Hace poco dialogaba con mis alumnos en clase de formación humana y religiosa sobre la empatía, y para mi sorpresa, el significado que buscaron para dicha palabra fue la frase: ponerme en los zapatos de otro. Resulta difícil para el ser humano cumplir esta frase cuando la vida nos presenta personas viviendo situaciones complejas. La mayoría de las veces resulta más fácil seguir de largo por nuestro caminar y no detenernos, a escuchar lo que aflige o hace feliz al prójimo.
Lo cierto es que ser empáticos nace de la capacidad para identificarnos con otra persona y compartir lo que siente. De ahí que el significado de empatía también se asocie con la inteligencia emocional. En el mundo en que vivimos hoy, la prisa juega en contra de este sentimiento, así como, también apagar el interruptor de la compasión se convierte en ocasiones en el escudo protector para no dejarnos afectar por el dolor de mi vecino. Destacar también que el ser humano siempre se va a los extremos, pasamos de callar y guardar el sufrimiento y la pena por dentro, al estilo de la frase: sonriente, pero con la procesión por dentro, al publicar todo lo que me sucede en las redes sociales y que todos sepan mi situación. Siento que debemos buscar un balance, no podemos vivir escondiendo lo que nos afecta, ya que la carga se torna pesada y no es saludable vivir así, pero tampoco creo positivo buscar misericordia a través de internet. Ahora bien, independientemente de la opinión personal, es importante respetar la libertad de los demás, y con esto me refiero a que imponer mi método sea la vía correcta. Cada quien a su manera.
La pobreza asoma su rostro todas las mañanas y las tardes en el metro de Santo Domingo cuando voy rumbo a mi trabajo, confieso que escucho disímiles historias de personas necesitadas cada día, y me he detenido a pensar que el solo gesto de posar la mirada en ese o esa y escuchar su realidad, es de algún modo el primer paso a la empatía. Las sociedades en las que existimos hoy, están cargadas de hombres y mujeres necesitados de una dosis de inteligencia emocional. Ojalá tender la mano a mi hermano se vuelva más a la moda, que mi felicidad sea motivo de felicidad para ti, y que mi dolencia sea motivo de interés y escucha.