Nací en el pueblo de Constanza y mi padre Rafael Báez fue de los primeros agricultores que producía vegetales, flores, fruta y hortalizas desde el final de la Segunda Guerra Mundial; a la muerte de Trujillo disponía de un aserradero. Cierta madrugada -me contó mi madre- Rafael se desesperó al ver que no llegaba el chofer del camión que llevaría la cosecha de legumbres y flores al mercado de Santiago. Terco y temerario como era cogió el volante, condujo carretera abajo desde Constanza por la vía de Casabito y llegó a su destino; las anécdotas eran de las veces que se le apagó el motor.
Me alegra muchísimo que Constanza tenga una remozada carretera como la de Casabito, que beneficia a Tireo, La Culata, El Castillo, Monte Llano, La Siberia, Pinar Parejo y Valle Nuevo. Se invirtieron 112 millones de dólares. Pero ese no es el objeto final de este artículo.
El preámbulo es para hablar de alimentos. Constanza, su suelo bendecido, está muriendo. Y más dinero dejará en el futuro inmediato su destino turístico, que lo que produce en ajo, papa, cebolla y una gran variedad de vegetales y frutas, hablando en términos comparativos costo-beneficio.
Ya lo dicen los entendidos: “Toda planta saca sus nutrientes de la tierra y si siguen extrayéndose los nutrientes a la tierra ésta será inservible. A lo largo de la historia la forma en que la tierra se repone y se le devuelven sus nutrientes era dejando que las plantas se descompusieran se convirtieran en abono para abastecer la tierra. Por eso es tan importante la rotación de cultivos”. Por ejemplo: un cultivo de apio absorberá ciertos químicos de la tierra. Otro cultivo, trigo u otra cosa quizás le devuelva esos químicos al suelo. Así se mantiene el equilibrio de la tierra.
Toda la zona agrícola de Constanza está preñada de químicos y han emborrachado su otrora fértil valle hoy adicto a los fungicidas, pesticidas, que en cada nueva época de siembra necesita más agrotóxicos. Década tras década la tierra pierde su valor, porque no produce igual, degenera, se debilita.
Desde los años en que mi padre era agricultor siempre se entendió que se debía cuidar la tierra y así lo hacían inmigrantes japoneses, españoles, húngaros con sus excelentes culturas agrícolas. También que se debía disponer de una buena estructura de riego.
El problema de producción agrícola en Constanza no solo se restringe a su adicción química que encarece la cosecha. También es un problema energético. Todo esto sin contar las altas tasas de interés de préstamos bancarios para los productores agrícolas.
Hubo tiempo en que el valle de Constanza producía solo en ajo más de 250 mil quintales por cosecha, hoy ha descendido bastante y no pasan de cinco mil tareas las sembradas de ajo. Justo es reconocer el esfuerzo del actual gobierno que persigue la autosuficiencia de RD en producción y consumo del rubro.
Al igual que la inversión en Casabito supongo que se ha planificado la inversión inmediata en medios de producción energética y puede que eso se solucione con la presas y represas en construcción, pero aún queda un problemita bien incomodo. El asunto es que se necesitarán nuevas maquinarias, vehículos, toda una estructura que no ha sido montada, pues mucho a las pocas reinversiones de grandes productores.
Preocupa que se mantenga los más altos índices de analfabetismo, así como también subempleo y/o desempleo, problemas de salud, saneamiento ambiental, vivienda, educación, trabajo infantil, en el 92% de las 127 comunidades y barrios. Estatus que beneficia a los “grandes productores”, le deja el hueso al Estado y crea indigencia.
La forma en que se cultiva hoy en Constanza es como aquella frase: “más caro sale la sal que el chivo”. Los datos nos dicen que las calorías de energía para producir y distribuir en los mercados son mayores que la caloría de alimentos consumidos, casi en una relación de 8 a 1.
Si el Estado hizo los cálculos para invertir en infraestructura en una zona que pierde poco a poco su esplendor agrícola, pero que probablemente forme parte de un gran proyecto que creará las condiciones para hacer renacer la vitalidad agrícola a Constanza, todo eso está bien y este artículo no tiene razón de ser desde el punto de vista capitalista. Sobre todo tomando en cuenta que Constanza ha sabido aportar alrededor del 4% del PIB nacional, lo que condujo a ser la comunidad con mayor per cápita del país en su momento, aunque no hubo distribución equitativa de estas riquezas.
Pero conceptualizando mediante un razonamiento lógico, las cosas se están haciendo al revés y andamos como la ciguapa, hacia delante con los pies hacia atrás. Lo que me hace sentir que como el cuento de la ciguapa es una fantasía lo que vivimos hoy y comeremos en el futuro inmediato.