Haffe Serulle es un escritor dominicano, conocido por sus aportes a la teatrología y a la narrativa dominicana de los últimos veinte años. Desde su conocida novela Voy a matar al presidente (1973), pasando por Las tinieblas del dictador (1978) y El tránsito del reloj (1998), Los manuscritos de Alginatho (2006), El momento final (2018), La verdadera historia del generalísimo (2012), y otras obras premiadas, el escritor ha conformado un mundo de mundos, en varios tiempos y espacios de lo imaginario confluyente, en una travesía asombrosa, alucinante, abismal que desemboca en esa obra ya maestra de la literatura dominicana de los últimos veinte años titulada: Los manuscritos de Alginatho (2006).
Esta novela ocupa un lugar de significación en la narrativa dominicana de nuestros días, debido al largo aliento épico y, sobre todo, debido a sus conjunciones temáticas, políticas, míticas, imaginarias estilísticas y textuales. Alginatho es un personaje, pero también un símbolo, una función, una vida que es realidad de todos en una mirada y una línea intelectual que desconstituye la realidad visible en un cuerpo donde leyenda, traición, falsos vínculos y contradicciones del sujeto. y modernidad se desajustan y los acentos diversos del registro vuelven a ajustarse en la voz o voces de los personajes.
La estructura cinematográfica de la novela hace visible las acciones, “guionización” de conflictos, encuentros y desencuentros que el autor logra plasmar, y ante todo narrar en las 726 páginas del libro. El lugar de la imaginación en esta novela es plurisignificativo, pues los movimientos que la generan como cuerpo, relato, pesadilla y libertad anuncian finalmente la luz del mundo y la liberación a través de la muerte y resurrección del personaje. Lo que libera a Alginatho es la escritura entendida como testimonio, pero también su búsqueda en el orden nocturno y diurno de lo real.
Haffe Serulle (San Francisco de Macorís, 1947), demuestra, a través de esta novela, que la imaginación narrativa no tiene límites, pero demuestra, además, que la novela dominicana de los últimos diez años desafia lo real desde lo mítico, lo legendario, lo político, lo verosímil y lo inverosímil.
La estructura fílmico-textual de Los Manuscritos de Alginatho, conquista a lectores de todo tipo y de diversas generaciones que buscan, en el contexto mismo de la neoficción, los contenidos temáticos, situaciones y acciones nuevas en la cardinal de la nueva narrativa dominicana y latinoamericana. El escritor Haffe Serulle nos ofrece una obra de madurez que lo lleva-a dialogar.con escritores ya universales: Carlos Fuentes, Lezama Lima, Julio Cortazar. Ernesto Sábato, Fernando del Paso, Alvaro Mutis, Juan Rulfo y otros.
En efecto, más allá de la búsqueda del padre y del asesinato cruel de su madre producto de una pugna personal y religiosa; más allá del crimen, la profecía y la borrosidad de estas historias, el novelista-personaje, la historia-memoria y el presente de Alginatho, concurren en esta novela la fuerzas sociales, religiosas, míticas y políticas conformadoras de una polifonía textual, dinámica, direccional agonal y aurática, en cuyas visiones encontramos la realidad y la ficción entremezcladas y profundas.
Creo que ha llegado el momento en que nuestros autores entren en la red de nominaciones y premios internacionales. Nuestras instituciones académicas y culturales deben asumir el compromiso con escritores y obras de esta significación. Nuestra literatura debe ser reconocida, traducida y puesta en contacto con premios como el Cervantes, Juan Rulfo, Premio de la Crítica, Premio Nobel de literatura y otros. Obras como esta y otras de autores dominicanos se deben traducir al inglés, francés, ruso, danés, japonés, chino, finlandés, sueco, portugués, checo, italiano, árabe y otros, para que por fin la literatura dominicana entre en la universalidad.
La novela Los Manuscritos de Alginatho se debe leer hoy en Italia, Francia, Estados Unidos, Holanda, Noruega, Dinamarca, Hungría, Inglaterra, Polonia, Rusia y otros países, en traducciones que hagan accesible el texto en todas sus posibilidades de lectura y escritura.
Esta obra, leída en clave universal y nacional, puede lograr también su espacio como producto intelectual y como obra dialógica junto a otras que se han impuesto en el marco editorial y que han hecho posible el conocimiento de grandes autores dominicanos ya universales. Debe plantearse, en este sentido, la tarea de divulgar obras como esta y otras de profesores-escritores, en un contexto de intercambios culturales, institucionales y académicos intercontinentales.