(Tal vez como un ejercicio inútil para la memoria).

Las embarcaciones teatrales de nuestro territorio caribeño e insular no escapan a los vaivenes y veleidades de un clima político cada vez más voraz que a lo largo del tiempo, independientemente de las banderías partidarias, ha pretendido hacer con el sector teatral independiente lo que le ha venido en gana.

Las marejadas a las que nos hemos sometido constantemente han provocado, en más de una ocasión, “mareos”, sensaciones de náuseas, estados vomitivos, decaimiento y flacidez en nuestros organismos teatrales y creativos. Y a pesar de ello nos hemos podido levantar y continuar nuestro camino, flotando, haciendo frente a los embates que nos han provocado desde las instancias que toman decisiones sobre las políticas culturales. Sin ánimo de plantear verdades unívocas, pero sí realidades palpables, veamos tan solo algunos ejemplos de “mareos” culturales:

PRIMER MAREO DE LA EDAD ANTIGUA:

Ante una ola de indignación y protestas desatadas por la insólita exclusión del Teatro Dominicano del primer Festival Internacional de Teatro celebrado con fondos públicos, el entonces Consejo Presidencial de Cultura, convocó a un grupo de teatristas para plantear acciones en favor del teatro dominicano. Se le entregó al gran artista Victor Victor, un borrador de acciones que entre otros puntos, contenía propuestas para el manejo de las salas teatrales públicas.

Resultado: Se engavetó dicho documento.

SEGUNDO MAREO DE LA EDAD ANTIGUA:

El ya inexistente Colegio de Artistas del Teatro (CODEARTE), entregó un pliego de demandas a la administración de T. Raful (Ex Ministro de Cultura), conteniendo entre otros puntos, la propuesta para implementar una política clara en el manejo de las salas públicas. Algo tan neurálgico fue obviado, aunque reconocemos que se lograron conquistas fundamentales para la dignificación del sector teatral (cuotas de selección y participación en los Festivales de Teatro, Muestras Dominicanas de Teatro, eventos de reflexión sobre el teatro, incluso una sala de teatro entregada a Codearte para que la administrara).

Resultado: Se engavetó dicho documento.

PRIMER MAREO DE LA EDAD MODERNA:

José Antonio Rodríguez (Ex Ministro de Cultura), nombró una Comisión Consultiva para el teatro integrada por funcionarios y teatristas del teatro independiente, la que se reunió durante nueve (9) meses y entregó un proyecto para el desarrollo del Teatro Dominicano que incluyó hasta la elaboración de un presupuesto.

Resultado: Un proyecto de desarrollo para el teatro que se engavetó.

Una parte de dicha comisión hizo alianza con otros sectores y se realizó el Encuentro Nacional de Teatristas Rafael Villalona, dando como resultado el planteamiento de 55 líneas de acción para el desarrollo del teatro dominicano.

Resultado: El documento con las conclusiones finales, se engavetó.

SEGUNDO MAREO DE LA EDAD MODERNA:

Tras el anuncio de la posposición-suspensión del Festival Nacional de Teatro y el mar de protestas generadas, P. Vergés (Ex Ministro de Cultura), convoca al sector teatral independiente a sostener reuniones y diálogos de consulta, para escuchar las propuestas del sector teatral.

Resultado: Conformación de Comisiones Técnicas de trabajo, con un calendario de reuniones. Reuniones que nunca se realizaron y planes que se engavetaron.

TERCER MAREO DE LA EDAD MODERNA:

  1. Selman (Ex ministro de Cultura), convoca a dar seguimiento a las Comisiones Técnicas de Trabajo y literalmente, nos deja esperando en Bellas artes, hasta nuevo aviso. Cosa que nunca ocurrió.

NUEVA CONVOCATORIA A REUNIONES Y CONSULTAS: ¿SERÁ EL CUARTO MAREO?:

Se ha sabido que el gobierno del Cambio ha convocado al sector teatral independiente, a reuniones de consulta y diálogo para el 4 de mayo de este 2022, a través de sus grupos organizados (UNIMA, COMDRAMA, UDAA, SITEARD, REDSATI, COOPARTES, Acción Teatral del Cibao, Productores independientes).

Esta convocatoria llega en medio de un largo periodo de pandemia el cual ha amenazado la existencia de todos y que lejos de entender la urgencia de ir en auxilio del sector teatral y de garantizar la cultura como un derecho fundamental, tanto para la ciudadanía, como en cuanto garantizar condiciones dignas para el ejercicio artístico, se ha decidido atender otras áreas del quehacer nacional y se han desviado fondos públicos para la cultura, hacia otros sectores. (Si no es así, que expliquen qué ha pasado con los presupuestos para Festivales de Teatro y otros eventos).

Confiamos que estas nuevas consultas no se sumen a los pasados "mareos" y tácticas dilatorias de otras gestiones gubernamentales, que han preferido utilizar discrecionalmente los fondos públicos para atender, reconocer y favorecer coyunturalmente, demandas y necesidades, (de seguro muy justas y loables) de iniciativas individuales, en detrimento de implementar políticas públicas permanentes y ejecutar acciones para el beneficio colectivo del sector teatral independiente.

Para hacer la diferencia, tan solo hay que echar mano a lo declarado en el programa de gobierno de la actual gestión para el sector cultural y teatral, publicado en varios medios digitales.

