Es un despropósito decir que el cargo le ha quedado grande al maestro Editrudis Beltrán Crisóstomo, rector magnífico de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

Peor aún: resulta agraviante señalar, con respaldo en conocimientos lejanos, que el maestro Editrudis Beltrán Crisóstomo ha introducido en el honorable Consejo Universitario una visión experta (no prestamista), siempre vigilante de los ingresos y egresos, al margen de compromisos institucionales de poca monta.

Delata fuerte malquerencia presentar al maestro Editrudis Beltrán Crisóstomo como cabeza de un haz de amigos siempre prestos a rubricar su estilo, su inacción, cuando se trata de desembolsar en favor de quienes, hoy viejos y enfermos, consagraron su vida a la universidad.

Desde todo punto de visto es un tremendismo mondo y lirondo señalar con el anular (con el índice nadie se atreve) al maestro Editrudis Beltrán Crisóstomo en relación con el desacato de resoluciones del honorable Consejo Universitario. ¡Hay que estar vivo para ver y oír cosas infundadas!

El hecho de que el rector magnifico de la UASD haya vuelto el costado (no la espalda) a la resolución No. 2001-194, del 28 de noviembre del 2001, que dispone la actualización de la pensión de pasadas autoridades electas y jubiladas, no es criticable en absoluto. Al efecto reza a su favor el apotegma de “borrón y cuenta nueva”. Además ¿por qué él y no otros? Lo lógico es que esos jubilados sobrevivan hasta los próximos rectorados para que hagan su reclamo.

Hablar de continuidad institucional en relación con los compromisos y resoluciones del Consejo Universitario no toca la gestión del maestro Editrudis Beltrán Crisóstomo, ya que antes de Maquiavelo se sabía que “cuentas viejas no se pagan”, sobre todo “si han cesado los motivos que impulsaron a prometer”.

Es verdad que el 30 de septiembre del 2006, mediante la resolución No. 2006-l66, el honorable Consejo Universitario decidió “Aprobar la inclusión en el presupuesto del 2007 la partida correspondiente” para honrar la resolución No. 2001-194. También es verdad que el rector Franklin García Fermín inició su aplicación con los exrectores. Ah… ¿pero quien ha dicho que la inconducta del rector García Fermín es un ejemplo a seguir?

Claro que el rector magnífico, maestro Editrudis Beltrán Crisóstomo, no  incurre en displicencia ni desidia algunas en relación con la sentencia No. 158-2013, del Tribunal Superior Administrativo, que dio ganancia de causa a ex autoridades jubiladas…; tampoco en relación con el fallo favorable No.TC/0409/15, del 22/10/2015 del Tribunal Constitucional…. Tales disposiciones -huelga decirlo- no son más que provocaciones que transgreden en forma flagrante la autonomía de una universidad situada por encima del bien y del mal, y que, bien se sabe, entierra sus orígenes en el año 1538, que no es paja de coco. Por si fuere poco, la intromisión de las altas instancias judiciales crea intranquilidad y desasosiego, y torpedea la paz en la familia universitaria.

No se niega que en la necedad de su reclamo las ex autoridades jubiladas de la UASD han visto morir con las manos vacías a Antonio Lockward Artiles, Virgilio Bello Rosa, Jesús de la Rosa, Nicolás Madé Serrano, Luis Belliard, Teobaldo Rodríguez, Plácido Cabrera, y Temístocles Roa…, pero, a más de que todo el mundo muere, es obvio que la universidad del Estado no puede olvidar los consejos de El Quijote a Sancho Panza cuando este iba a asumir la gobernación de la ínsula Barataria:

“Hallen en ti (Sancho) más compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia que las informaciones del rico”-

Quienes nos sentimos identificados con el maestro Editrudis Beltrán Crisóstomo, rector magnífico de la UASD, no le regateamos respaldo ni un instante, aunque resulta palmario que no lo necesita. Para sus desaforados detractores tenemos “El golpe de bibijagua”, con música de Julio Cuevas, trompetista cubano de los años 40 del siglo pasado. El dice así:

Sepan todos, de una vez y para siempre, que el maestro Editrudis Beltrán Crisóstomo, rector magnífico de la universidad primada de América, podrá parecer un íncola con sordina y orejera frente al reclamo de las ex autoridades electas y jubiladas, pero no transigirá; no va a molestar con pedidos insignificantes al presidente constitucional Luis Abinader Corona, un amigo magnánimo de la UASD;  un presidente que ha hecho posible que un ente (en el sentido de Heidegger) haya llegado y permanecido sin problemas al frente de la universidad más vieja del continente. Es categórico: no se dará cumplimiento a la resolución del Consejo Universitario No 2001-194; no se molestará al amigo presidente para favorecer demandas de ex autoridades que ni siquiera son eméritas. No se va a correr el peligro de que tilden a la universidad de “barril sin fondo”.

Lejos, muy lejos está nuestro rector magnífico de “las aguas heladas del cálculo egoísta”.