Emilio Máspero nació el 27 de noviembre de 1927, en Santa Fe, Argentina, hijo de emigrantes italianos, murió físicamente el 31 de mayo del 2000, en Caracas, Venezuela, fue el líder histórico del sindicalismo cristiano en América Latina, durante el siglo XX.
Tuve cientos de conversaciones con el sindicalista argentino Emilio Máspero, desde que nos conocimos en Puerto Rico, en 1961, hasta su muerte en el año 2000. De él aprendí todo lo que en mi vida realicé como sindicalista, en el plano nacional e internacional. Soy un producto de él, en lo político, sindical, social y espiritual
Desde 1959, estuve exiliado en Nueva York, siendo Presidente de la Juventud Obrera Católica (JOC) hispana: Tuve contactos con la JOC en Puerto Rico, Costa Rica y Cuba. En Costa Rica conocí a Monseñor Sanabia, y el Padre Benjamín Núñez, en Cuba al Padre Fernando de Arango y en Puerto Rico a los padres Salvador Freixedo, S. J. y Antulio Parrila.
En Nueva York conocí a José Cardijn, el cura belga, fundador de la JOC. Conversé con el gran artista y cantante mejicano José Mojica, Ahí me reencontré con Henry Molina, además participaban otros dominicanos como Sabas Morillo y Rafael Peralta (Miguelito).
Siendo Secretario Juvenil del Movimiento Pro Liberación Dominicana, en Nueva York, dirigido por Bienvenido Hazim Egel, hablé en una manifestación contra Trujillo.
Serafino Rumualdi, de Relaciones Internacionales de la American Federation of Labour, Congress Industrial Organization, (AFL-CIO), me escuchó, y me convocó a una reunión personal en sus oficinas.
Me dijo que consideraba que yo tenía posibilidades de ser un buen sindicalista, me otorgó una beca para estudiar sindicalismo en la Universidad de Río Piedras, en San Juan de Puerto Rico, pagándome mil dólares mensuales, para los gastos de estudios, alojamiento, comida y otros.
Dos días después me instalé en Puerto Rico. Busqué a Hipólito Marcano, del Departamento de Trabajo Social de esa universidad, amigo y relacionado de Serafino Rumualdi, ahí compartí con otros dominicanos exiliados, entre ellos Robinson Ruiz López, Augusto Rodríguez y Américo Monegro.
¡Recibir mil dólares mensuales era mucho dinero! En 1961.
Tuve contactos con organizaciones sindicales puertorriqueñas e internacionales, y en especial con el Padre Salvador Freixedo, S.J. en su condición de Asesor de la Juventud Obrera Cristiana (JOC.) de Puerto Rico.
En Puerto Rico participé como presidente de la JOC, hispana, de Nueva York, y tuve muy buenas relaciones con un grupo de militantes de la JOC de esa isla, entre ellos estaban; Miguel Soto, Francisco Velásquez, Francisco García (El Nica), Antonio Negrón, Paquita, Juan Vera Vera, Blanca Acevedo e Hilda Maldonado, y participé en la creación de una organización sindical llamada Federación Puertorriqueña de Sindicatos Democráticos (FEPUSID) con organizaciones sindicales de Ponce, Mayagüez y San Juan. También conocí a Ramón Fuentes (Moncho), Bibiano Pizarro, Paulino Santiago, y al periodista Luis Valera, cubano, exiliado en Puerto Rico.
El padre Freixedo me preguntó que hacía yo en Puerto Rico, y le expliqué
mi situación. Cuando le dije que era pagado por la AFL-CIO, se enfureció, y me dijo que un miembro de la JOC no podía recibir sueldo de una organización sindical norteamericana. Me dijo que yo debía renunciar de esa beca, y disponerme a conocer el sindicalismo cristiano, y llamó telefónicamente a Emilio Máspero, que residía en Venezuela .
El padre Freixedo le pidió a Emilio Máspero, entonces Secretario General Ejecutivo para el Caribe de la Confederación Latino Americana de Sindicalistas Cristianos (CLASC), que tenía asiento en Caracas, Venezuela, que viniera a Puerto Rico, para conversar conmigo.
Emilio Máspero se trasladó a Puerto Rico, dos días después, y lo conocí personalmente, en el local de la JOC, en la parada 26, Santurce, donde conversamos por primera vez.
Yo no conocía, ni había oído mencionar el sindicalismo cristiano, a pesar de haberme formado en la JOC. Conocía métodos, principios, valores y ética para la formación de jóvenes, pero no el sindicalismo.
Esa primera conversación con Emilio Máspero fue de dos días. Él me explicó que meses antes había estado en Estados Unidos, discutiendo con George Meany, el presidente de la AFL-CIO, y que había sido una reunión de desacuerdos…también me informó que había estado en La Habana, Cuba, el primero de mayo de 1959, invitado por un grupo de sindicalistas católicos cubanos, y conoció a Fidel Castro.
