Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, escribió en la edición de noviembre-diciembre de Foreign Affairs un ensayo titulado “Las fuentes del poder americano. Política exterior para un mundo cambiado.” [“The Sources of American Power. A Foreign Policy for a Changed World.”]. En este ensayo, Sullivan desglosa su visión sobre el rol de los Estados Unidos en un mundo que ha trascendido la anomalía unipolar de inicios de siglo y que se encuentra en pleno proceso de cambio, pero que de manera general se encuentra entre dos visiones contrapuestas de ordenamiento global; una de mantenimiento y otra de reestructuración.
Al margen de lo acertada o no que pueda ser esta visión, el ensayo presenta un marco interesante para analizar las propias fuentes del poder del Estado dominicano en relación con su lugar en el Sistema Internacional, cuáles son estas y cómo debe de posicionarse República Dominicana en los años a venir.
Sullivan inicia su ensayo planteando que los elementos subyacentes del poder nacional son la demografía, la geografía y los recursos naturales. Pero, y es aquí lo más importante de su planteamiento inicial, que son las “… decisiones estratégicas que toman los Estados las que importan más, cómo se organizan a nivel interno, en qué invierten, con quién deciden alinearse y quién quiere alinearse con ellos…”, entre otras.
De esta manera podemos identificar que para nuestro análisis tendremos cuatro factores, uno general, la toma de decisiones estratégicas bajo el cual se engloba todo; y tres específicos, la organización interna, la inversión y la alineación internacional.
A nivel de organización interna República Dominicana cuenta con una democracia representativa sólida que ha logrado convertirse en referente de la región. Esta, más allá de sus 60 años de estabilidad, aún tiene cuentas pendientes producto de décadas de mala gestión y desidia de aquellos que administraron la cosa pública en el pasado.
En la administración del presidente Abinader, se han logrados avances importantes que han de ser continuados y apuntalados en los años por venir. Entre estos se pueden destacar de manera breve la promoción de una justicia independiente, la ampliación de cobertura de aquellos programas sociales que son integrales para la estabilidad social, la expansión del acceso al crédito para los emprendedores, la incorporación de sistemas integrados de gestión y de normas ISO en dependencias gubernamentales y la promoción de las Comisiones de Integridad Gubernamental y Cumplimiento Normativo.
Estos son solo algunos de los pasos que se han iniciado y que tienen por finalidad garantizar la existencia del estado de derecho en República Dominicana y reforzar la confianza de los ciudadanos en el sistema democrático y en el manejo de la cosa pública. Todo esto con la meta de mantener alejado del poder a la mayor amenaza existencial con que cuenta la democracia liberal, el populismo mesiánico que tanto daño ha hecho, y sigue haciendo, en nuestra región.
En temas de inversión, la actual administración ha promovido un enfoque de subsanación de las carencias que han sido heredadas de las pasadas administraciones, al tiempo en que se han hecho esfuerzos concertados para abrir nuevos focos de inversión que representarán nuevos centros de desarrollo y crecimiento, como lo es el proyecto de Cabo Rojo y todo lo que representa para la región, tanto a nivel de infraestructura, generación de empleos y aumento de la calidad de vida de los dominicanos.
Así mismo cabe destacar el aumento de la inversión en Zonas Francas e Industrias con potencial de exportación, promoviendo una tecnificación continua que impacte en la generación de círculos virtuosos de desarrollo transversal de las fuentes de generación de riqueza y aumento de la calidad de vida, al tiempo en que se mejora la posición comparativa de República Dominicana en la región.
Por último, nos queda el tema de la alineación, con quienes nos alineamos y quienes se quieren alinear con nosotros. La envidiable posición geográfica de República Dominicana nos hace un punto importante en la gestión de las relaciones con el resto del Gran Caribe y no es de extrañar que la Superpotencia emergente de China tenga intereses muy claros de ampliar y estrechar el nivel de relación que tiene al momento.
Es aquí donde se hace importante dar un paso atrás y entender que todo lo que sucede se da en el marco de la historia, y que los movimientos que se dan en el Gran Tablero Mundial, como le llamaba Brzeziński, siempre tienen como meta la promoción del interés nacional de las potencias.
Es tomando esto en consideración que el Estado dominicano no puede dejarse seducir por promesas de accesos a mercados e inversiones “fáciles y rápidas”, que pueden hacer estas nuevas potencias cuyo interés principal es promover sus intereses en la región en detrimento del modelo occidental.
La experiencia histórica claramente demuestra que lo más conveniente es continuar reforzando las relaciones largamente cimentadas, fomentar la integración económica con los países de la región, y buscar nuevos mercados que contribuyan al desarrollo integral de la industria local de exportación, al tiempo en que se continúa con la meta de transformar a República Dominicana en el eje y centro logístico del Gran Caribe.
República Dominicana cuenta con una excelente posición geopolítica comparativa en la región. Pero esto por sí solo no representa nada, y como hemos podido ver en las primeras dos décadas del presente siglo pueden ser malgastadas a falta de una visión coherente y continua sobre cuál debe de ser el futuro.
Todas las acciones del Estado dominicano deben de continuar enfocadas, como lo han estado en la administración del presidente Abinader, en potenciar la toma de decisiones estratégicas que favorezcan la defensa del interés nacional por medio del apuntalamiento y mejora de las instituciones internas, el fomento a la inversión tanto local como extranjera y la clara alineación con aquellos socios y aliados tradicionales que le garanticen a República Dominicana un desarrollo sostenible, integral e inclusivo, que allane el camino para un aumento generalizado de la calidad de vida de todos los dominicanos.