Ya se apagó el pebetero. ¿Qué pebetero? ¿Acaso un globo es pebetero? Estoy más que decepcionada de estos juegos.
A mi edad, todo lo que tengo que hacer para no aburrirme y para tener el tiempo ocupado es seguir los deportes.
Soy una fiel seguidora de los juegos olímpicos. Que yo recuerde, desde las olimpiadas de Múnich, en 1972, no me he perdido ninguno. Todos para mí han sido estupendos.
Recuerdo en especial los de Barcelona en 1992. El encendido del pebetero fue algo inolvidable, cuando un arquero con mucha precisión lanzó una flecha para el encendido y de esa forma dejar inaugurados dichos juegos. Aunque al cabo de los años nos enteramos que tal precisión no fue, que todo estaba computarizado.
Los de Múnich tampoco pueden olvidarse, ya que hubo un atentado en la villa olímpica en la que se tomaron rehenes y fueron acribillados once atletas israelíes.
Esta última edición la ganó París, aunque recuerdo que en el 2004 tanto París, Madrid y Londres se disputaban la sede para los olímpicos de 2012. Salió victorioso Londres.
En ese año, 2004, me encontraba en España visitando a mi hijo menor que estudiaba un post grado en una universidad de Madrid. Sería una tontería estar tan cerca de Francia y no visitar París. En ambas ciudades se encontraban letreros por doquier con el logo de las olimpiadas. La Torre Eiffel era un poema, con sus luces siempre parpadeantes y sus anuncios olímpicos. En Madrid por donde quiera que uno se movilizaba estaban presente los aros olímpicos.
Acostumbrada siempre a ver desfilar a todas las delegaciones que con orgullo marchaban al compás de una música y llenos de alegría. Ver a los abanderados agitar sus banderas y, ya en los últimos tiempos, los celulares en mano captando las impresiones de dicha inauguración. Me quedé esperando tan emocionante acto.
¡Quién ha visto que los atletas van apiñados en barco navegando por un río, no importa que sea el Sena!
No me gustó para nada el recorrido de la antorcha olímpica por lugares tan fúnebres y feos portada por un ser anónimo, que nunca supe quien fue.
Este recorrido para mí se salvó cuando de pronto Zinedine Zidane (Zizou) apareció de la nada y le entregó a Nadal dicha antorcha. (Creo el único momento memorable de ese recorrido). Aunque sería injusta si no dejo de reconocer el momento emocionante del recorrido de dos atletas minusválidos. También la presencia de Serena Williams, Nadia Comaneci y Carl Lewis.
A propósito de Zizou, un jugador de fútbol espectacular, su retiro fue el más doloroso para cualquier jugador de su talla. Se jugaba la final del mundial de fútbol en 2006, cuando fue provocado por el jugador italiano Matterazi, no sé qué le dijo, provocando su ira y como respuesta le dio un cabezazo, algo inexplicable, tuvo que ser algo tan desagradable, que nunca se supo, que atentó contra un retiro en grande. ¡Qué pena!
También fue memorable la participación de Céline Dion, con el “Himno al Amor” de Edith Piaf, que hizo erizar los pelos, acompañada por una orquesta, pero visible un pianista que no podía externar más emoción al verla cantar.
Siguiendo con los olímpicos, los atletas enseñaron las camas de cartón, anti relaciones sexuales. La comida era tan escasa que los de alto nivel económico optaron por irse a hoteles ya que se quedaban con hambre. Las condiciones eran tan malas que un medallista olímpico se tuvo que ir a dormir en el suelo en un parque.
Los nadadores del Sena se enfermaron. Bañarse en ese emblemático río es como bañarse en el Ozama, toda contaminación es poco. Ese río solo es bueno para pasear al atardecer en uno de los barcos turísticos, más de ahí, nada.
Estos juegos han sido muy controversiales. En la inauguración hubo una parodia de la Última Cena, de verdad, fue una escenificación grotesca y desagradable. Los organizadores tuvieron que pedir excusas por esa estampa.
Nuestro país fue salvado por los dos púgiles que obtuvieron medallas de bronce y Marileidy que nos hizo vibrar con las notas de nuestro himno.
En la ceremonia de clausura, nada nuevo con relación a la inauguración. No sentí nostalgia esta vez, como siempre he sentido al término de unos juegos.
¡Qué juegos más feos! Para mí.