Hace unas semanas se produjo el debate presidencial estadounidense. Durante el mismo, el candidato republicano Donald Trump divulgó bulos de tal extravagancia que David Muir y Linsey Davis, los moderadores del debate para ABC News, se vieron obligados a interrumpirlo para informar que no había evidencias de sus afirmaciones.

¿Se extralimitaron los moderadores cuando objetaron los planteamientos del ex-presidente? ¿No debían mantener una postura neutral? Durante décadas se ha hablado de la neutralidad que el comunicador debe mantener en su trabajo profesional. Pero lo cierto es que esta supuesta neutralidad ha sido mal entendida y distorsionada con efectos políticos negativos para el debate público.

Lo que realmente debemos esperar de los comunicadores es su independencia, su capacidad para exponer sus puntos de vista sin distorsionarlos por los intereses corporativos o partidarios, así como la disposición de ser fieles a las evidencias, no indiferentes a los hechos.

Si se es “neutral” con respecto a un debate donde hay una postura bien fundamentada y otra que es refutada por las evidencias no se esta siendo neutral, se esta siendo compromisario de la desinformación e indiferente ante la verdad.

En su libro Pos-truth (2018), L. McIntyre sostiene que esta actitud de indiferencia se fue constituyendo con la crisis de los medios de comunicación tradicionales en tres momentos fundamentales:

  1. Paulatinamente al desarrollo de los medios, se produjo lo que Thomas Nichols denomina “la muerte de la experticia”, el quiebre del consenso público basado en el saber de los expertos. (The Death of Expertice: The Campaign against Established Knowledge ansd Why it Matters, 2017).
  1. Los medios tradicionales promovieron una falsa neutralidad sobre problemas en torno a los que ha existido un consenso científico (los efectos cancerígenos del cigarrillo; el calentamiento global, los efectos contaminantes de las grandes industrias). Esta actitud se vio estimulada por el hecho de que promover el debate, aunque fuera una falsa discusión, era más atractivo para el público que divulgar conclusiones científicas.
  1. De la falsa neutralidad se pasó a un momento donde emergieron grandes corporaciones compromisarias con proyectos políticos conservadores, interesadas en moldear la opinión pública antes que informarlas. Un caso paradigmático de estos proyectos es la cadena estadounidense de noticias FOX.

La revolución digital amplificó estas tendencias. Desde el momento en que cualquier persona con un dispositivo electrónico pudo convertirse en un “comunicador”, monetizando con falsos debates y noticias falsas, se radicalizaron las actitudes que existían desde la era de los medios de comunicación tradicionales.

Así, entre comunicadores que promueven la postura relativista de que todas “las posturas son respetables”; otros a quienes solo les interesa obtener las ganancias de los falsos debates sin comprometerse con las posturas razonables y justificadas; y las grandes corporaciones comprometidas con proyectos conservadores que coquetean con la extrema derecha del espectro político, el desenmascaramiento de las noticias falsas y de las manipulaciones políticas es el acto más profesional y “neutral” que puede realizar un comunicador en la era de la posverdad.