Hay que morirse cuando la gente le tenga pena a uno. Cuando ya estemos tan desgastados, estrujados y maltratados que el cuerpo mismo pida "¡piedad!", ya no aguanto ni un segundo más.
Yo sé que nadie quiere morirse y nos la pasamos "evitando eso", pero la realidad es que a todos nos toca, ya que "todo lo que empieza termina.". No conozco "algo" que se haya hecho eterno. Por ahí se comenta del alma y del espíritu y demás "fluidos" que "son eternos", pero "la realidad" es que, obviamente, no sabemos nada; todo es simple y llana especulación.
De todas formas, "mi consejo" ante un final tan inevitable y "objetivo" es que no posponga tiempo de calidad por tiempo de cantidad. Por más cosas que haga tratando de alargar su estancia terrenal, terminará como una momia egipcia…
No terminará su vida ansiada de cien años como una de quince. Por más que corra diariamente o se alimente "juiciosamente" y evite las fiestas y demás desórdenes que nos hacen "montar" en trances de despojo, usted "guindará los tenis" en una piel arrugada y seca.
Lo que lo llevará a meditar en esos momentos aciagos si valió la pena "existir o vivir". ¿Valió la pena llegar hasta aquí como todo un equilibrista evitando "morirse antes"? ¿Qué dejó de disfrutar intentando ser un "buen chico"?
Lo peor que nos podría suceder ante esos minutos finales es lamentarnos de no haber tenido una vida menos temerosa y relajada, más audaz y arriesgada que "esa" en la que el afán de existir no era "el propósito" en sí, sino simple y llanamente… vivir.
Claro que muchos dirán, este tipo, es decir, yo, ¿qué disparates dice si yo "disfruté" mi afán de equilibrista? Lo mío "era eso": hacer ejercicios, comer limpio y mantener mi cuerpo "saludable"…
¡Dentro de "ese afán" o hábito o disciplina, como le quieran ustedes llamar, existe algo más profundo y es que ¡"estas personas" le tienen un miedo terrible a la muerte! No aceptan el final, sino solo el principio, al que nunca cuestionan…
Cuando a mí me toque, espero que sea de viejo; estaré orgulloso de lucir como la bruja "Hermelinda Linda", aquella toda deformada de los "paquitos" mexicanos de antaño. Distorsionado e irreconocible hasta por mí mismo.
¡Un cuerpo totalmente devastado y tan usado que me recuerde "la vida loca" que viví! Bueno, exagero un poco, pero sí que me recuerde, que toda esta masa gastada y pálida vivió siempre con intensidad y sin miedo los momentos que había que vivir. Sin cuestionarse tanto.
Que la muerte se lleva los despojos exprimidos, un trapo que apenas suelta algunas gotas de vida. Que lo mejor, es decir, "lo sano" se gastó en el camino y no se quedó hasta el final pensando que así la evitaría.
Me miraré en el espejo, si es que todavía puedo pararme, y me sonreiré desdentado, lleno de manchas y de huecos, desde una "plataforma extraterrestre" que se mira asombrada en lo que terminó, pero consciente de que la existencia sin vida es más triste que el marciano, al otro lado del espejo. ¡Salud! Mínimo Sanero.