En “Marrón Tierra y Negra Noche”, la novela del doctor Franklin Almeyda Rancier, hay un punto de inflexión, un retorno a los primigenios cauces de narrar la Historia. De Homero a Gabriel García Márquez, toda la historia de la humanidad ha discurrido a través de los entretelones de la ficción.

Poco Ignacio Taibó II, historiador y narrador azteca, ha hecho emerger la portentosa figura de Pancho Villa en una monumental “historia narrativa” en que se ven las venas abiertas del caudillo del Norte de la revolución mexicano. Sus miserias y sus glorias se narran en una exhaustiva bitácora de más de mil páginas en que se retrata al héroe y al villano, al abstemio infamado como borracho, al mujeriego empedernido y al político desprovisto del sentido de poder que se retrató junto a Zapata sentado en la plaza de armas del Zócalo, en la primera etapa de la revuelta, tras el asesinato del presidente Francisco Madero.

La suya no es una historia ajena a los altares de los chamanes de la Literatura latinoamericana. Atestiguan este tropel de historias mágico-realistas Alejo Carpentier (El Reino de este Mundo), Arturo Uslar Pietri (Las Lanzas Coloradas), Miguel Ángel Asturias (El Señor Presidente), García Márquez (El Otoño del Patriarca) y Augusto Roa Basto (Yo, el Supremo).

En el patio local, Juan Bosch (La Mañosa), Joaquín Balaguer (El Cristo de la Libertad y el Centinela de la Frontera), Manuel de Jesús Galván (Enriquillo), Freddy Prestol Castillo (El Masacre se Pasa a Pie) y Ramón Marrero Aristy (Over), han narrado el lastre social dominicano a través de relatos de ficción con un enorme valor histórico.

¿Son sólo novelas históricas o fuentes primarias de la Historia? La pregunta toma cuerpo en este libro del doctor Almeyda Rancier.

“Marrón Tierra y Negra Noche” es un denso relato de ficción y realidad sobre los orígenes de los pueblos dominicano y haitiano, desde la colonia hasta después de la mitad del siglo XIX, momento en que, a juicio del autor, se forma el Estado-Nación.

Para su relato, Almeyda Rancier acude a un personaje omnisciente, un “Funes, el Memorioso”, de Borges, un Hugonote intemporal (Francois Domninique de la Mancha), que nace viejo y se va rejuveneciendo tecnológicamente  con una memoria prodigiosa para contar la historia de dos pueblos.

Como Marrero Aristy en “Over” o Gabo en “Cien Años de Soledad”, en “Marrón Tierra y Negra Noche” hay rasgos autobiográficos del autor.  El lugar de nacimiento de El Hugonote en Arimatla (Altamira, Puerto Plata), la atmósfera de comensales que le escucha, y sus ideas sobre la cultura africana de los haitianos y españolizada de los dominicanos.

¡Enhorabuena, este aporte del historiador, académico y político intelectual que es el doctor Almeyda Rancier!