Dicen que el actual ministro de Turismo tiene aspiraciones presidenciales. Apoyado por vastos recursos económicos y por haber sido diputado, alcalde del Distrito Nacional y ahora ministro, esa aspiración es enteramente legítima. Lo que le acercara a su meta, sin embargo, no será eso, sino lo que pueda lograr en el actual periodo de gobierno. Si permanece en el cargo deberá emplearse a fondo en tareas trascendentes que mejoren el producto turístico y le ganen más simpatías.
Su estrategia política más recomendable, dado el limitado ascendiente partidario que le aqueja, es abordar los más serios desafíos sectoriales. Esto así porque a partir del 2025 ya el crecimiento del flujo turístico se moderará y los logros en términos de llegadas internacionales irán decayendo.
Las gráficas adjuntas muestran que ya el flujo mundial estará restablecido al finalizar 2024 y que la tasa de crecimiento se moderará al 3.3% anual hasta el 2030, cuando el total de llegadas sera de 1.8 billones (americanos). Para la región del Caribe se puede esperar un fenómeno similar.
La trayectoria ministerial de Collado ha gozado de un impresionante despliegue publicitario. La prensa ha resaltado su labor de promoción internacional y pocos han advertido que el formidable aumento del flujo turístico ha sido producto de la demanda reprimida por los viajes que provocó la pandemia. Por eso ahora le conviene enfocarse, de continuar al frente del MITUR, en tareas que están pendientes en materia de atracciones, infraestructura y servicios. Más abajo se presentan algunas de las más urgentes y principales.
Para la Costa Este hay dos pendientes de gran trascendencia. El primero es el de un Plan de Desarrollo Urbano para el Distrito Municipal Verón-Punta Cana. Frente al orden, ornato y bellos paisajes que prevalecen en Cancún –nuestro principal competidor– ese polo nuestro deja mucho que desear. Las quejas llueven por las construcciones no autorizadas, el desorden del tránsito y el mugriento paisaje. Ahora que la alcaldía del Distrito Municipal está terminando su plan de ordenamiento territorial es una buena coyuntura para despegar con el citado Plan Urbano.
El otro gran problema de la Costa Este es la intrusión salina en el subsuelo. El acuífero se esta agotando y el agua del mar ya se ha detectado a 12 kilómetros de distancia del litoral de Punta Cana y a 14 al noreste de San Pedro de Macorís. Un acueducto regional no resolvería porque las aguas superficiales (de los ríos Anamuya, Higuamo, Chavón) no son suficientes. Es preciso que los hoteles dispongan, individualmente o en colectivo, de plantas de desalinización para afrontar la creciente demanda de agua dulce y el MITUR tiene que actuar para espuelearlos.
La Costa Este adolece además de un plan de ordenamiento a nivel provincial, la regulación de las propiedades de alquiler vacacional (por ej. Airbnb) y una adecuada señalización. Y al MITUR le compete establecer un servicio de bus aéreo entre Punta Cana y Barahona y/o Pedernales. A la comarca le vendría muy bien también que se desarrollada un parque de atracciones en la Isla Catalina y un Centro Cultural en Punta Cana. Todos son complementos del producto turístico que son necesarios.
De similar trascendencia son los pendientes de la capital. A pesar de que el gobierno declaró de utilidad pública los terrenos del antiguo Hotel Hispaniola con la finalidad de construir ahí un Centro de Convenciones, no se ha notado ningún avance. ¿Será necesario otra medida más enérgica para destrabar el litigio que impide el avance? Las convenciones de extranjeros dinamizarían enormemente la economía de la ciudad. En una ocasión se sugirió intercambiarles a sus dueños el cerrado Hotel Santo Domingo por el estatal Hotel Jaragua, cuyos terrenos serian mucho más aptos y apetecibles. Así no habría que contar con los terrenos declarados de utilidad pública.
Tan vieja es la aspiración del Centro de Convenciones para la capital como lo es la de un gran puerto de cruceros. Después de 20 años del Congreso haber concesionado el puerto con esos fines, la empresa agraciada no ha logrado multiplicar las visitas de esos apetecibles barcos (por razones que atendibles atinentes al rio). Afortunadamente, esa concesión se transformará para dar paso a un nuevo proyecto –Quisqueya Port— elaborado a partir del costado oeste del espigón de la Plaza Juan Baron. El proyecto implica una intervención del tramo del malecón hasta Guibia. Ya sus promotores han celebrado vistas públicas y se espera que el MITUR ayude a desbrozar el camino para lograr un pronto inicio de las obras.
Aspiracionales también para Santo Domingo son otros dos grandes proyectos. El más factible es el del Estadio de Béisbol con estándares de Grandes Ligas. Este proyecto tiene un sólido respaldo y se ha anunciado que pronto el proyecto saldrá a la luz pública. El otro gran proyecto sería una reconversión del Faro a Colón para convertirlo, con su entorno, en la Gran Plaza de la Dominicanidad. Eso requeriría del despliegue de grandes estatuas de figuras de nuestro pasado histórico.
Por supuesto, los pendientes anteriores, aunque de gran prioridad, son solo algunos de los que competen al MITUR. En lo que resta del periodo de gestión a Collado –ni a ningún otro incumbente– no le seria posible lograrlos todos. Pero su gestión puede comenzarlos y, aunque el lanzamiento de su candidatura para las elecciones del 2028 le obligue a salir del actual cargo, solo el lanzamiento le habrá redituado grandes beneficios políticos.
Algunos analistas políticos son de la opinión de que ganar más simpatías de los votantes no es lo principal para que Collado pueda agenciarse la candidatura presidencial del PRM. Será más importante, según afirman, que se concentre más en ganar las simpatías de los dirigentes y militantes del partido. Para ello habrá que decidir si le favorece más quedarse en el actual cargo o abocarse a trabajar con las mypimes en el Ministerio de Industria y Comercio o con las necesidades de infraestructura en el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones. Otros ministerios, como el de Defensa y Relaciones Exteriores, no le convendría.