Aliarse tiene sus implicaciones. En la vida, uno lo hace con alguien que se parezca a uno o que compense lo que nos falta, que nos complemente. En el quehacer de la política local, el fenómeno de las alianzas  le quita a uno las ganas de creer en cambios políticos, por la insensatez de las mismas.

La más reciente de estas alianzas supuestamente es para “rescatar la República Dominicana del caos” entre tres partidos de oposición: PLD, FP y PRD. Con Miguel Vargas, dueño de la franquicia PRD, como maestro de ceremonia, dicen que inspirados en los ideales patrióticos de Juan Bosch y Peña Gómez, esta alianza tiene 3 proyectos de nación para  el país, siendo lo más original  ya que no se conocen las propuestas.

El universo de alianzas que se están produciendo, entre los diversos partidos que registra la junta, está generando un impacto de desconocida reacción en el electorado, como me produjo a mí, simple simpatizante.

Observando que 22 partidos de los 31 que registra la Junta Central Electoral se han aliado con el Partido Revolucionario  Moderno, entre ellos la Fuerza Nacional Progresista, ¡Oh Dios!,  ¿Dónde quedó el sufrimiento de Peña Gómez? , o aquella  del Partido Cívico Renovador,  que proclamó como candidato presidencial a nuestro presidente Luis Abinader, juramentado por el exgeneral Jorge Zorrilla Ozuna. Vale la pena ver las imágenes, que me dejaron estupefacta. Nuestro presidente, del cual tengo la idea de ser un político que adecenta la  práctica política nacional: educado, elegante, trabajador, de impecable sencillez, con valores,  y  de auténtico  compromiso con su mandato.

Ver a Abinader, en aquel escenario tan inapropiado, dada su jerarquía, arrastrado por un “líder político”, interesado en que le den puestos en el tren gubernamental a sus militantes-clientes. Me produjo tristeza y vergüenza ajena. El Señor Presidente jurando que le garantizaba trabajitos a aquella eufórica audiencia, como si fuera un director de recursos humanos. Cabe preguntarse ¿Cuántos votos puede garantizar Zorrilla Ozuna? ¿En qué consiste su capital político? ¿Es necesario pagar un precio tan alto, al aliarse con gente que te  hace jurar, poniendo en duda, tu prestigio y credibilidad? No, eso no debió ser.

¿Seremos como ellos?  ¿o ellos son como nosotros? Les aumentamos el prestigio, o ellos nos disminuyen, reduciéndonos a su mediocridad.

La gente debe entender que, no se milita para alcanzar un puesto, que se está en una fuerza política, para mejorar la sociedad,  de manera organizada y democrática. La dirigencia de los partidos han convertido estas organizaciones en agencias de asistencia social y económica, con una población envilecida por el ejercicio de la política populista, independientemente, que aún existen políticos serios….

Luis Abinader y sus asesores, saben que hay mucha gente que se pega para reinventarse, limpiarse, garantizarse una posición. Creo que él ha podido hacer todo esto solo, sin necesidad de aliarse con tanta mediocridad. Acaso no saben, que es la gente que no está en ningún partido, los que están solos en sus jardines, sacando la yerba mala del rosal, esa es  la  gente que votarpa por él, asqueada de tantos mediocres ocupando posiciones.  Si los electores prefieren seguir apostando a un estilo barato de hacer política, hay que dejarlos que vivan su experiencia, no creo que tenga sentido mantenerse  en el poder a cualquier precio.

Está demostrado que a pesar del daño, que le han hecho al gobierno de Abinader, su propia gente, salvo algunos funcionarios,  su propio partido PRM, con  esos falsos éticos, ineficaces encubiertos, necesitados de poder, que siguen creyendo que, el Estado es la empresa más lucrativa del país, la imagen del mandatario sigue siendo buena, porque, no es cuestión de partido, es  un asunto de calidad de individuo.

Pero hay que cuidarse de las alianzas, porque sin darnos cuenta nos llevan a identificarnos con los que nos aliamos, esos que hemos querido descartar, quieren que seamos como ellos, que hagamos el tipo de política que ellos hacen. ¿Seremos como ellos?  ¿o ellos son como nosotros? Les aumentamos el prestigio, o ellos nos disminuyen, reduciéndonos a su mediocridad.

¿Valen la pena esas alianzas, tan destructivas, que nos llevan a parecernos a esos que hemos derrotado?

Seamos coherentes tratemos de aliarnos con gente que nos sumen, que nos inspiren crecer, sacando lo mejor de nosotros mismos, como seres  humanos,  como dirigentes políticos y  ciudadanos excepcionales.