Verde siempre ha sido el color de la esperanza. Pero en el caso de las cuatro provincias de la región Enriquillo –Barahona, Pedernales, Independencia, Bahoruco—la esperanza esta ahora teñida de rojo. Esto así porque más que la presa de Monte Grande es el Plan de Desarrollo Turístico de Cabo Rojo lo que está imponiendo ese color. Hasta ahora las perspectivas de su ejecución lucen muy prometedoras, aunque todavía floten en el aire algunas interrogantes.
Al patrocinar esa iniciativa para la región más pobre del país, el presidente Abinader se cubriría de gloria si, en lo que resta de su periodo de gobierno, logra su despegue. Demostrando una especial sintonía con lo que él ha llamado el “Gran Sueño del Sur”, él se apersonó en Pedernales días después de su inauguración. En junio 2021 volvió a dar el primer picazo de las obras de infraestructura del proyecto, anunciando una inversión inicial de RD$500 millones “destinados a la construcción de 24 kilómetros de carreteras y la readecuación del antiguo hotel de la Alcoa en Cabo Rojo”. Desde entonces se ha continuado trabajando en varios frentes.
A la fecha el desarrollo de la infraestructura va lento, pero seguro. De las carreteras “18 kilómetros serán de nuevas vías que incluyen la ruta central del proyecto y una carretera perimetral que ofrecerá una conexión independiente a Bahía de las Águilas. Otros seis kilómetros serán rehabilitados, entre estos está la carretera que conecta el proyecto con la vía RD-44, que sirve de acceso al muelle y a la playa de Cabo Rojo.” En mayo 2021 se anunció la remodelación del hotel boutique de Cabo Rojo. En septiembre se inició –aunque a paso lento– el trabajo del tramo carretero Enriquillo-Pedernales y en noviembre 2021 la reconstrucción de la carretera Barahona-Enriquillo con una inversión de RD$1,500 millones.
En adición a estas obras, el gobierno trabaja también en el diseño del Aeropuerto Internacional de Pedernales. Este se construirá en la zona Los Tres Charcos del municipio de Oviedo y abarca unos 14 millones de metros cuadrados. Hasta ahora solo ha progresado el diseño correspondiente y el movimiento de tierras. Pero la empresa Vinci Airports (Aerodom), la cual maneja seis aeropuertos del país, ha indicado su disposición de evaluar su participación en este proyecto. La misma empresa maneja el Aeropuerto de Barahona, pero ha descartado su utilidad para el proyecto en Cabo Rojo porque está a una inconveniente distancia de dos horas de viaje.
Mientras tanto, el presidente Abinader presentó el Plan Maestro del proyecto en la Feria FITUR ’22 en Madrid el pasado mes de enero (ver gráfico adjunto). El documento es impresionante no solo por el extraordinario tamaño del libro en que esta contenido y la espectaculares fotos de su interior, sino también por su aparente calidad técnica. Al ser precedido por un número importante de estudios similares –entre los cuales destacan el Plan Maestro del Arq. Cristobal Valdez y el de la firma canadiense contratada por el gobierno anterior (LEMAY Arquitectura y diseño)— se benefició de esas previas perspectivas. Pero el resultado que ha presentado la firma española ARQA ha sido muy singular y, a juicio de un lego arquitectónico, bastante bien concebido.
La primera parte del Plan se concentra en el diagnostico de diferentes aspectos que son propios de este tipo de trabajo. Estos incluyen, entre otros, los lineamientos del modelo de turismo sostenible (con un apropiado benchmarking), la normativa legal (incluyendo la designación de Cabo Rojo como Área Nacional de Recreo dentro de la categoría de área protegida de Paisaje Protegido, estudio geológico, levantamiento topográfico, régimen de lluvias, la infraestructura (incluyendo la energía eléctrica, aeropuerto, vialidad y movilidad), telecomunicaciones, hidrología, etc. El nivel de penetración del estudio de cada uno de esos factores es tan impresionante que podría convencer a cualquier inversionista de bolsillos profundos a patrocinar el desarrollo del proyecto completo.
Aquí no puede reproducirse el Plan Maestro resultante. Lo que si debe resaltarse es que la ubicación de los hoteles está bien concebida al localizarse en estrecha relación a ambos lados del saliente del Cabo. Por supuesto, el tramo de playa que esa localización abarca no es tan deseable como el de Bahía de las Águilas. Pero las características de la franja de playa escogida y de la vegetación correspondiente pueden ser objeto de una intervención subsanadora. Esa intervención estará determinada por el diseño de cada hotel y las preferencias de los inversionistas que lo construyan y operen. Pero lo importante es que la ubicación es manejable.
Según han explicado las autoridades, el proyecto se desarrollará en cuatro fases en un periodo de 10 años, lo cual conllevará una inversión total de unos US$2,200 millones. “Durante la primera fase —cuyos trabajos empezarán este mismo año—, se invertirán alrededor de 1.300 millones de dólares y en esta primera etapa se construirán 4.700 habitaciones y el aeropuerto internacional que dé servicio al destino.” En FITUR ’22 se anunció que seis cadenas hoteleras iniciarán sus operaciones durante la apertura de esa primera fase, para lo cual ya las cadenas hoteleras Hilton, Marriott, Sunwing, AmResorts, Iberostar Group y Karisma Hotels & Resort han firmado una carta de compromiso para empezar la construcción a partir de mediados de este año”.
A la fecha las autoridades han recibido las visitas de algunos importantes inversionistas adicionales. Según los reportes de prensa, vino una misión de Qatar a visitar Cabo Rojo, pero no se ha conocido de ningún compromiso que se derivara de esa visita. Además, han también visitado inversionistas de México y de Jamaica. Sin embargo, hasta ahora la prensa no ha registrado el anuncio público de ninguna empresa que asegure su participación. De hecho, la Coalición para la Defensa de las Áreas Protegidas se ha quejado de la falta de transparencia porque no tiene noticias de que los proyectos hoteleros hayan cumplido con los requerido estudios de impacto ambiental.
Como se anuncia que la construcción de esos hoteles comenzará a partir de junio se deduce que no habría tiempo suficiente para satisfacer esos requisitos, además de las aprobaciones de CONFOTUR. (Algunos ecologistas piensan que el desarrollo hotelero debe ser gradual y, de las autoridades obtemperar, el desarrollo correspondiente podría ralentizarse.) Pero esas son condiciones que pueden satisfacerse y no presentarían ningún obstáculo de consideración para que el desarrollo pueda despegar eventualmente. Lo que no está suficientemente claro todavía es si la inversión en los primeros hoteles la hará el Estado o si serán las cadenas hoteleras las que inviertan sus propios recursos. Esto último puede dificultarse bastante si el avance de las obras de infraestructura no va acorde con el inicio de la construcción en junio de este año.
Las dificultades que puedan estarse presentando son propias de este tipo de proyecto, especialmente cuando la iniciativa de su emprendimiento es gubernamental. Deberá recordarse que en el caso de Puerto Plata el Banco Central, la entidad encargada de su gerencia, debió construir el primer hotel en Playa Dorada (Jack Tar Village) para que surgieran otros inversionistas. Si para el despegue de Cabo Rojo es preciso que el Estado haga lo mismo no debemos titubear. La pobreza de la Región Enriquillo lo justificaría y el producto turístico dominicano ganaría en competitividad.