La supuesta alta abstención durante nuestras recientes elecciones para alcaldes, la cual realmente no fue tan alta si se compara con otras dominicanas similares y excluyendo el padrón de la diáspora, ha hecho pensar que los votantes dominicanos ahora tienen poco interés por la política.
Sin embargo, nuestras encuestas evidencian que sí es cierto que existe un mal de fondo. Cuando, por ejemplo, se pregunta, como hemos hecho, si los dominicanos favorecen o desfavorecen a más de una docena de líderes políticos, apenas dos de ellos resultan contar con una imagen política neta positiva y son precisamente del partido del gobierno, lo que significa que ningún líder importante de la oposición es visto favorablemente. Eso contrasta con el pasado, cuando Juan Bosch, José Francisco Peña Gómez y Joaquín Balaguer, estando fuera o dentro del gobierno, contaban con alta popularidad. Esas mismas encuestas indican que los votantes tienen muy mala opinión de nuestros congresistas y alcaldes y piensan que el país va por mal camino, y no por buen camino y que la población ahora vive económicamente peor que antes. Esas últimas dos percepciones contrastan fuertemente con la realidad de que la economía dominicana es de las que más ha crecido en América Latina. Pero también es cierto que una gran cantidad de nuestros congresistas han sido vinculados con las drogas, aquí y en el extranjero y muchos están en el negocio de las loterías, lo que promueve el lavado. No es que nos estemos convirtiendo en un narco-Estado, pero sí debemos estar alertas a la luz de lo que está ocurriendo en países como México y Colombia.
Todo eso debería lamentablemente estimular a que surja entre nosotros un movimiento populista de derecha, como ha sido ya el caso de Bolsonaro en Brasil. Bukele en El Salvador, Trump en Estados Unidos, Milei en Argentina y Le Pen en Francia. Esta última tiene muy buenas posibilidades de ganar las elecciones del 2027 y encabezar el gobierno francés. En Hungría con Viktor Orban y en Polonia con Andrzej Duda también hay gobiernos populistas de derecha. En nuestro país tan solo existe un movimiento populista de derecha de cierta importancia, “los Vinchos”, pero, afortunadamente son monotemáticos, tratando únicamente el tema haitiano y sin abundar en el rico menú de pronunciamientos de los populistas derechistas tanto de nuestro continente, como de Europa. En cuanto al populismo de izquierda tenemos el ejemplo de un cercano Chávez quien sustituyó a los partidos políticos tradicionales venezolanos, a los social demócratas y a los de la Internacional Socialista. En un segundo gobierno de Donald Trump y con lo que está ocurriendo en Haití y tal vez Francia, no hay que dudar que para nuestro infortunio aumente el peligro del populismo en nuestro país.
Es necesario que nuestra población cambie de actitud hacia nuestros políticos, pero eso solo se logra si ellos mismos son los que cambian. ¿Vendrán caras nuevas a partir del 2028 en nuestra política, sustituyendo a Luis Abinader, a Abel Martínez, a Danilo Medina y a Leonel Fernández?