La definición de frontera entre Rep. Dominicana y la Rep. de Haití se ha vivido de forma conflictiva porque la frontera no es fruto de los pobladores de la isla, sino de los países colonialistas España y Francia. La frontera, línea divisoria, es fruto de los dos países colonizadores que reclamaban, cada uno qué les pertenece de la Isla. Llegan y se hacen dueños…
Desde el año 1606 al 1929, en el cual RD y RH acuerdan un nuevo Tratado fronterizo, estando Haití ocupado por los estadounidenses, se registra un largo proceso de definición de la frontera con varios tratados fronterizos, incluyendo el famoso Tratado de Ryswick (1697) mediante el cual España cede a Francia un tercio de la isla.
La conflictividad continuada, en muchas ocasiones, por los gobiernos dominicanos y haitianos, expresada en prejuicios y rechazos en sus relaciones, se debe a que la parte Este de la isla es colonizada por los españoles y la parte Oeste por los franceses.
Dos culturas, dos estilos de colonización diferentes, una esclavitud exclusiva en el Oeste y una esclavitud inclusiva en el Este, determinada por el tipo de trabajo productivo: caña de azúcar en el oeste y ganadería en el Este; pero un denominador común: la cruel opresión de la esclavitud para nativos y para africanos.
El gobierno de turno en RD, a principio de Octubre 1937, Rafael L. Trujillo, Presidente de la República Dominicana, viajó a Dajabón y pronunció un discurso señalando que la ocupación progresiva, que los haitianos venían realizando pacíficamente, ocupando las tierras fronterizas, no debía continuar; y ordena, posteriormente, que todos los haitianos que hubiera en el país fueran repatriados para Haití y el que no se fuera, sería eliminado.
Donde más haitianos saquearon y mataron, los esbirros trujillistas, fue en las comunidades fronterizas.
Esta matanza (más de 18,000 haitianos) generó un repudio internacional; pero Trujillo presentó la matanza como un simple incidente ocurrido en la frontera entre campesinos dominicanos y ladrones haitianos, de ganado y las cosechas agrícolas.
La versión trujillista es la siguiente: los dominicanos cansados por los robos de ganado y las cosechas agrícolas decidieron atacar a los haitianos. La matanza fue realizada con armas blancas y garrotes, no con armas de fuego. Los defensores de Trujillo montaron una campaña de defensa hasta llegar a proponerle como el defensor de la nacionalidad dominicana.
Es importante tener presente que República Dominicana se independiza de Haití en 1844, después de veintidós años de ocupación haitiana. A los 19 años de haber nacido la Primera República, en 1863, Pedro Santana, con el control militar y político, anexa ilegalmente la República a España, como colonia nuevamente de ella: así muere la Primera República, no la indepen-dencia nacional…
Pero la llama de la libertad y de la independencia nacional, encendida por Duarte, Sánchez y Mella, no se apaga en la conciencia de Gregorio Luperón y los Restauradores, hombres y mujeres, que engendran y hacen renacer, restaurar definitivamente, la Segunda República, el 16 de agosto 1865.
Desde las guerras de independencia contra Haití venimos arrastrando odios, rencores y prejuicios en nuestras relaciones dominico-haitianas.
¿Por qué mantenemos tan vivos y activos esos odios y rencores y no recordamos que los haitianos abolieron la esclavitud colonialista en la parte Este haciéndonos hombres y mujeres libres, dándonos propiedad privada y repartiendo las tierras a los esclavos libertos, origen del campesinado dominicano?
Actualmente, la mano de obra de los migrantes irregulares y regularizados de los obreros haitianos produce 16 veces más de lo que consumen…
Las repatriaciones masivas e indiscriminadas, sin el debido proceso, son fraganti violaciones a los Derechos Humanos, no reconocidas por la oficialidad y cierto grupito en Rep. Dominicana… ¿Cuál es la raíz de este injusto e inaceptable proceder antihaitiano?
La zona fronteriza ha sido históricamente poblada, colonizada y controlada por los gobiernos dominicanos, específicamente por el Ejército de República Dominicana y por funcionarios nombrados para detener el flujo de nacionales haitianos hacia RD.
