El clima de confianza que caracteriza el régimen de Luis Abinader Corona va estimulando a los dominicanos, fenómeno que había afectado en el pasado reciente sus estímulos y contribuido a opacar los horizontes promisorios.
La Providencia, generosa siempre con el pueblo dominicano permitió que, aun en medio de la pandemia más devastadora que conoce la historia de la humanidad, Luis Abinader llegara al poder. De lo contrario, estaríamos llorando en el muro de los lamentos, al estilo de los peregrinos que acuden en masa a Jerusalén, y, tras largas meditaciones, llegan a la conclusión de haber cumplido con el aquí y el ahora de la existencia humana.
El gobernante ha sido certero y emblemático en la implementación de programas que benefician a cerca de seis millones de dominicanos. Eso nos revela que tenemos un presidente que no utiliza el pronombre personal, sino que considera que el poder se basa en el pluralismo, en el mayor de los casos, es lo que define la existencia colectiva.
Luis Abinader Corona expone, a través de un discurso político sencillo y convincente, el alcance de una gestión gubernamental que de un modo preciso genera un consenso afirmativo por el contenido de su plataforma, donde están imbricados todos los sectores de la vida nacional.
Luis Abinader es un hombre-historia, al convertirse en el portavoz transparente y genuino de una era que muchos dominicanos la daban por perdida.
Se hace evidente, pues, reconocer esta realidad por tratarse de uno de los pocos gobernantes de la historia dominicana que gobierna de modo pedagógico. Un presidente pedagógico es el que no confunde los roles que el pueblo y la Constitución le asignan para que interprete, sin demagogia y sin sofismas, las riendas del Estado.
Nadie puede proteger la democracia que sanamente vivimos si saboteamos los programas que implementa el Presidente
Esto nos lleva a comprender que sus ideas y propósitos parten de su lenguaje cotidiano y de su esfuerzo diario, y revelan lo más recto y acertado de su pensamiento político. Un observador consciente de cuanto dice y hace, llegará a la conclusión de que se trata de un presidente de excepción, un jefe de Estado de lujo, al cual, y de igual modo, se le atribuye ser un gobernante provisto de una sorprendente ecuanimidad.
Por otra parte, el gobierno de Luis Abinader dista mucho de la pandemia española de 1918 y de la recesión de 1929 en los Estados Unidos de Norteamérica durante los gobiernos de Franklin Delano Roosevelt (1933-1945), quien aplicó la política del economista inglés, John Maynard Keynes, el cual recomendaba construir obras masivas de infraestructura para emplear el mayor número posible de obreros y así dar movilidad a la economía.
La teoría de Keynes también establecía que “la demanda agregada y la sumatoria del gasto de los hogares, las empresas y el gobierno, son el motor más importante de una economía.
En cuestión de crisis en nuestro país, se recuerda el ciclón San Zenón, en 1930, al asumir el poder Rafael Leónidas Trujillo Molina; la del Centenario de la República, en 1944, en pleno proceso de su dictadura; luego, tenemos la crisis económica y de desabastecimiento que se produjo como consecuencia del ciclón David, el 31 de agosto de 1979, en el gobierno de don Antonio Guzmán Fernández; la crisis en el régimen de Salvador Jorge Blanco en 1984, al formalizar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que provocó más de 200 muertos; la crisis económica en el gobierno de Joaquín Balaguer, en 1990, que provocó una enorme escasez de combustible, con largas filas y el sufrimiento de pasar hasta un día entero sin energía eléctrica y la crisis de fecha 22 de septiembre de 1998 que provocó el huracán Georges, en el primer período de gobierno del doctor Leonel Fernández Reyna.
En el 2004 se produjo la peor crisis financiera del país con la quiebra de BANINTER, en el gobierno del agrónomo Hipólito Mejía Domínguez, y que el doctor Leonel Fernández, al retornar al poder en esa fecha, resolvió con éxito, consiguiendo que el Banco Central redujera la tasa de cambio de 60 pesos por un dólar el dólar.
En el 2008, se produjo en los Estados Unidos de Norteamérica una de las crisis financieras más agudas, en la que hubo una quiebra masiva en bienes y servicios y una recesión global, la que también hizo estragos en nuestro país y, por segunda vez, el presidente Leonel Fernández Reyna, la resolvió sin mayores traumas.
Resulta evidente que la crisis económica actual supera a todos estos fenómenos juntos, como consecuencia de la Covid-19 y la guerra entre Rusia y Ucrania, que han provocado enormes déficits a nivel global, escasez de alimentos, altos costes en los fletes marítimos, en las materias primas, el petróleo, el GLP y la gasolina.
De manera que los desafíos que el presidente Luis Abinader Corona enfrenta para paliar la situación que vivimos, (acuño el término paliar) son ingentes, porque no hay fuerza humana que pueda en estos momentos recuperar la economía y colocarla a los niveles anteriores; sin embargo, el actual gobernante realiza esfuerzos titánicos para mantener el equilibrio de la misma e implementa medidas que persiguen mejorar el nivel de vida de los dominicanos mediante amplios programas sociales y de préstamos a través de los bancos Agrícola y Banreservas, con el fin de producir alimentos que sobrepasen las demandas alimenticias locales y para la exportación, y de esa manera mantener el país al ritmo que demandan las circunstancias del momento.
La conflictiva y compleja realidad que vive el país solo puede ser mejorada con el liderazgo del presidente Luis Abinader Corona. Esto explica, que nosotros, incluyendo, la oposición y los miembros del Partido Revolucionario Moderno (PRM), nos conviene colaborar en la medida de lo posible, frente a la compleja y difícil tarea que lleva a cabo jefe de Estado, para evitar que la economía se deteriore y se quiebre la perspectiva del progreso colectivo.
Nadie puede proteger la democracia que sanamente vivimos si saboteamos los programas que implementa el presidente Luis Abinader. Los sentimientos que lo inspiran a trabajar sin descanso para lograr un país con mejor suerte, demuestran que tiene buenas razones para vencer las dificultades de esta nueva era con argumentos convincentes. Al traer a mi memoria a uno de mis líderes favoritos de la historia contemporánea: Winston Churchill, estoy convencido de que Abinader Corona pertenece a “los pilares de la paz”.