En ocasiones como seres humanos nos pasan cosas que nunca creemos que van a suceder, pero por nuestra naturaleza de seres humanos no podemos cambiar el ciclo de la vida y lamentablemente tenemos que adaptarnos a él; la muerte nos hace iguales como señala René del Risco en su poema Así tan sencillamente, pero esas muertes, causan traumas en los vivos, lesiones que para muchos son imposibles de sanar, haciendo que su futuro, se vea condicionado por la orfandad a destiempo. La pérdida de padres a temprana edad deja traumas irreversibles. Es por lo que, en el siguiente ensayo, vamos a ver esta realidad desde la perspectiva del cuento ¨El abuelo, escrito por Juan Bosch¨; a través de este nos daremos cuenta como puede afectarse el rumbo de nuestra vida, por la pérdida de esas personas que nos trajeron al mundo.
El Abuelo, es un cuento de la autoría de Juan Bosch, donde explícitamente narra la vida de un hombre adusto del campo que perdió a sus padres ¨estando todavía con media vara de carne¨, tal cual expresa Juan Bosch en este cuento. Esto ocasionó que su vida fuera triste, sin consuelo, ni entretenimiento. A pesar de todo intentaba brindar una sonrisa, aunque un tanto falsa, pero trataba de ser lo más amable que podía con sus nietos. Bosch narra que papá Juan (como le decían a su abuelo) a pesar de lo tosco que era, logró unirse con una pareja y procrear algunos hijos con la señora que se casó, a quien todos llamaban tía Vicenta. Papá Juan intentó refugiarse en uno de los inhibidores momentáneos del dolor (el alcohol), pero lamentablemente se dio cuento que esto tampoco le hacía bien; le traía problemas con su esposa y sus allegados por lo cuál luego de pocos días decidió dejar el alcohol a un lado.
El abuelo cometió el peor error del mundo que nos afecta incluso a lo que creemos que somos los más fuertes. Puso en una balanza el silencio y la palabra, pero se inclinó a la más desastrosa de todo, el silencio, y Bosch nos da una clara explicación de esto: ¨ Dos vidas le hubieran abierto las puertas de la inmortalidad: el silencio y la palabra. Escogió la primera, se acostumbró a dejar sus ideas en la oscuridad y…¨. Cuando tenemos eventos traumantes como lo son la pérdida de los padres o un ser querido, a veces decidimos guardar silencio para no mostrar debilidad, pero ese silencio que nos hace débiles es el que ocasiona que nunca curemos esa herida súbita que nos hace sentir alevosía contra nuestro creador, llegando a odiar a quienes son los que nos guían en el camino espiritual, tal cual dice Juan Bosch al referirse a papá Juan en las líneas siguientes: ¨Don Juan odiaba a los curas y a los santos. Era un odio que nunca procuró analizar, cuya procedencia ignoraba y además le tenía sin cuidado. ¨
Con este silencio y esa tristeza no solo sufrimos nosotros, sino, que todos los que nos rodean también sufren, por nuestras acciones, por como nos expresamos a ellos, incluso la que más sufre es nuestra pareja que esté con nosotros en ese momento, porque es la que nos acompaña a diario, la que nos fuerzas, además es quien nota esa tristeza que muchos otros no son capaces de notar. Hablar es la mejor salida ante perdidas como esta y papá Juan no fue capaz de ver el daño que se hacía y lo molesta que se volvía su presencia para quienes le rodeaban, porque el duelo no te cambia, te revela y ese duelo saca cosas que no pensábamos que teníamos, pero siempre se mantuvieron allí resguardadas.
Para terminar, recuerda que el ser humano nace, crece, se reproduce y muere, este es el ciclo de la vida y por más que quisiéramos vivir para siempre no podemos hacerlo, la vida es un préstamo que al igual que el del banco nos pasa factura, ahora bien, depende de nosotros ser fuertes y aceptar esto aunque nos duela en lo más profundo de nuestro corazón y darnos cuenta que a pesar de que esto pase debemos seguir hacia delante nuestra vida, o, está la segunda opción que es ser un papá Juan más en la vida, que por no superar la muerte o cualquier otro suceso, nos volvamos seres tristes, sin entretenimiento, ni consuelo; porque será imposible olvidar a quien amamos y se va, pero es posible recordarlos con amor y alegría en la eternidad.