La anexión a los Estados Unidos. El plebiscito de Báez
El Tratado de anexión de 1869, promovido de forma desesperada por el presidente Báez, establecía que los pueblos de la República debían expresar su conformidad con la mayor celeridad. Esto obligó al carismático líder rojo a realizar el 16 de febrero de 1870 un plebiscito entre el pueblo dominicano que no alcanzó los 16 mil votos (un 5% aproximadamente de la población), cifra poco significativa si se considera que para la época el país contaba con una población oscilante entre los 250,000 y los 300,000 habitantes, mayormente iletrados.
En el plebiscito tuvieron una activa participación los caudillos restauradores quienes se desplazaron por las diferentes regiones del país coaccionando a la población urbana y rural.
En la Región Norte del país, por ejemplo, el general Manuel Altagracia Cáceres desarrolló una amplia campaña entre el campesinado para explicarles las supuestas ventajas que se derivaban de convertir el país en una colonia estadounidense. En la Región Noroeste el general Benito Monción y otros generales restauradores desplegaron una campaña intimidatoria entre la población campesina para estimularlo a votar a favor de plebiscito.
En tanto en el sur los caudillos baecistas pregonaban que con la anexión se aseguraba la paz, el progreso, la tranquilidad, el orden, el trabajo. Desde la Gaceta Oficial y otros medios, intelectuales de renombre, adscritos a la dictadura baecista, como Félix María Del Monte, Nicolás Ureña de Mendoza, Javier Angulo Guridi y otros también divulgaban mensajes favorables a la anexión.
Al final del amañado plebiscito las autoridades baecistas declararon que sólo once dominicanos se opusieron a la integración de nuestro territorio a los Estados Unidos. En Puerto Plata, según refiere Rufino Martínez, se identificó a una persona que echó un voto negativo y para protegerlo personalidades respetables del pueblo lo embarcaron de forma subrepticia a Islas Turcas.
En Santo Domingo se conoce que votaron en contra Emiliano Tejera, Augusto García y Juan Francisco Alfonseca. El historiador Manuel Ubaldo Gómez cita el caso del sacerdote Carlixto María Gómez quien al lado de donde estampó su firma escribió “no acepto esa inmoralidad”. (1)
El clero católico también se sumó a la campaña a favor de la anexión y en respuesta a una carta de José Gabriel García, fechada el 16 de julio de 1869, el P. Meriño le expresa:
“[…] He visto todo cuanto me refieres respecto a nuestro clero. ¡Qué tropa de viles! Si no me lo contaras tú, pondría en duda la conducta torpe y vergonzosa de esos sacerdotes que todo saben ser menos lo que son. ¡Paciencia! Eso quiere decir que el contagio lo ha invadido todo, hasta el santuario”. (2)
El más radical opositor al proyecto de anexión de la República Dominicana a los Estados Unidos fue el senador Charles Sumner, a la sazón presidente de la comisión de Relaciones Exteriores del Senado. Otros de sus compañeros senadores apelaron al racismo para rechazar la anexión, entre los cuales sobresalen Carl Schurtz y Fernando Wood.
Los argumentos racistas Carl Schurtz
El 29 de marzo de 1870 se vencía el plazo para la aprobación del tratado de anexión y días antes el senador Carl Schurtz pronunció un discurso racista contra el mismo. Consideraba que la adquisición de países tropicales con “poblaciones no digeribles, no asimilables” afectarían el sistema republicano de gobierno y agravarían los problemas raciales ya existentes. Entendía que, debido al clima, en las “islas tropicales” nunca serían pobladas por gente de sangre germánica.
Schurtz manifestó su oposición a otorgar ciudadanía y derecho al voto a los afroamericanos pues el tema había enfrentado a los mejores intelectuales de ese país. Insistió en que los dominicanos “desconocían la democracia”, al igual que México y otras colonias españolas, las cuales habían demostrado ser incapaces de gobernarse ellos mismos y “toda su historia” era una “historia de revoluciones”. (3)
De acuerdo al historiador Bernardo Vega, el presidente Grant “pudo haber aprovechado el discurso de Schurtz para explicar su plan secreto de enviar esclavos libertos a Santo Domingo y así reducir las tensiones raciales y reconciliar a los americanos resolviendo “problema negro”, pero no lo hizo”. (4)
Fernando Wood
Para este congresista la población dominicana era “de un tipo degenerado en grado sumo”, integrada por principalmente por una raza cuya sangre cuya tenía “dos tercios de africano nativo y un tercio de criollo español”, a diferencia de cualquier raza de color conocida en este país o en otra parte del mundo. Por tanto, era una mezcla “incapaz de asimilar la civilización” e inhabilitada, bajo cualquier circunstancia, “para hacerse ciudadanos de los Estados Unidos”. (5)
La oposición del senador Charles Sumner a la anexión
El 15 de marzo la comisión de Relaciones Exteriores del Senado se pronunció en contra del tratado de anexión y de la convención para la compra de Samaná. Su presidente, Charles Sumner, se pronunció en contra de Báez: “Conozco íntimamente su historia. Es un usurpador y sus manos están teñidas de sangre”. (6)
En su discurso en el Senado, considerado por New York Tribune como “uno de los más poderosos” pronunciado en ese órgano, Charles Sumner resumió en cinco puntos las razones de su oposición a la anexión. En primer lugar, porque estimularía nuevas adquisiciones de los Estados Unidos en El Caribe, que propiciarían, a su vez, graves conflictos de ese país con otros poderes. En tal sentido, Haití representaba la principal amenaza, a cuya anexión también se oponía Sumner, pues entendía que los africanos pertenecían a la banda ecuatorial, y por tanto, debían disfrutarla sin ser molestados.
