Según narrativas de historiadores, el origen de los cuerpos de bomberos se remonta a la antigua Roma, donde supuestamente existían grupos de esclavos y ciudadanos responsables de extinguir incendios. Así también se relata que Craso, general romano que fue parte de un triunvirato en la era republicana junto con César y Pompeyo, enviaba a hombres de su tropa a apagar el fuego de las casas que se incendiaban, servicio que luego fue regularizado por César como emperador. Asimismo existen otros relatos a través de la historia de la antigua Roma sobre brigadas de hombres llamadas “vigiles”, los que estaban especializados en diversas tareas, entre estas la extinción de incendios.
En la evolución de la humanidad y las diferentes sociedades en el mundo, es a partir del siglo 18 que los bomberos toman una forma más cercana a lo que hoy conocemos, una institución organizada con hombres y hoy también mujeres, especializados y capacitados para atender diferentes situaciones de emergencias, con mayor enfoque en apagar el fuego.
Los primeros registros de un cuerpo de bomberos en la República Dominicana del año1880 cuando el General Gregorio Luperón, mediante el decreto N.º 1851 ordenó la creación de cuerpos de bomberos en las ciudades de Santo Domingo, Santiago, La Vega, Cotuí, El Seibo, San Pedro de Macorís, Puerto Plata y Azua, dando inicio formal de los servicios de bomberos en nuestro país.
A través del tiempo los bomberos se han convertido en una parte fundamental de los servicios municipales y de los servicios de emergencias, evolucionado sus funciones más allá de la extinción de incendios para incluir rescates, mitigación de riesgos y desastres, educación comunitaria sobre la prevención de incendios y de la seguridad en general.
Una razón primaria por la que los cuerpos de bomberos son hoy una competencia municipal, es decir, están bajo la responsabilidad de los ayuntamientos, es porque los gobiernos locales son la primera mano que llega en auxilio de los ciudadanos y por ende los alcaldes deben ser quienes aseguren una acción rápida en cualquier evento de emergencia dentro de su territorio. Un incendio o una catástrofe de cualquier índole, no espera, por lo que la coordinación y control de los bomberos deben permanecer bajo la estructura o jurisdicción de los ayuntamientos municipales y distritales de todo el país.
Pero en ese mismo sentido, es imperante no desconocer la necesidad que se tiene de equipamiento, capacitación y mejores condiciones de trabajo y garantías económicas y de seguridad social para los hombres y mujeres que forman parte de los cuerpos de bomberos. Ser bombero es una carrera u oficio de vocación, que quienes quiera que ocupen las sillas de los gobiernos locales cada cuatro años, deben entender que las estructuras organizacionales y posiciones de bomberos deben respetarse y valer la meritocracia, es decir, la capacidad, la experiencia y la vocación como factores para permanecer en esas intendencias. Los bomberos no se deben cambiar cada cuatro años, al contrario, deben crearse las condiciones al menos básicas para su permanencia y desarrollo en el tiempo.
El presidente Luis Abinader, quien ha demostrado su firme compromiso con la municipalidad, en la Asamblea General de Municipios 2023 celebrada la semana pasada, en su discurso central citó la importancia de que los bomberos deben continuar como una competencia municipal, así como su empeño en que sea articulada una propuesta de mejora de sus condiciones de trabajo de manera integral.
Los bomberos desempeñan un trabajo crucial para nuestra sociedad, salvaguardan vidas y son un pilar fundamental en la seguridad y bienestar de todos. Como ciudadanos, debemos comulgar con que le sean mejoradas sus condiciones, y las autoridades locales, deben hacer un ejercicio de consciencia o de validación los que sí han dado un respaldo y garantías a sus bomberos, de que son parte importante de la gestión, no por instituirse en un brazo de mayor poder o en una parte del pastel, sino por ser un canal de atención inmediata a necesidades de sus comunidades.
Aboguemos todos por una mejoría para nuestros bomberos, démosles honra y respeto; que ser bombero se convierta en una profesión que genere orgullo, pero también que provea dignidad y garantías sociales para quienes la escojan.