(Publicado originalmente el 1ro de febrero de 1987, en el suplemento “Domingo en Especial” del Listín Diario)

Hace poco más de 100 años que el ingenio Angelina hizo su primera molienda. Como este centro pionero de la industria azucarera, otros siguieron su trazo en la vida misma de un San Pedro de Macorís verde y sudoroso.

Y, jugando las mismas funciones, el muelle. Carga y descarga. Embarcaciones que entran, embarcaciones que salen. Movimiento portuario que siluetea la vida de una población.

Juan Niemen, macorisano de pura caña, nos habla de su mismo Macorís. Su retrospectiva de Macorís comienza con el ingenio Angelina (el más grande). Sigue con el ingenio La Paja, el Porvenir, el Santa Fe, el Consuelo, el Colón, el Quisqueya.

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Ingenio Porvenir.

El ingenio Consuelo ha sido una inagotable cantera de boxeadores, peloteros y atletas en general, Ruben Brooks y el maestro Carty descollaron como boxeadores. En el béisbol, una larga lista de peloteros del ingenio Consuelo ha lucido con brillo el uniforme de equipos de grandes ligas.

En el ámbito cultural, Juan Niemen no lo piensa dos veces para contar sobre la fecunda actividad del Ateneo de San Pedro de Macorís. Tanto como centro de conferencias en las que destacadas figuras de las letras transmitían su producción, y como centro de lectura para centenares de jóvenes que asistían de manera sistemática a su biblioteca.

Niemen admite que se registra cierto descenso en las actividades culturales de San Pedro de Macorís. Dice que el legado de las generaciones anteriores en el ámbito cultural está siendo recogido con bríos por los jóvenes que se aglutinan alrededor de La Casa de la Cultura. Sin recursos económicos, los miembros de La Casa de la Cultura desarrollan una constante actividad que incluye actos artísticos y conferencias de figuras importantes del quehacer literario.

Los Ingenios y su papel

La caña es a los ingenios como los ingenios a Macorís.

Cuando no hay zafra, el vacío se deja sentir.

El movimiento económico de la provincia se resiente al parar la zafra.

Es que existe una interdependencia que hace a Macorís de los ingenios y viceversa.

Black Star Line (Línea de la Estrella Negra)

Macorís tiene una interesante mezcla de emigraciones, cuenta Juan Niemen. Españoles, árabes, puertorriqueños y negros ingleses de islas del Caribe. Desde Santa Cruz, San Martín, Tórtola, y de otras islas arribaron a Macorís miles de hombres y mujeres que trabajarían en los ingenios, muchos de ellos con experiencia en el trabajo azucarero. Eran técnicos, tacheros, punteros, mecánicos, lineros, etc.

Entre otras cosas, esos nacionales ingleses fundaron algunas sociedades, una de la cual formó el norteamericano Marcus Garvey. Tal sociedad se llamó The Black Star Line, la Línea de la Estrella Negra. Su cultura era muy propia. Aparte de los guloyas, tenían la Cinta, los Momis, que era un “baile de monos”. Tenían también, según relata Juan Niemen, el “movimiento de Salvación”. A golpe de tam­bora, este rito procuraba atraer las lluvias­.

Guloyas de San Pedro de Macorís.

Los árabes llegaron a Macorís, evidentemente con mejores posiciones. Eran básicamente comerciantes. Socialmente se ubica­ron alrededor del Centro Palestino Libanés y del Centro Sirio. Los Zaglul, Hazim, Acta son apellidos que entre otros quedaron grabados con el asentamiento de varias familias en Macorís. Igualmente, entre españoles y puertorriqueños una buena parte de emigrantes se hizo fuerte en la actividad comercial.

*[Esta publicación es parte del Proyecto por la Memoria Histórica Raúl Pérez Peña (Bacho), auspiciado por sus hijos Juan Miguel, Amaury y Amín Pérez Vargas].