Esta teoría se desarrolló para explicar el fenómeno de las bandas dentro del contexto de la delincuencia juvenil, explicando que se originaba como consecuencia de que el adolescente caía en un estado de frustración puesto que, por su pertenencia a la clase obrera, no podía competir con los valores promovidos por la clase media para alcanzar el éxito y estatus. Esta privación, le generaba un estado de frustración, y su deseo de adquirir estatus, lo llevaba a unirse a grupos desviados que compartían los mismos sentimientos de frustración, creando lo que Cohen ha denominado una subcultura delictiva, constituida por normas, valores y creencias apartados de las dominantes. En otro orden, Cloward y Olhin exponen que para que esta evolucionara debería tener participación la delincuencia adulta, lo que fomentaría el desarrollo de carreras delictivas de adulto.
En este contexto, Garrido y Redondo (2013), señalan que “según éstas (teorías de las subculturas), muchos individuos de la clase baja estarían sometidos a una discrepancia entre aspiraciones sociales y los recursos personales disponibles para su logro. Este desajuste fines-medios les genera estados emocionales de tensión y de disconformidad con las pautas colectivas”.
Respecto al desarrollo de carreras delictivas, el autor antes referido, manifiesta “en este concepto (estructuras de oportunidad ilegítima) propusieron (Cloward y Olhin) que las bandas juveniles surgirían en contextos en los cuales las oportunidades legítimas de conseguir los objetivos sociales típicos -dinero, bienestar o estatus – son escasas. De ahí que en aquellos barrios en los que la delincuencia profesionalizada se encuentra organizada, los miembros de las bandas juveniles acabarán enrolándose en los estamentos delincuenciales adultos, y perpetuando de este modo sus carreras delictivas.”
Cid y Larrauri (2001), citando a Cloward y Olhin, establecen que “cuando en un barrio no existe una estructura de oportunidades ilegítimas no es posible que se produzca la evolución antes mencionada de una subcultura basada en la delincuencia expresiva a otra basada en la delincuencia instrumental. En estos barrios, en los que algunos jóvenes carecen tanto de oportunidades lícitas como ilícitas, la única posibilidad subcultural de resolver sus problemas de frustración es a través de la delincuencia expresiva (conflictual o violenta).”
Cohen, citado por García-Pablos de Molina (2003), define la subcultura criminal como “un sistema de valores y creencias que fomenta la comisión de actos delictivos, confiere rango social a sus miembros por razón de tales hechos y especifica la clase de relaciones que se han de mantener con las personas ajenas al mundo social de los delincuentes”.
Para sintetizar el concepto desarrollado por Cohen, se trataría del establecimiento de normas, valores y creencias propias de la subcultura criminal; consecución de estatus por medios ilícitos, y la toma de postura de disconformidad con las normas dominantes.
Para García-Pablos de Molina (2003), según opinión mayoritaria, las características que estarían presentes en la subcultura, serían:
- Un grupo de rasgos diferenciales respecto a la sociedad oficial.
- Su código axiológico o sistema de valores cuenta con una cierta autonomía.
- Una organización interna que regula las relaciones de sus miembros. Grado de cohesión y un entramado de relaciones similar al que pueda existir en la sociedad convencional.
- Las subculturas surgen en un modelo de sociedad plural y heterogénea. Problemas de adaptación social genera un sentimiento de solidaridad de grupo y determinados estándares comunes.
Sin embargo, Sykes y Matza, discrepan de esta interiorización de normas y creencias apartadas de las normas aceptadas por la sociedad, desarrollada por Cohen. En esta tesitura, Sykes y Matza (2008), exponen lo siguiente: “Cohen considera que el proceso de desarrollo de una subcultura delictiva es el resultado de la construcción, el mantenimiento y el reforzamiento de pautas de conducta que existen por oposición a los valores dominantes y que están en total contradicción con éstos, y en particular, con los de la clase media.”
Los citados autores resaltan una serie de argumentos que reflejan las dificultades de las posturas planteadas dentro del contexto de la subcultura delictiva, en el sentido de que el delincuente entienda el delito como justo, resaltando la dificultad de carácter empírico y teórico.
De manera que, pasamos a citar las razones expuestas por Sykes y Matza (2008), por las cuales estos autores entienden que no se da tal internalización de normas alejadas de las convencionales.
- Si existiera una subcultura delictiva en función de la cual el delincuente considerara su comportamiento ilegal moralmente correcto (…) el delincuente no manifestaría sentimientos ni de culpa ni de vergüenza en su detención (…); por el contrario, la principal reacción se manifestaría como indignación o un sentimiento de martirio.
- A través de observaciones se advirtió que los delincuentes juveniles suelen profesar admiración y respeto por las personas que cumplen con la ley.
- Varias pruebas demuestran que el delincuente juvenil, por lo general, traza una línea tajante entre quienes pueden ser victimizados y quienes no.
- Existen dudas respecto del hecho de que muchos de los delincuentes juveniles sean totalmente inmunes a las demandas de conformidad del orden social dominante.
Para estos autores hay probabilidad de que el delincuente juvenil internalice esas normas convencionales, pero que pueden desarrollar mecanismos para neutralizar las mismas.
Dentro de estas, presentan lo que se conoce como técnicas de neutralización, que los delincuentes juveniles adoptan para preservar su identidad y la estructura de su personalidad ante la comisión del delito. Sykes y Matza (2008), enfatizan las siguientes:
- La negación de la responsabilidad
- La negación del daño.
- La negación de la víctima.
- La condena a quien condena.
En conclusión, para los que argumentan a favor del establecimiento de una subcultura delictiva dentro del contexto de la delincuencia juvenil, desarrollan una interiorización o internalización de normas y creencias alejadas de las normas dominantes. Sin embargo, para Sykes y Matza, no se produce tal interiorización, sino que más bien se crean mecanismos para justificar y neutralizar la responsabilidad con el propósito de preservar su identidad frente a la comisión de hechos que sabe que son ilícitos y que ocasionan daño.