Decía Graham Green, o uno de sus personajes, que la indiferencia es la «perfección del egoísmo». Con unos siete siglos de anterioridad, en la Comedia de Dante Alighieri los indiferentes van al Infierno, los que no hicieron mal ni bien por cobardía, los que vivieron sin gloria y sin infamia, los ignaros, los flojos, los indolentes y cobardes.

Dante oye sus gritos en el Canto III, después de trasponer la puerta de entrada al Infierno, y se le ponen los pelos de punta. Entonces se dirige al poeta Virgilio que es su guía:

«“Maestro, qué es lo que yo escucho,
/ y quién son éstos que el dolor abate?”»

«Y él me repuso: “Esta mísera suerte/ tienen las tristes almas de esas gentes / que vivieron sin gloria y sin infamia…”»

Sobre este tema de la indiferencia y el egoísmo hay un famoso y polémico poema que se supone es de la autoría de un pastor alemán llamado Martin Niemöller y que también se atribuye, posiblemente por error, a otro alemán y contemporáneo, el dramaturgo y poeta Bertolt Brecht

La versión de Niemöler es la siguiente:

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Destrucción de Gaza y de la comunidad palestina por parte de Israel
«Primero vinieron por los socialistas,
y yo no dije nada, porque yo no era socialista.
Luego vinieron por los sindicalistas,
y yo no dije nada, porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los judíos, y yo no dije nada, porque yo no era judío.
Luego vinieron por mí,
y no quedó nadie para hablar por mí».
La versión de Brecht es más detallada, pero apenas difiere en cuanto a contenido:
«Primero se llevaron a los judíos,
pero a mí no me importó porque yo no lo era.
Luego arrestaron a los comunistas,
pero como yo no era comunista, tampoco me importó.
Más adelante detuvieron a los obreros,
pero como no era obrero, tampoco me importó.
Luego detuvieron a los estudiantes,
pero como yo no era estudiante, tampoco me importó.
Finalmente detuvieron a los curas,
pero como yo no era religioso, tampoco me importó.
Ahora me llevan a mí, pero ya es tarde».Como no hay nuevo ni único bajo el sol, el tema de la indiferencia y el egoísmo se repite incesante a través de la historia. Nicholas Welles decía: «Los héroes nacen de la indiferencia humana ante el sufrimiento ajeno».Martin Luther King afirmaba: «Lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos». Para Jorge González Moore «La indiferencia es el apoyo silencioso a favor de la injusticia».

En definitiva, el tema de la indiferencia no deja a todos indiferentes. Hay un famoso escrito, un cuentecillo, sobre la pasividad y la indiferencia que suele producir en los espíritus sensibles un impacto emocional:

«Una mañana mientras paseaba por la playa vi a lo lejos una figura que se movía de manera extraña como si estuviera bailando. Al acercarme vi que era un niño que se dedicaba a coger estrellas de mar de la orilla y lanzarlas otra vez al mar.

Le pregunté que estaba haciendo.

-Le dije: Pero esto que haces no tiene sentido, primero es su destino, morirán y serán alimento para otros animales y además hay miles de estrellas en esta playa, nunca tendrás tiempo de salvarlas a todas.
Me miró fijamente , cogió una estrella de mar de la arena, la lanzó con fuerza por encima de las olas y exclamó:

– Para las que se salven sí… tiene sentido.

Me marché un tanto desconcertado, no podía explicarme una conducta así. Esa noche no dormí bien, soñé con el niño y las estrellas de mar por encima de las olas.

A la mañana siguiente corrí a la playa, busqué al niño y le ayudé a salvar estrellas».

Otro cuento que viene a cuento, igualmente famoso, y deliciosamente sutil, es el del iglú

«De repente un iglú apareció en medio de la calle. Al principio la gente se mostró interesada y quería saber de qué se tratara, tenía miedo, tenía curiosidad. Pero cuando vieron que ese objeto no constituía ningún peligro, dejaron que su vida siguiera tan tranquila como siempre. Solo un niño se preguntaba si podía haber alguien allí, alguien que necesitara ayuda, pero al expresar su preocupación le dijeron que no tenía que preocuparse de nada, porque de nada había que preocuparse».

Uno de los textos más celebrados, el texto que nunca puede faltar cuando se habla de egoísmo e indiferencia, es la muy conocida y recomendable fábula del ratón y la ratonera. Una fábula que está animada del mismo espíritu de los textos de Niemöler y Brecht y dice un poco lo mismo de otra manera. Una admonición a los indiferentes, a todos los que se consideran a salvo de las desgracias que suceden a los demás.

«Un ratón, mirando por un agujero en la pared, ve a un granjero y a su esposa abriendo un paquete. Sintió emoción imaginando qué podría ser lo que contenía.

Quedó aterrorizado cuando descubrió que era una ratonera.

Fue corriendo al patio de la granja a advertir a todos: ¡Hay una ratonera en la casa, una ratonera en la casa!

La gallina que estaba cacareando y escarbando, levanto la cabeza y dijo:

– Discúlpeme Señor Ratón. Yo entiendo que es un gran problema para usted, mas no me perjudica en nada, a mí no me incomoda.

El ratón fue hasta el cordero y le dice:

¡Hay una ratonera en la casa, una ratonera!

– Discúlpeme Señor Ratón, pero no hay nada que yo pueda hacer, solamente pedir por usted. Quédese tranquilo que será recordado en mis oraciones.

El ratón se dirigió entonces a la vaca, y la vaca le dijo:

– Pero, ¿acaso yo estoy en peligro? Pienso que no… es más, estoy segura de que no.

Entonces el ratón volvió a la casa preocupado y abatido para encarar a la ratonera del granjero.

Aquella noche se oyó un gran barullo, como el de una ratonera atrapando a su víctima. La mujer del granjero corrió para ver lo que había atrapado. En la oscuridad, ella no vio que la ratonera atrapó la cola de una cobra venenosa. La cobra mordió a la mujer.

El granjero la llevó inmediatamente al hospital. Ella volvió con fiebre. Todo el mundo sabe que para alimentar alguien con fiebre, no existe nada mejor que una sopa.

El granjero agarró su hacha y fue a buscar el ingrediente principal: la gallina.

Como la enfermedad de la mujer continuaba, los amigos y vecinos fueron a visitarla. Para alimentarlos, el granjero mató el cordero. Pero la mujer no se curó y acabó muriendo.

Y el granjero entonces vendió la vaca al matadero para cubrir los gastos del funeral.

El ratón pensaba: si por lo menos me hubieran escuchado, si hubieran entendido que el problema que es mío hoy, mañana puede ser de ustedes.

MORALEJA: la próxima vez que escuches que alguien tiene un problema y creas que como no es tuyo no le debes prestar atención… Tendrías que pensarlo dos veces.

Piensa bien antes de decir: “No es mi problema”».

A este respecto, también se me ocurre pensar, por ejemplo (sólo por ejemplo), que en lo que el hacha va y viene el genocidio en Gaza no se detiene. Que en lo que las bombas van y vienen, y ante la indiferencia de gran parte de la prensa internacional, los israelíes y su aliado imperial siguen matando de hambre y de sed y por falta de medicinas a dos millones y medio de palestinos que viven en un infierno dantesco bajo los escombros de la ciudades destruidas.