En 1972, el pasado ministro de salud de Canadá, Marc Lalonde, revisó cientos de miles de fallecimientos de ese país y determinó que para las violencias, accidentes de tránsito y enfermedades no transmisibles, el modo de vida y las conductas patogénicas, eran precipitantes de estos fenómenos.

Presentó sus impactantes propuestas que reformaron la seguridad social canadiense. Acentuó políticas públicas que influyeron en toda América. En 1974, publicó su obra "Nuevas perspectivas sobre la salud de los canadienses", un documento conocido como "Informe Lalonde".

El reporte tuvo un efecto transformador en la forma como el mundo piensa la salud. Es uno de los documentos más prácticos para prevenir fenómenos que como los accidentes de tránsito afectan la vida. Bosqueja un marco conceptual para una comprensión holística de la salud y la calidad de vida como resultado del modo de vida, medio ambiente, organización de la atención sanitaria y la biología humana. Para la OPS/OMS el Informe Lalonde es piedra angular.

 De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), todo buen programa de seguridad vial debería enfocarse en los cinco grandes factores de riesgo de morir por accidentes de tránsito. Primero, la no utilización de cascos homologados por motoristas. 80% de ellos fallecen por paro cardiorrespiratorio, pues el choque de la cabeza contra el pavimento o una superficie dura, les lesiona su centro anatómico de control de la respiración que se ubica en la médula espinal.

El segundo factor es el exceso de velocidad por encima de los niveles permitidos, y en vías que no tienen las debidas señalizaciones y condiciones. Tercero, la ingesta de alcohol antes de conducir. Mientras casi el mundo entero tiene prohibido los anuncios de alcohol en vías, aquí son los más atractivos y frecuentes. Igualmente, miles de gasolineras dominicanas son centros de consumo masivo de alcohol por conductores.

El cuarto factor, es el no uso de cinturón de seguridad. En todas las ciudades exitosas contra los accidentes, es obligatorio el uso del cinturón por el conductor y todos los usuarios del vehículo.

De los miles de vehículos utilizados para conchos, taxis y ubers de Santiago, una parte importante de ellos no tienen disponibles el cinturón para todos los usuarios. Finalmente, el quinto, pero no menos importante, es la ausencia de sillas protectoras para los infantes al interior de los vehículos; muy en especial en vehículos privados que asisten a escuelas y colegios a dejar estudiantes.

El modo de vida y la cultura de los involucrados en los accidentes es responsable de 70 de cada 100 muertes que acontecen en los países. Por su parte, el medio ambiente, la vía y el contexto territorial donde ocurrió el accidente, es responsable de 18 muertes de cada 100. También, la organización y la calidad de los servicios para atender accidentados, genera un 12%. Finalmente, apenas 1 de cada 100 muertos en los accidentes es causado por la alguna patología o anomalía genéticamente determinada.

El análisis epidemiológico de los riesgos y las auditorias de seguridad vial son insumos para un auténtico Plan Estratégico de Seguridad Vial.

Esta es la herramienta de trabajo que va emplear el INTRANT, de acuerdo a su eficiente director general, ingeniero Milton Morrison en el período 2025-2028. Planteamiento efectuado en el Centro León de Santiago en el contexto del convenio entre INTRANT, Ayuntamiento y Plan Estratégico 2030. Morrison es el primero de todos los pasados directores que todavía no ha hablado de construir paradas, colocar semáforos o comprar equipos, si no que ante todo, promueve un sistema para vigilar el cumplimiento de la ley y la norma.

Se destaca por promover la implantación de programas municipales de seguridad. Santiago va a contribuir en el ajuste de la ley de movilidad 63-17 para que el grueso de los recursos recaudados por las multas vayan al INTRANT y DIGESETT.  Asimismo, se impone un programa de control de motocicletas y una guía para los responsables de los Ayuntamientos en materia de seguridad vial. Igualmente planes en el sector privado para generar lo que denominamos Empresas Promotoras de la Seguridad Vial (EPSV).

