Es innegable que, ante la ola de atracos, delitos, homicidios, y actos de raterismo diarios cometidos en todo el territorio nacional, y el escándalo que ellos provocaban a la sociedad, el gobierno tomó la decisión, inequívoca y evidente, de atacar estos actos por el lado más fácil y consuetudinario. Matar a quienes, los mismos policías conocen como delincuentes, que en la mayoría de los casos, han compartido, el producto de estos actos deleznables, con quienes deben perseguirlos y enfrentarlos. La evidencia da lugar a un axioma.

 

Este corolario, lleva razón, por las innecesarias advertencias públicas realizadas tanto por el Presidente Abinader y el ¨Director de la Policía Nacional¨,  más para que la sociedad supiera y entendiera que se había tomado esta nefasta decisión, que, para que los delincuentes desistieran de su actitud, ya que los antisociales son simplemente eso, personas que son enemigos del orden establecido y el respeto a las leyes, porque, han sido excluidos de la sociedad desde su nacimiento.

 

La respuesta de la sociedad, es entendible, ya que, una gran parte de ella, ha felicitado la mano dura, de la Policía creada y organizada por Trujillo, en la cual aún, existen, aunque los generales no quieran escucharlo, estructuras mafiosas, que vuelven ricos a muchos de ellos en muy corto tiempo. Para ello solo bastaría, hacer un simple cálculo matemático que establezca, los dineros ganados por salarios, ¨especialismos¨ y compensaciones, versus, los millonarios bienes que tienen estos altos oficiales, que en modo alguno tienen como justificarlos.

 

La asociación de los delincuentes con los policías es innegable y constituye un secreto a voces desde hace mucho tiempo.

 

Lamentablemente, reitero, el gobierno se ha ido por el lado del inmediatismo y la fatalidad, se mata al perro y se acaba la rabia.

 

Lo cierto es, que, a la luz de la opinión pública y la sociedad, estas soluciones salvajes y absurdas, tienen espacio y hasta apoyo, pero a la larga, el mismo germen o virus que creó a los Papo Trenza, a los Cesar el Abusador, a los Quirino, y todos los delincuentes que se han popularizado por la obtención de extraordinarios medios económicos, persiste y se multiplica, la miseria, la desigualdad, la falta de oportunidades y la falta de apoyo gubernamental.

 

Ha sido escrito hasta el hartazgo, que, hasta que los barrios paupérrimos y los cordones de miseria de las grandes ciudades no sean debidamente atendidos, donde se creen espacios públicos subvencionados por el Estado, para que los jóvenes tengan un sitio donde acudir, que simplemente no sea la esquina del sector donde viven, donde puedan, por ejemplo, estudiar inglés, tener clases de ajedrez, tengan un cine comunitario y profesores permanentes, tenis de mesa, biblioteca y computadores con internet, entre otras actividades permanentes y planificadas, la marginalidad seguirá pariendo delincuentes.

 

Donde las niñas y niños de diez años en adelante, tengan la posibilidad de estudiar educación sexual, junto a sus clases ordinarias, donde se les explique real  y efectivamente, las consecuencias de un embarazo a su corta edad; donde se les enseñe que el mundo es más grande que la manzana donde viven, y que, una vida desperdiciada se replica en nuestros hijos, entorno y sociedad.

 

Este gobierno del cambio, está replicando lo peor de los gobiernos pasados, con un populismo nunca visto, cambiando las funditas por chequecitos y bonos de todo tipo, sin ningún plan estructurado, planificado y en ejecución, para variar la realidad del barrio y sus miembros.

 

En vez de botar el dinero en publicidad hasta el hartazgo, en vez de inculcar el pueblo el hábito del pedigüeño, debe vender dignidad, valorar el esfuerzo y ayudar a conseguir los logros y reconocimiento social que la delincuencia otorga ahora a estos jóvenes.

 

Matar un ser humano no puede ni debe ser la solución.