En el discurrir del tiempo los gobernantes han ejercido el poder de distintos modos y maneras y han enfrentado crisis catastróficas, pandemias y situaciones sociales y financieras partiendo de sus dotes de estadistas y ayudados del equipo que los ha acompañado en sus respectivos desempeños.
Podemos decir que en el interregno de las distintas guerras monteras llevadas a cabo por los caciques dominicanos, el primer fenómeno climático y de gran magnitud que azotó y destruyó la ciudad de Santo Domingo– debido a la frágil estructura de sus viviendas–fue el ciclón San Zenón. Este ciclón se produjo el 3 de septiembre del año 1930, 19 días después de haberse juramentado como presidente de la República el general Rafael Leónidas Trujillo Molina.
El huracán San Zenón le permitió a Trujillo actuar con astucia y habilidad, y de inmediato llevó a cabo una serie de préstamos con los Estados Unidos, y meses después inició la reconstrucción de la ciudad capital. Sin embargo, siete años más tarde tuvo lugar “la matanza de los haitianos”, que le originó al régimen el repudio internacional.
También en la dictadura de Trujillo se recuerda la crisis alimentaria con motivo del Centenario de la República (1944) que, según refieren los que la vivieron, se trató de una hambruna jamás vivida en el país. A esto se agregó una sequía que complicó la situación.
En tanto, se recuerda la crisis originada entre Trujillo y la Iglesia católica en 1960, que obligó a su régimen a desplegar una campaña de descrédito contra el clero dominicano.
En el año 1978 se produce la crisis electoral denominada el “Gacetazo” en la que el Partido Reformista despojó al Partido Revolucionario Dominicano (PRD) de cuatro senadurías para obtener de este modo el control del Congreso Nacional.
En otro momento de nuestra historia reciente, en el año 1984, se producen las llamadas Pobladas de abril, en el gobierno del doctor Salvador Jorge Blanco donde, según afirman los medios periodísticos de la época, murieron más de un centenar de ciudadanos. La población tomó las calles debido a los altos precios de los alimentos de la canasta familiar, a la devaluación del peso dominicano y el acuerdo entre el régimen de Jorge Blanco y el Fondo Monetario Internacional en la modalidad de stand by.
Quien no vivió la crisis del año 1992 no puede imaginarse la terrible incertidumbre que padecieron los dominicanos. Como consecuencia de la Guerra del Golfo, abastecerse de combustible y de gas propano provocó una odisea por la que algunos nacionales optaron por marcharse del país ante el infierno social y la zozobra que se vivía.
Balaguer, maestro astuto de la política, se vio acorralado y tuvo que pedir la colaboración de la oposición y de los empresarios para conjurar el caos que las masas producían día y noche para obtener algunos galones de gasolina. Hubo personas que dormían dentro de sus automóviles en las largas filas que se formaban a la espera de los camiones distribuidores de combustible.
Entre los años 2002 y 2004 se produjo la peor crisis bancaria que haya sufrido la nación en toda su historia. Nos referimos a la quiebra de Baninter, como consecuencia de diferencias personales entre el presidente de la República, Hipólito Mejía Domínguez y el banquero Ramón Figueroa. El problema se suscitó en el apartamento del segundo, situado en el residencial Anacaona, mientras celebraban un encuentro con funcionarios del gobierno de Mejía, amigos empresarios y periodistas. A raíz de una discusión y un comentario sobre la “Pepe card” que, de acuerdo a supuestas afirmaciones, era utilizada por el coronel Pepe Goico, jefe de la avanzada del mandatario, en beneficio del primero. Cuentan que llegó un momento en que Mejía Domínguez le dijo a Ramoncito: “De no retirar los comentarios sobre mi persona yo te cierro el banco”, y que el segundo le ripostó con esta expresión: “Y yo te tumbo”.
Días después, la gente acudió en masa a retirar su dinero de BANINTER, y el propio presidente Mejía Domínguez dio instrucciones al gobernador del Banco Central, Frank Guerrero Prats, para que entregara el dinero a todos los ahorrantes, lo cual puso en peligro el sistema bancario e impidió que el gobernante se reeligiera para un segundo mandato presidencial (2004-2008).
La llegada al poder del doctor Leonel Fernández en el año 2004 envió la primera señal de confianza al designar al licenciado Héctor Valdez Albizu como gobernador del Banco Central. El nuevo incumbente, en cuestión de meses, logró bajar la tasa del dólar que se encontraba en un 60 % a la mitad de esta suma, y a partir de este hecho sin precedentes en la economía dominicana, no dejó de crecer sistemáticamente, colocándose en el primer nivel de los países latinos y del Caribe.
En el 2020, la corrupción, la división del partido morado que obliga al expresidente de tres períodos, Leonel Fernández, a abandonar las filas del PLD, ante la insistencia del presidente Danilo Medina de repostularse por tercera vez aun cuando la Constitución de la República se lo impedía, por lo que tuvo que renunciar a sus aspiraciones por presiones del gobierno de Donald Trump; asimismo, la trama de querer quedarse en el poder mediante mecanismos fraudulentos, la elección del peor candidato a la presidencia de la República y la aparición de la COVID-19, lo desalojaron de la presidencia.
Recientemente, al asumir al poder Luis Abinader Corona, el 16 de agosto de 2020, se encontró con un panorama desolador: pandemia, corrupción a granel y las arcas totalmente desvalijadas. Tuvo que hacer frente a un entramado de contingencias que ha sabido dominar con capacidad sorprendente.
Durante el corto período de gobierno de Luis Abinader, hay que ponderar que el hecho más extraordinario ha sido enfrentar con capacidad y prontitud el flagelo de la pandemia y buscar fórmulas para detener los altos costos de las importaciones por los efectos de la guerra entre Rusia y Ucrania que han disparado los precios de los combustibles, los productos alimenticios y los insumos a un 100 %; también los altos precios de los derivados de la gasolina, los boletos aéreos y los fletes marítimos.
A pesar de que su régimen hace todos los esfuerzos posibles para detener el alza de los productos de primera necesidad, los problemas endógenos no dan tregua a su Gobierno y solo las remesas y la afluencia de un número reducido de turistas mantienen la estabilidad cambiaria y el flujo de capitales provenientes de la producción nacional.
También hay que destacar que los momentos más críticos que se presentaron al inicio de su régimen comienzan a descender debido a que Luis Abinader no descansa en su propósito de iniciar obras de infraestructura en toda la geografía nacional, obras que en un plazo relativamente corto producirán alimentos y empleos en abundancia.