CAMBRIDGE – A medida que se acerca la elección presidencial de Estados Unidos, muchos se preguntan cómo gravitará en la política exterior norteamericana. La respuesta está envuelta de incertidumbre.

En primer lugar, ¿quién ganará la elección? A comienzos del verano (boreal), las encuestas mostraban a Donald Trump muy por delante del presidente Joe Biden. Pero ahora que la vicepresidenta Kamala Harris se ha convertido en la candidata del Partido Demócrata, las encuestas la muestran con una ligera ventaja. Por supuesto, el problema es que, si los sentimientos de los votantes pueden oscilar tan rápido, predecir cómo serán el 5 de noviembre es prácticamente imposible. Si bien Harris ha demostrado una capacidad política admirable, la política democrática está llena de sorpresas.

En segundo lugar, los líderes y actores extranjeros también tienen un “voto” ya que su comportamiento puede cambiar súbitamente la agenda estadounidense y las probabilidades de varios desenlaces. La política exterior modesta que George W. Bush delineó durante su campaña de 2000 no se parecía en nada a la que llevó a cabo después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. Quién sabe qué tipo de sorpresa Vladimir Putin o Xi Jinping podrían tener en la manga.

Las declaraciones de campaña efectivamente ofrecen algunos indicios sobre la política, por supuesto. Si gana Harris, podemos esperar una continuación de la política de Biden, aunque con algunos ajustes. Ella parece poner menos énfasis en promover la democracia -uno de los grandes temas de Biden- y habla un poco más de los derechos palestinos. Sin embargo, en general, persigue la misma política de fortalecer las alianzas norteamericanas y promover el multilateralismo.

Trump es más impredecible. Si bien todos los políticos exageran la verdad, él es notorio en este sentido. Es difícil saber qué declaraciones podrían convertirse en políticas. Su retórica sobre el unilateralismo y su degradación de las alianzas y las instituciones multilaterales nos dice algo sobre el tenor de su política exterior, pero no responde los interrogantes sobre cuestiones específicas.

Los observadores muchas veces intentan mejorar sus predicciones analizando a los asesores de los candidatos. El principal experto en política exterior de Harris es Philip Gordon, un centrista pragmático y sumamente respetado que manejó los asuntos europeos y de Oriente Medio en administraciones demócratas previas antes de convertirse en el principal asesor en materia de política exterior de la vicepresidenta.

Por el contrario, es difícil identificar una figura comparable en el equipo de Trump -aunque la prensa a veces menciona a Robert O´Brien, el último asesor de seguridad nacional de Trump-. Lo que sí sabemos es que Trump lamenta haber nombrado a republicanos tradicionales para puestos clave durante su mandato previo, ya que debidamente recortaron su libertad de acción e hicieron que sus políticas fueran más moderadas de lo que él habría deseado.

También vale la pena destacar algunas similitudes entre los dos candidatos. Las más importantes son sus posturas frente a China. Hoy existe un amplio consenso bipartidario de que China no ha jugado limpio en cuestiones comerciales y de propiedad intelectual, y que su comportamiento asertivo en el Mar de China Oriental y el Mar de la China Meridional amenaza a aliados de Estados Unidos como Japón y Filipinas. China ha dicho muchas veces que no descartaría el uso de la fuerza en la toma de Taiwán, al que considera una provincia renegada. En muchos sentidos, Biden continuó la política de Trump para con China, y probablemente Harris haga lo mismo, con algunos ajustes.

Una segunda similitud entre los candidatos es su rechazo de las políticas económicas neoliberales. Durante la presidencia de Trump, Estados Unidos abandonó la estrategia republicana tradicional (de la era Reagan) en materia de comercio, aumentó los aranceles y le bajó la calificación a una participación en la Organización Mundial del Comercio. Todo esto se hizo bajo la guía del representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, que sigue siendo influyente en el círculo de Trump.

Trump también desdeñó el Acuerdo Transpacífico que había negociado Barack Obama, y Biden luego no hizo nada para volver a formar parte de ese acuerdo o para eliminar los aranceles de Trump a las importaciones procedentes de China. De hecho, Biden fue más allá al introducir nuevos controles de las exportaciones centrados en tecnología contra China (a lo que se definió como erigir una “valla alta alrededor de un patio pequeño”). Con sus propios vínculos con la industria tecnológica de Estados Unidos, dado que es californiana, es poco probable que Harris baje la valla. Y Trump, en todo caso, ampliará el patio.

Asimismo, tanto Harris como Trump han prometido aumentar -militar y económicamente- el poder duro norteamericano, a través de inversiones en el presupuesto de defensa y en la base industrial de defensa. Se espera que ambos continúen el actual programa de modernización de las armas nucleares y promuevan el desarrollo de nuevas armas que usen inteligencia artificial.

Una de las mayores diferencias tiene que ver con las posiciones de los candidatos respecto de Europa. Trump y su compañero de fórmula, J.D. Vance, han dejado en claro que tienen poco interés en respaldar a Ucrania y a la OTAN. Trump sostiene que él pondría fin rápidamente a la guerra a través de negociaciones, y es difícil ver cómo se podría hacer esto sin debilitar drásticamente a Ucrania.

En Oriente Medio, ambos candidatos han prometido mantener la seguridad de Israel y su derecho a la autodefensa, aunque Harris también habla de un derecho palestino a la autodeterminación. Ambos probablemente instarían a Arabia Saudita a normalizar las relaciones con Israel, y ambos adoptarían una línea dura con Irán. Pero mientras que Trump asigna bajas prioridades a África y América Latina, se podría esperar que Harris les preste más atención a estas regiones.

La diferencia más contundente tiene que ver con el poder blando de Estados Unidos: la capacidad de asegurar desenlaces deseados a través de la persuasión en lugar de la coerción o el pago. Durante su presidencia, Trump optó por un unilateralismo de “Estados Unidos primero” que llevó a otros países a concluir que no se estaban considerando sus intereses. También rechazó abiertamente el multilateralismo, sobre todo al retirarse del acuerdo climático de París y la Organización Mundial de la Salud. Biden revirtió estas medidas, pero Trump probablemente revierta la reversión, mientras que Harris mantendría la participación norteamericana. También es probable que ella, más que Trump, pronuncie declaraciones que promuevan los derechos humanos y la democracia.

En resumen, habrá grandes áreas de continuidad en la política exterior norteamericana no importa quién gane la elección. Pero las diferencias entre las actitudes de los candidatos frente a las alianzas y al multilateralismo son significativas -y eso podría ser lo que marque la diferencia.

Fuente: https://www.project-syndicate.org/commentary/trump-harris-foreign-policy-similarities-and-differences-by-joseph-s-nye-2024-09/spanish