La primera pregunta que deberíamos hacernos, antes de plasmar las primeras palabras de este artículo, es que hubiese sido de la República Dominicana y su pueblo si la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) no hubiese abierto sus puertas, después de la Revolución de Abril del 65, a los hijos de los obreros, campesinos y pobres del país.
Quien estas líneas escribe, no estuviera escribiéndolas para un prestigioso y moderno periódico como lo es Acento sin el hecho histórico de la Revolución de Abril. Fue este acontecimiento el que hizo posible que la universidad estatal abriera sus puertas para desarrollar la política de inclusión social, a fin de que aquellos desheredados de la fortuna de mi generación, y otras generaciones, obtuvieran un título universitario.
Jamás renunciaré a esta verdad tan meridiana como la salida del sol en las mañanas. La UASD se convirtió, entonces, gracias al Movimiento Renovador Universitario, en el paradigma de la nivelación social del país y en la lucha por los ideales democráticos y libertarios en la sociedad dominicana.
Y estas ideas sustentadas por este movimiento académico, político y social se forjaron en plena guerra civil donde se entregaba la vida por la reposición en el poder del gobierno del profesor Juan Bosch; la libertad y la soberanía nacional. Parecería increíble, que, mientras se empuñaban los fusiles, arriesgando la vida, los combatientes constitucionalistas forjaron la idea de que cuando se ganara la guerra, abrieran la universidad también a los pobres.
Se llegó a un acuerdo, en un país intervenido política y militarmente, para ponerle fin a la guerra. "No hubo vencidos ni vencedores", pero los constitucionalistas de 65, ganaron la UASD para ponerla al servicio de toda la nación.
La Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), como centro principal de la cultura y la ciencia, aportó los elementos políticos y civilizadores de la democracia, después del 65 para, conquistar en las calles luchando, la libertad y la democracia que hoy tenemos en la nación dominicana.