Hay que reconocer que en nuestro clima teatral, no todo han sido “mareos”. Desde el sector teatral independiente también hemos sido capaces de provocar “marejadas”, es decir movimientos súbitos de las aguas teatrales, que generen situaciones un poco más favorables a la navegación de nuestro teatro, aunque sea de manera coyuntural, simbólica, pero muy significativas. Veamos algunos ejemplos:

1.- No olvidar la gestión del CODEARTE, bajo la presidencia de María Castillo, en la obtención de lo que hoy es la sede del edificio para las escuelas de Bellas Artes (Incluida la Sala Manuel Rueda). CODEARTE también consiguió (en la directiva que presidió Elvira Taveras), la exención de ITBIS para las artes escénicas; reducir, de un 16% a un 12% de boletería (en la Sala Ravelo y de 25% a 15% en Bellas Artes), el aporte de teatristas para el uso de salas públicas. Esto último se ha perdido y la tarifa que (en la actualidad) se quiere implementar en la Ravelo es de $30 mil por función y $75 mil en Bellas Artes (esta última pretende cobrar ITBIS en el uso de las salas.

2.- No olvidar la realización del hasta ahora más grande y contundente evento de teatristas, “El Encuentro Nacional de Teatristas, Rafael Villalona”, con la participación de 136 teatristas y con la puesta en común de nuestras necesidades y aspiraciones colectivas, aportando 55 líneas de acción para el desarrollo del teatro dominicano, agrupadas en cinco mesas de trabajo. Propuestas aún vigentes y pendientes de su realización.

3.- No olvidar el aumento salarial que gestionamos los artistas docentes de las escuelas de Bellas Artes tras los casi nueve (9) meses de paralización de la docencia. Esta acción dió paso a que unos meses después, los miembros de las compañías oficiales de Danza, del Teatro Rodante, del Coro Nacional, nos emularan, obteniendo mejores resultados desde el punto de vista del aumento salarial.

4.- La defensa y ejecución del Festival Nacional de Teatro, que se logró tras marchas y el “viacrusis teatral”, como respuesta al anuncio de su posposición-suspensión por parte de la administración de Vergés.

5.- Tras años de esfuerzo, la formulación y entrega ante el Congreso Nacional, de un proyecto de Ley para el Teatro, por parte de la UDAA, el que a su vez ha sido replanteado, con significativas mejoras, por el SITEARD. Dicho sea de paso, es de consenso en el sector teatral, que preferimos una Ley del Teatro y no una Ley de Mecenazgo que si bien podría atraer algunos incentivos del sector privado, en su formulación privilegia la lógica de la economía naranja y no el enfoque del Teatro como un servicio público, como un derecho fundamental de la ciudadanía, que el Estado está obligado a fomentar y garantizar.

6.- La realización en tiempos de pandemia, del Festival SOS, organizado por la REDSATI, con el fin de aportar económicamente a las salas independientes sin subvención, y así evitar su colapso y cierre definitivo.

7.- Gestionar y lograr que en medio de la pandemia, las administraciones de E. Selman (Ex Ministro de Cultura) y de C. Heredia, (Ex Ministra de Cultura) aportaran (durante unos pocos meses), sumas simbólicas para evitar que las salas independientes sin subvención, colapsaran y tuvieran que cerrar.

8.- Lograr que la actual administración del Mincult, organice una pequeña Muestra de Teatro convocando y financiando a 12 proyectos teatrales, como un simbólico paliativo a los embates de la pandemia.

9.- La constitución en ASFL (Asociaciones Sin Fines de Lucro), de algunos proyectos teatrales y salas del teatro independiente (Nova Teatro, Casa de Teatro, Guloya, La 37, Utopía, Teatro Alternativo, Sala Iván García, Absoluto Teatro, Teatro Luna, Anacaona Teatro, Acción Teatral del Cibao), para poder obtener, por ley, limitados y muy desiguales fondos económicos que deben ser destinados a proyectos de creación, divulgación y de formación teatral específicos. Con la salvedad de estar sometidos a rigurosos, extensos y cada vez más estrangulantes procesos burocráticos, para auditar el destino y uso de dichos fondos públicos.

10.- La constitución de la Cooperativa para Teatristas.

11.- A solicitud de las actuales autoridades del Mincult, el recientemente formulado proyecto “El Teatro te Abraza”, Programa Familiar de Resiliencia Teatral”. (Gestionado por la REDSATI). Este proyecto se sometió a beneficio tanto de las salas independientes, como de los grupos del teatro independiente sin sede. Aún esperamos respuesta del Mincult al mismo.

12.- Innumerables gestiones de cohesión y de acciones para visibilizar nuestro arte, así como nuestras necesidades, demandas y propuestas por parte los grupos organizados (UNIMA, COMDRAMA, UDAA, SITEARD, REDSATI, Acción Teatral del Cibao, Productores independientes). Por cierto, en muchas de estas acciones colectivas, han estado ausentes y/o en muy bajo perfil, lxs que en algún momento pasan a formar parte de la administración del Mincult. ¿Por qué será?

No olvidemos que el fenómeno se repite:

Llamado a consultas, espacios de diálogo, procesos de diagnóstico y análisis, sometimiento de propuestas para el beneficio colectivo, (experiencias no exentas de intentos de chantaje, represalias e intimidación por parte de los funcionarios de turno), cuyos resultados han sido el engavetamiento de dichas propuestas.

Recemos, imploremos, estemos vigilantes, y quién sabe si acontece el milagro de que se nos ocurra alguna otra manera de gestionar, para que los vientos del cambio, esta vez, hagan la diferencia.

Esperamos (y no a Godot), y ojalá que la coyuntura de la pandemia y de un próximo año pre electoral, no atente contra el entendimiento de que la cultura (el teatro incluido), es un servicio público, un derecho fundamental que el Estado debe garantizar, no con promesas y provocación de “mareos”, sino con acciones concretas y permanentes.