En segundo, Sumner veía como mínimas las posibilidades de intervención de las potencias europeas en los asuntos dominicanos. En tercer lugar, en el cual tenía mucha razón, en caso de anexión los Estados Unidos pagarían una deuda mayor que la prevista. En cuarto lugar, la anexión tendría como secuela revoluciones y guerras civiles, y por último, la anexión afectaría el predominio de la raza negra en las Antillas, y por tanto, sería injusta con ella.
En su discurso en el Senado del 24 de marzo de 1870 el senador Sumner presentó una moción en la cual proponía se retiraran los barcos de guerra de las costas de Santo Domingo durante las negociaciones que tenían por objeto la adquisición de una parte de la isla”, pues era contrario a “todo sentimiento de justicia”, utilizar una fuerza extranjera para mantener en el poder a un déspota que impone la venta de su país”.
La “repugnancia moral” se acrecienta por el hecho de que Báez se esforzaba en vender su país en franca violación a la Constitución de su propio país. Sumner veía como un “insulto a la moral” el utilizar la Marina Federal para mantener en el poder a un usurpador como Báez. Conforme a la Constitución de los Estados Unidos la potestad de declarar la guerra era un acto privativo del Congreso.
En pocas palabras, mientras Báez “conspiraba” para anexar la República Dominicana era respaldado por los buques de guerra de los Estados Unidos, lo cual era una intervención en los asuntos internos de un país extranjero y una violación al principio de no intervención. Sobre “las groseras amenazas” a la República de Haití Sumner dijo tener como “mandato” de sus electores la defensa de la “cultura y raza africana”. (7)
El 30 de junio de 1870 el Senado rechazó el tratado de anexión, pero el presidente Grant, al igual que Báez, estaba dispuesto a lograr la anexión a ultranza. En tal sentido, en su discurso anual Grant solicitó designar una comisión que negociara un tratado de anexión. Pero el senador Oliver P. Morton, amigo de Grant, consciente de que el Senado lo rechazaría propuso que el órgano legislativo designara tres comisionados para que visitaran a Santo Domingo y realizaran una investigación sobre el terreno en torno al proyecto de anexión, que se aprobó el 12 de enero de 1871.
El historiador Rodríguez Demorizi define a Buenaventura Báez como un “anexionista por excelencia” desde 1843, y desde el poder en 1868, “en el nefando período de los Seis Años”:
“[…] inició la consolidación de su Gobierno con una serie de actos proditorios: tras el arrendamiento de la Península y Bahía de Samaná, la conversión de la República en menguada posesión de Norteamérica, en que el ciudadano había de sufrir peor discriminación que la padecida por los habitantes del Sur, tan solo a medias liberados por Lincoln”. (8)
Referencias
(1) Manuel Ubaldo Gómez, Resumen de la historia de Santo Domingo. Libro Segundo, La Vega, 1922,
(2) J. G. García, Obras completas, vol. 6, t. I, Epistolario, Santo Domingo, Archivo General de la Nación, 2017, p. 134.
(3) B. Vega, La cuestión racial y el proyecto dominicano de anexión a Estados Unidos, Santo Domingo, 2019, p. 140.
(4) Ibidem, p. 142.
(5) Ibidem, p. 176
(6) Ibidem.
(7) E. Rodríguez Demorizi (editor), Proyecto de incorporación de Santo Domingo a Norteamérica, Santo Domingo, 1965, pp. 119-122.
(8) E. Rodríguez Demorizi (editor), Informe de la Comisión de Investigación de los E. U. A en Santo Domingo en 1871, Ciudad Trujillo, 1960, p. 7.