En el 2016 centenares de médicos con más de tres décadas de servicios en los hospitales públicos fuimos pensionados por disposición gubernamental. En la ocasión el suscrito escribió un artículo intitulado «Médicos pensionados en la camiona», denunciaba que se nos pensionaba para excluirnos de un reajuste salarial que estaba programado. Resaltaba que en la clase gobernante no existía el criterio del incentivo al servicio institucional, el patrón en este caso el Estado, debe garantizar al servidor público no solo sus salarios mientras ofrezca sus servicios, sino garantizarle un retiro digno. La práctica ha demostrado que estaba en lo cierto.
¿Por qué no erramos? En aquellos momentos el valor de la moneda convertible en relación al dólar alcanzaba un porcentaje de 45.7 pesos dominicanos por un dólar, hoy esta a 60 por uno, lo que se refleja en notable aumento del costo de la vida. Pero el criterio que norma es que el pensionado es un traste en declive y se conforma con cualquier borona, porque se considera la pensión es un “regalo” que reciben. No dejan de tener razón, en nuestro medio es un regalo, pero envenenado.
Buena parte de los pensionados en esa oportunidad y los que han ingresado a este desgraciado status en los años subsiguientes hasta el presente, laborábamos a tiempo completo en el Estado en el Ministerio de Salud Pública y el desparecido Instituto de Seguro Social, recibimos un salario de pensionado cerca de 38 mil pesos que sumado se aproxima a 78 mil pesos. El organismo oficial de pensionados cuando debe polemizar dice que ganamos 78 mil, pero para los fines contables siempre aparecen 38 mil, mientras se jactan de decir que la pensión mínima de los médicos es de 50 mil.
La realidad es que son 38 mil por cada hospital, se trataba de labores a tiempo completo en dos instituciones, que en gran medida nos impedía practicar medicina privada. No es posible con esa suma mantener el ritmo de vida semidecente, que nos correspondía cuando ejercíamos.
Alguien expresará que el suscrito tiene otro medio de trabajo, y es cierto, con todo mi derecho, pero reclamó junto a muchos de mis compañeros que no tienen oportunidad de asumir otro oficio, el retiro digno que esperábamos cuando aportamos los momentos más importantes de nuestras vidas útiles (laboré inclusive durante diez años en el hospital de un Batey) sin pensar en acumular riquezas a expensas de los pacientes en los hospitales públicos.
Lo más deplorable de todo es que no pocos colegas han fallecido y en sus sintomatologías debemos anotar la depresión al ver su nivel de vida descender casi hasta la pobreza extrema, tenemos ejemplos que por respeto a la memoria de ellos no vamos a mencionar.
En varias ocasiones los médicos pensionados acompañados de los directivos del Colegio Médico hemos piqueteado las oficinas del Ministerio de Finanzas y la Dirección General de Jubilaciones y Pensiones. La respuesta ha sido la sordomudez de funcionarios que parece cuando se retiren no tendrán la necesidad de mendigar una pensión por servicios prestados.
El suscrito junto al doctor Senén Caba, cuando era presidente del CMD en una protesta de los pensionados frente al Ministerio de Finanzas, a su lado Dalma de la Rosa presidenta de la Asociación de Médicos Pensionados, detrás la doctora Francisca Moronta, secretaria general del CMD a la sazón.
No cuestionamos el derecho de la presidencia de la República de otorgar pensiones privilegiadas a ciudadanos que por su principalía se considere pertinente, aun sin historial laboral en el Estado. No obstante, deploramos que Gobierno tras Gobierno depositen en el zafacón las urgentes reclamaciones de los médicos pensionados para que se rehabiliten nuestras congeladas y desvencijadas miserias de pensiones en compensación por aportar nuestras etapas de vida útil al servicio sanitario estatal.