El proceso electoral en Estados Unidos se desarrolla actualmente en un contexto de fuerte polarización política. Con las secuelas de fuertes enfrentamientos entre las distintas fuerzas y corrientes que, en estas elecciones presidenciales de 2024, se disputan el control del poder. El país acercándose rápidamente a una de las elecciones más complejas y controversiales en la historia de la nación norteamericana.

A continuación, presento un análisis de coyuntura basado en los principales factores que configuran el escenario electoral presente.

La polarización entre el Partido Republicano y el Partido Demócrata ha alcanzado niveles elevados, con posturas ideológicas cada vez más distantes en temas clave como inmigración, justicia social, economía, cambio climático; así como sobre las guerras en el contexto internacional. Esta contradicción afecta la capacidad de compromiso y negociación entre las partes, tanto en el Congreso como en la vida política general del país.

Radicalización de los extremos: En ambos partidos, los sectores más radicales han ganado protagonismo. Por el lado Republicano, las posiciones del ala trompista sigue teniendo una influencia significativa, controlando todas las bases del ala conservador. Mientras que, por el lado demócrata, las corrientes progresistas y de izquierda, representadas por figuras como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez, están presionando por una agenda más progresista y de izquierda.

Este escenario obliga a entender a Estados Unidos de forma cada vez más necesaria, como un actor heterogéneo en el que coexisten diversas fuerzas contradictorias entre sí, con intereses diversos. Esto se manifiesta, por ejemplo, en asuntos como libertad de prensa y libertad de expresión, así como el funcionamiento de los medios de comunicación, donde se están produciendo cambios muy profundos que tienen una enorme influencia en las elecciones. Así mismo, influye en los debates sobre el comportamiento de los medios de comunicación que son asumidos hoy por los demócratas liberales como si fuera un precepto inamovible de su propuesta.

Por ello, los medios dan espacio a demócratas en contra y a favor de las guerras tras una supuesta libertad de expresión que en realidad oculta que los medios han perdido su condición de “entes autónomos” de cualquier control desde el momento que respaldan posiciones políticas en una u otra dirección.

En esa medida todo el mundo sabe en Estados Unidos que The New York Time favorece a los demócratas y el Washington Post a los Republicanos. Es la versión estadounidense de la “libertad de expresión” para encubrir que ambos apoyan a facciones distintas del poder.

La asunción de parte de Donald Trump de un discurso contra la “guerra “en Ucrania produce un desdoblamiento político de la sociedad, difícil de comprender porque las consignas y los mitos han construido la idea de que los demócratas han sido los sostenedores del orden liberal y los republicanos los exponentes del conservadurismo y neoconservadurismo en la política exterior y doméstica.

Pudiéndose aceptar que en algún momento del pasado eso pudo ser cierto, hoy ya no lo es. De cara a las elecciones, esta situación nos obliga a lo que Manuel Salazar dice un “análisis de coyuntura” mas profundo de lo que esta ocurriendo en Estados Unidos para entender las alianzas que se producen y comprender quién realmente asumirá el poder en el futuro próximo.

En la actualidad se está generando una superposición de fuerzas que se organizan de distintas formas en el espectro político estadounidense, superando el tradicional agrupamiento bipartidista. Esto se expresa en cada vez con mas fuerza en el bando republicano, hoy capturado por Donald Trump, que está forjando una división entre el sector neoconservador y los aislacionistas tradicionales y nacionalistas que han puesto el interés nacional por encima del interés global. En este sentido, se podría decir que hay sectores republicanos que ya no son tan “conservadores”. Esto es una anormalidad dentro del sistema.

El cambio viene dado porque Donald Trump no pertenece a ese frente neoconservador cada vez mas controlado por el Partido Demócrata. Sin embargo, durante su administración hizo una alianza con los neocons* (movimiento político neoconservador que nace en los Estados Unidos en los años 1960) para sostener su poder cuando todavía no tenia el control del Partido Republicano (PR). Todo esto conduce a dificultades para determinar una posición ideológica precisa para Donald Trump, más allá de su condición de multimillonario.

Pero ahora Trump no lo necesita, sobre todo con la salida Joe Biden tras el debate. Tampoco piensa que vaya a tener problemas en la confrontación con Kamala Harris. En su interior, Trump piensa que los neocons lo traicionaron, en particular John Bolton, quien se ha transformado en uno de sus más férreos opositores. Esta es también la razón de que rechazara al muy anunciado Marcos Rubio como candidato a vicepresidente.

En esta trinchera opuesta, tras la designación de Kamala Harris como candidata demócrata a la presidencia, todo el aparato mediático del establishment se ha volcado a su favor. Han centralizado el discurso y han construido una gran burbuja encaminada a demostrar que hay un “empate técnico” entre Trump y Harris en las encuestas. Efectivamente, el apoyo al Partido Demócrata ha logrado un repunte y renacimiento en sus filas, tras la declinación de Biden, pero este crecimiento tendrá que permanecer hasta noviembre y el día de las elecciones.

El problema ahora es saber qué pasará cuando la burbuja vuelva a su estado natural. Eso pasa por conocer cuánta influencia puede tener Harris y cuánta fuerza puede acumular para poner en duda la elección del republicano. Nada indica que Harris pueda ser una amenaza para Trump. Pero habrá que esperar para saberlo porque hoy se vive “una luna de miel “entre ella, los medios de comunicación y las encuestadoras que están abiertamente favoreciéndola.

El proceso electoral en Estados Unidos en 2024 se perfila como uno de los más polarizados en la historia reciente. Con dos candidatos principales, Donald Trump y Kamala Harris, en el que el electorado se ve obligado a decidir entre dos visiones profundamente distintas del futuro del país. La situación económica, los derechos civiles y el manejo de temas internacionales como las guerras en Ucrania y Palestina, así como la relación con China y Rusia serán factores determinantes en los resultados finales. Además, las dinámicas internas de los partidos y los desafíos legales y de gobernabilidad seguirán configurando lo entorno político volátil y en constante evolución.