En 1952 nacen 17 colonias con nacionales dominicanos y extranjeros, japoneses y españoles, también se concedieron grandes extensiones de tierra en Manzanillo a una compañía extranjera para la explotación de guineo (banana). Con la presencia de los extranjeros en la frontera Trujillo quería hacer una “muralla blanca”.
Los nacionalistas forofos, encabezados por los Vinchos, impulsaron una muralla fronteriza para la cual rastrearon un millón de firmas… ¿ ?
Ayer, época trujillista, mataban negros dominicanos y haitianos para dominicanizar la frontera; es por eso, que surge la palabra mágica “perejil”, para distinguir al negro dominicano del negro haitiano.
Hoy, no es por la palabra “perejil”, sino por el “apellido afrancesado”, que la sentencia 168-13, del Tribunal Constitucional, mata a los dominicanos y dominicanas de ascendencia haitiana anulándoles acta de nacimiento, carnet de identidad personal y pasaporte, violando los Derechos Humanos y la Constitución Dominicana…, otro genocidio neocolonialista…
Agricultura, comercio, crianza de animales y servicios domésticos son las actividades productivas que ocupan a los dominicanos y a los haitianos de la zona fronteriza.
Esas actividades, que han sido permanentes entre las comunidades fronterizas, exigen el cruce de frontera por el río Masacre, “que se pasa a pié”, y siempre han estado cubiertas por el manto de la ilegalidad, aún en la actualidad con dos controles: la Aduana seca la controla el gobierno y la Aduana mojada la controla el Ejército Dominicano.
La ilegalidad a quien más beneficia es a las autoridades de ambos países y es por eso que se mantiene la irregularidad fronteriza después de 221 años de vida republicana en Haití y 180 años en RD. Existen tratados y acuerdos “diplomáticos”, que no se cumplen en la realidad.
Para los asuntos oficiales existe un consulado dominicano en Juana Méndez y un consulado haitiano en Dajabón. Nunca ha existido “voluntad de los gobiernos dominicanos y haitianos para que las comunidades fronterizas puedan realizar sus relaciones comerciales y sociales en el marco de la legalidad”.
A partir de la sentencia 168-13 se ha iniciado un proceso de regularización de los nacionales extranjeros en RD., especialmente los nacionales haitianos.
Ese Plan Nacional de ´Regularización de Extranjero no ha obtenido los resultados esperados dada la falta de voluntad del Gobierno haitiano, que no ofreció los documentos de identidad personal a sus nacionales y por parte de las instituciones del Estado Dominicano: Junta Central Electoral, Ministerio de Interior y Policía, Tribunal Constitucional, Ministerio de Relaciones Exteriores y la voluntad mediatizada de los funcionarios dominicanos que ha hecho que el Plan Nacional de Regularización de Extranjeros no cumpla los resultados esperados, y ha habido que ir haciendo añadiduras, que en vez de solucionar mantienen la misma problemática y la aumentan.
Un ejemplo de lo anteriormente dicho es la ley 169-14, que desnacionaliza a dominicanos y dominicanas que hayan nacido de nacionales haitianos irregulares antes del 2010, porque le dan retroactividad a la Sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional para anular la identidad dominicana que reconocía la Constitución anterior por el Ius Solis.
Todo lo anterior, nos hace pensar, desear y proponer que las relaciones domínico-haitianas, las diplomáticas, las migratorias, las laborales, las económicas, las culturales, especialmente las fronterizas, sean acometidas y desarrolladas en un ambiente de diálogo, honesto, franco, realista y mutuamente respetuoso.
Ese diálogo nos ayudará a cambiar el odio, el rechazo, por la convivencia pacífica, respetuosa, confiada, que nos ayudará a mantener unas relaciones personales y nacionales, dignas y amigables.
Un diálogo libre de los errores y rencores históricos y de los prejuicios actuales y que, basado en la objetividad del análisis realista de los intereses y necesidades comunes, mueva a las autoridades y a ambos pueblos a participar y colaborar en la búsqueda del bien y del bienestar común de haitianos y de dominicanos.