente de violencia y hostilidad y que la propia complejidad de su existencia reflejaba un escenario probablemente de trastornos. Hoy y de la mano del experimentado director Ridley Scott, nos trae una historia fresca que nos ayuda a entender un poco la paradoja del Napoleón mortal. Ahogado en una constante sensación de dolor que lo marco hasta el día de su muerte. El conocer, por medio de la producción a un Napoleón lleno de incertidumbres; nos acerca a comprender el vacío existencial con el cual intento enderezar su vida.
Napoleón Bonaparte, que se sitúa al mismo nivel de otros grandes conquistadores como Ciro II el Grande, Alejandro Magno, Julio César, Atila, Gengis Kan, Tamerlán, Hernán Cortés, Francisco Pizarro y que es fue un punto de referencia a la hora de mencionar quienes lograron transformar el escenario global. Mientras que para muchos fue un dictador con cierta incompetencia emocional, para otros fue quien introdujo los cambios que dieron lugar a la Europa de hoy.
Lo importante es que de la mano del director Scott, nos llega una historia que nos acerca al hombre imperfecto que se adelantó a su tiempo. Aferrándose a su manera de pensar, aunque no siempre pudo hacer frente a su propia realidad interna.