Estratégicamente los accidentes de tránsito son un grave problema de la salud pública de las ciudades. Consumen cientos de millones de pesos del ministerio de Salud; y además, amenazan el turismo, desafían el comercio y las empresas exportadoras.

Antes de dedicarse a las grandes paradas de la capital y a sus semáforos, el INTRANT no debe titubear, como lo ha planteado su actual director, en su competencia de prevenir la elevada mortalidad por accidentes. En República Dominicana, con más de 40,701 fallecidos en los últimos 15 años, es necesario actuar sobre los puntos críticos para controlar la mortal Pandemia que en los hechos es 10 veces más letal que la Covid-19.

El análisis epidemiológico calcula los riesgos relativos y los riesgos atribuibles de cada una de las autopistas de mayor mortalidad. Aquellos factores precipitantes que se relacionan con los conductores y con los diversos tramos de las vías, con las horas del día, de la semana y los meses del año de los accidentes. Mediciones que son variaciones estacionales y temporarias de los accidentes.

Necesitamos asimismo, entender los Marcadores de Riesgos de los Accidentes de Tránsito (MRAT) estudiados por los profesores canadienses Milos Jenicek y Robert Cleroux, como los factores precipitantes del accidente que cuando aparecen en escena, precipitan elevada mortalidad.

Anualmente,  21 millones de  dominicanos, migrantes  y  turistas  residimos a razón de 105  personas   por  cada  kilómetro  lineal  de vías. Acumulamos 199 millones  de metros continuos de avenidas, calles y carreteras, en una nación que  mantiene altas tasas de  mortalidad por accidentes.

En República Dominicana, ricos, pobres y clases medias; en el hogar o en la calle,  son vulnerables, están  expuestos y acumulan altos riesgos  de morir o ser gravemente lesionados en un accidente de tránsito.

Las tragedias recientes del camión que asesinó a decenas de azuanos y dos jóvenes profesionales cibaeños  fallecidos rumbo a Samaná, son parte de una lamentable tradición que con el apoyo de todos, el INTRANT tiene todas las potencialidades de transformar.

Todos los usuarios de  las vías; conductores, acompañantes, peatones; incluso aquellos que no están utilizando las carreteras, pero residen cerca de ellas, están en riego de ser afectados por un accidente.

El  gobierno nacional y los  ayuntamientos tienen una parte de la solución en sus manos.  Pero con  todos los millones del mundo en inversión pública, qué podría esperarse de millones de usuarios de las vías que se han acostumbrado al riesgo; y no valoran el peligro de morir o salir heridos en las vías.

Qué esperanza de cambio hay, si las vías están llenas de  conductores  hipertensos,  enfermos mentales, chóferes alcoholizados, sin dormir y agotados por sus propias empresas que les asignan excesivas jornadas laborales. Con peatones desprevenidos que no se cuidan al circular por calles, avenidas y autopistas. Sin señales tránsito preventivas y sancionatorias, nunca podremos avanzar.

Necesitamos empresas de transporte de carga y pasajeros, seguras. Con sus conductores con pruebas sanguíneas actualizadas; sin apnea de sueño, ni hipertensión arterial  y horarios  responsables que  incluyan descansos. Con mandatos de uso obligatorio del cinturón y  prohibición de utilizar bocinas a discreción.

Se impone  triplicar la cantidad de agentes de DIGESETT en especial en el corredor Duarte-Punta Cana, para que estén presentes 24/7; dotarlos de alcoholímetros, medidores de velocidad y acompañamiento comunitario. Es una ridiculez que los fines de semana,  la cantidad de agentes se reduzca.

Necesitamos conductores preventivos porque manejan con cuidado. Choferes atentos porque saben qué hacer para prevenir los accidentes y evitar la severidad mortal de las lesiones. Garanticemos vías protectoras sin anuncios estimulantes del consumo de alcohol y señales legibles y salvadores de vidas.

Santiago ha firmado el Convenio de gestión entre Alcaldía del municipio (AS), Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (INTRANT) y Consejo para el Desarrollo Estratégico (CDES), para ocuparnos de salvar vidas entre todas y todos, que es la misión de todo plan de seguridad vial de impacto.