En esa primera conversación Emilio Máspero me convenció de la importancia del sindicalismo cristiano, y que era necesario que renunciara a la beca que disfrutaba de la AFL-CIO, pero más que eso, me ofreció todas las respuestas que yo necesitaba sobre el movimiento de los trabajadores y la importancia del sindicalismo, con principios, valores y ética cristiana.
En esa conversación, Emilio Máspero me explicó, que junto al líder político social cristiano Rafael Caldera, de Venezuela, organizarían un curso extensivo para formar a varios jóvenes dominicanos exiliados, en política, sindicalismo, economía y problemas juveniles; actividad dual, de formación y acción, que se realizaría en Caracas, Venezuela.
Durante la conversación llamé a mi amigo Henry Molina, que compartíamos el exilio, en Nueva York, y le expliqué la conversación con Emilio Máspero, y que, si él estaba dispuesto a dejar su trabajo, para ir conmigo a estudiar a Venezuela. Sin pensarlo dos veces, él dijo que si, y comenzamos a organizar nuestro viaje de estudios para Venezuela.
Emilio Máspero y Rafael Caldera, se encargaron de la coordinación de esa actividad, y por medio de políticos dominicanos exiliados, de pensamiento social cristiano, como Guido D Alessandro, Mario Read Vittini y Alfonso Moreno Martínez, organizaron un grupo de 8 jóvenes dominicanos exiliados, para estudiar doctrina social cristiana, en Venezuela.
El grupo estaba compuesto por: Henry Molina, Caonabo Javier Castillo, Prospero Morales, Prisco Morales, Ramón Harvey, José Antonio Brea, Cucho Rojas Fernández y José Gómez Cerda. Algunos de ellos habían estado exiliados en Argentina.
Emilio Máspero tuvo la paciencia de conversar conmigo durante varios días, yo estaba conociendo otro mundo, mi formación había sido hasta ese momento religiosa y espiritual, pero desconocía el sindicalismo, y sus diversas expresiones.
Emilio Máspero, se había formado en la JOC de Argentina, estudió sindicalismo en Francia, y era un extraordinario orador, escritor, hombre de pensamiento profundo, estratega, táctico, político, en fin, la persona que yo necesitaba para mi formación social.
Con este curso se iniciaron las actividades del Instituto internacional del sindicalismo cristiano, con sede en Caracas, Venezuela.
Cuando asesinaron a Trujillo, el 30 de mayo de 1961, nuestro grupo estaban en Venezuela estudiando, y decidimos continuar nuestra capacitación, para poder tener una formación integral.
Los Profesores fueron el Dr. Rafael Caldera, Dr. Arístides Calvani, Dr. Luis Herrera Campis, Dr. Jiménez Landiz, y los sindicalistas Dagoberto González, Eduardo García, José de Jesús Plana, Ramón Silva y Emilio Máspero.
Durante mi estadía en Venezuela, estuve una semana viviendo en la residencia de Emilio Máspero: Conocí a su esposa Acacia, española, y a su primera hija Marcela. (Lamentablemente Acacia, acaba de fallecer en España, el sábado 7 de mayo 2022)
En una conversación con Emilio Máspero me dijo; “Debes leer mucho, y selectivo: lo que tu mente te diga que es bueno para los trabajadores, debes escribirlo, y lo que escribas debe publicarlo. Así, otras personas, aunque tú no los conozcan, podrán compartir tus pensamientos”. Así lo he hecho, y eso me ha permitido publicar artículos, documentos y libros, especialmente para la clase trabajadora.
Henry Molina y yo participamos en el Congreso Extraordinario de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (C.T.V.), después del atentado de Trujillo contra el Presidente de Venezuela Rómulo Betancourt. Ese fue el primer Congreso de la CTV después de la dictadura de Pérez Jiménez. Además, participamos en actividades sindicales organizadas por la Confederación Autónoma de Sindicatos Autónomos (CODESA).
Regresé a Santo Domingo, el 22 de enero de 1962. Después de tres años exiliado, vine junto con mi maestro Emilio Máspero.
Esas conversaciones con Emilio Máspero, cambiaron el rumbo de mi vida, y de ahí en adelante me dediqué a la vida sindical, al sindicalismo cristiano.
Pocos días después de mi retorno al país, el 5 de febrero de 1962, con la ayuda del padre Manuel González Quevedo, S.J. formamos el Sindicato Autónomo de Industria Farmacéutica (SADIF), en Santiago, primer sindicato en afiliarse estatutariamente a la Confederación Autónoma de Sindicatos Cristianos (CASC), en poco tiempo formamos la Federación Provincial de Sindicatos Cristianos de Santiago (FEPROSICS), y la Federación Dominicana de Ligas Agrarias Cristianas (FEDELAC).