Los intermediarios pueden jugar un rol positivo en algunas situaciones, como por ejemplo tratando de evitar una guerra. Pero en otros casos su accionar puede estar revestido de lúgubres fines. Ese es el caso de los que intermedian aquí entre los colmados y sus suplidores: su gestión encarece los precios de los productos de primera necesidad que demandan los pobres. Todo indica que el INESPRE debería jugar un rol que se contraponga reconfigurando su misión institucional.
Wikipedia nos define al intermediario: “Tiene el rol de conectar a dos o más agentes que tienen algo que intercambiar o comunicar entre ellos. Usualmente cobra un cargo o comisión por su labor. El intermediario tiene como objetivo facilitar las transacciones y/o negociaciones entre las partes”. Los que suplen los miles de colmados existentes son los que compran a los productores originales de los bienes, quienes generalmente son comerciantes mayoristas y/o vendedores que se ubican en los mercados municipales. El margen que perciben al vender a los colmados los productos que constituyen la alimentación básica infla los precios finales muy hirientemente para los pobres, quienes en su gran mayoría no compran en supermercados.
No existen datos actualizados sobre la cantidad de colmados existentes en el país. De acuerdo con el Registro Nacional de Establecimientos de la ONE en el 2016 existían 1,477 colmados y pulperías formales. Sin embargo, un estimado realizado en el 2010 por el ministerio de Interior y Policía cifró en casi 45,000 el número de colmados en todo el territorio nacional, de los cuales unos 8,000 eran colmadones. Ese último estimado resulta más congruente con la declaración del presidente de la Confederación de Comercio y Pymes de que “los colmados aportan alrededor de un millón de empleos directos e indirectos a la economía nacional. Representan una movilidad de personal, entre propietarios, hijos y empleados de alrededor de 500,000 personas”.
Según el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, los colmados brindan a la población muchas ventajas, pero “ninguna de ellas tiene que ver con una ventaja en los precios: la variedad de los productos ofrecidos, la flexibilidad y amplitud de horarios, la posibilidad de comprar en pequeñas porciones o al detalle, la comodidad del servicio gratuito de entrega a domicilio e incluso las facilidades de pago y de crédito. Muchas veces, también, son el comercio más cercano o el único físicamente accesible”.
Estos establecimientos han diversificado su oferta de bienes y servicios últimamente. Ya no solo venden los productos básicos de la dieta dominicana -arroz, habichuela, víveres, huevos, carne de pollo, etc.- sino que han devenido en bares y hasta agentes bancarios. Especialmente en las grandes áreas urbanas sirven de puntos de reunión social para los vecinos y hasta de lugar de baile y diversión. Pero todavía la gran mayoría de ellos, especialmente los que están en el interior y en las áreas rurales, concentran sus ofertas en los productos alimenticios. Aun el programa gobierno-Coca Cola, que busca mejorar las aptitudes de los colmaderos, no cambia la misión de ofrecer lo básico para la dieta básica.
Debido a ese rol centralizador de los colmados la Administradora de Subsidios Sociales que administra el Programa Supérate, antes denominado Progresando con Solidaridad o Prosoli, los escogió para crear la Red de Abastecimiento Social. Tal mecanismo les permite a los beneficiarios de Supérate consumir en los colmados y pagar con su tarjeta del Programa. Los beneficiarios de Supérate son apenas un millón 350,000 hogares, pero con una tasa de pobreza estimada por la CEPAL en un 23% —de lo cual unos 300,000 son indigentes-– es dable suponer que por lo menos tres cuartas partes la población compra en los colmados. Por supuesto, los más carenciados serían los hogares de Supérate y los indigentes.
La “cruz de la angustia” de los pobres, desafortunadamente, es que los precios de los productos en los colmados son más altos que en los supermercados donde compra la clase media y los ricos. En adición, la prensa reporta que los productos vendidos en los colmados son de “menor categoría”, una patente alusión a la calidad. “La diferencia de precios de un mismo producto en colmados comparados con supermercados y mercados es muy marcada. Aunque tiene su explicación, hay productos que pueden tener una diferencia en los precios que pueden superar los RD$50 por libra” (Ver gráfico adjunto.)
En parte la diferencia está en que los supermercados no compran a los intermediarios, mientras los colmados compran bajos volúmenes y a varios intermediarios. El colmado, además, presenta la otra desventaja que es vender a crédito a muchos consumidores productos que no se comparan en calidad a lo que ofrecen los supermercados. La mayoría de los analistas coinciden en que la razón para las diferencias que existen en los precios que le cobran al consumidor final se debe a los márgenes de los intermediarios, lo que algunos llaman “el mal necesario”.
¿En qué y cómo puede INESPRE ayudar a que esas diferencias disminuyan o desaparezcan por completo? Según su sitio web, la misión de la institución es: “Contribuir al desarrollo agropecuario a través de acciones y programas orientados a la eficacia, rentabilidad y competitividad de los productores, mediante una comercialización justa y organizada, que garantice el acceso a alimentos de calidad para todos los consumidores”. Nótese que el énfasis es en ayudar a los productores y en asegurar que los productos que lleguen a los consumidores sean de calidad. No hay una intervención directa sobre los intermediarios, aunque se espera que la comercialización sea “justa y organizada”.
Con esta misión se cumple comprándole directamente a los productores y vendiéndole directamente a los consumidores. (A la fecha no se les vende a los intermediarios.) Según su página web esta labor se hace a través de 7,720 “bodegas móviles” y 1,479 “mercados de productores”, donde la mayoría de las intervenciones son en el Gran Santo Domingo. Es decir, INESPRE organiza los mercados de productores para conseguir mejores precios y opera las bodegas móviles para venderle a los consumidores a más bajos precios (pero solo un par de veces a la semana por unas cuantas horas). En cierta medida, esto ejerce una competencia desleal –por parte de una institución del Estado– contra los microempresarios que son propietarios de colmados.
Aunque no se disponga de datos acerca de la diferencia en los precios de INESPRE y los colmados, y aunque tampoco se conoce el volumen de clientes de los unos y los otros, es lógico pensar que, dado la eliminación de intermediarios, los precios de las bodegas móviles son más atractivos que los del colmado. De ahí que para que los beneficiarios de Supérate y otros pobres pudieran beneficiarse de esa situación los colmados tendrían que bajar sus precios a los niveles de los de INESPRE. Pero eso no podría darse a menos que INESPRE repartiera a los colmados los insumos que estos necesitan y cobrara solo un mínimo margen para cubrir los costos de la repartidera.
Haciendo uso de la tecnología digital existente, incluyendo Whatssap, los colmados podrían hacer sus pedidos a INESPRE y hasta pagarlos por internet. INESPRE a su vez podría enviar los productos en sus camionetas de las bodegas móviles y así los colmados se ahorrarían los costos de tener que trasladarse a los mercados a comprar sus insumos. Así se conseguiría el abaratamiento de los precios de los colmados y aquellos que quisieran mantener los antiguos precios no podrían hacerlo porque la asistencia de INESPRE sería de público conocimiento. Si bien las bodegas de INESPRE desaparecerían, la población sería beneficiada porque ellas solo operan un par de veces a la semana y los colmados no solo operan todos los días, sino que también estarían ofreciendo precios mucho más bajos. El beneficio extra del “delivery” y de los créditos los hace preferibles a las bodegas.
Los beneficios de este nuevo esquema de comercialización del INESPRE no se limitarían a ser más congruente con una economía de libre mercado. El más importante beneficio sería el de bajar los precios de los productos de una alimentación básica para las clases más carenciadas de nuestra sociedad. También se fortalecerían los colmados al canalizar un mayor volumen de productos de primera necesidad para la población, lo cual aumentaría el empleo creado. El nieto del presidente Guzmán, hoy al frente del INESPRE, verá claro que la reconfiguración de la misión institucional de esa institución sería congruente con el cambio que propicia el presente gobierno y ella conquistaría muchas empatías políticas.